Capítulo 4: Tatuajes.

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HARRIET

Viernes, 2:11 p.m.

Llevo una semana aquí sin hacer nada.

¡Una semana!

Hades empezó de nuevo en la universidad, Hanna en su nueva escuela, papá se pasa el día yendo de aquí para allá resolviendo asuntos con relación al nuevo restaurante y mamá, aunque trabaja desde casa, siempre está en su habitación o en su despacho rodeada de planos y documentos. Y yo lo único que hago es... nada.

Cuido a Hanna por las tardes, lo cual solo conlleva darle comida cuando la pide— es muy tranquila— y ayudarle con sus tareas. Cuando me aburro de las series y los libros—que no suele pasar—me dedico a crear recetas o simplemente a hacer las que ya sé.

Es un caso extremo de aburrimiento. En el refrigerador ya hay tres cheescakes y acabo de terminar dos pequeños volcanes de chocolate.

Mis postres favoritos.

Escucho el timbre y me quito el delantal que llevo puesto. Dejo los dos platos en la encimera y veo como Betty, quien se encarga de la limpieza y ha vivido con nosotros por años, pasa por mi lado y se encamina a abrir la puerta. Me doy la vuelta en busca de dos cucharas y platos para Hanna y para mí. Al girar otra vez, me quedo quieta al ver con sorpresa unos ojos color miel que se quedan fijos en mí.

¿Pero que diablos?

Está sentado en el desayunador mirándome fijamente a través de sus lentes con su codo apoyado en la mesa frente a el y su mejilla siendo sostenida por su puño.

—Hola, pequeña ginger—me saluda con esa sonrisa ladeada que, por lo visto, nunca desaparece.

—Mm...yo...—suspiro dejando de lado aquella sensación de sorpresa—Hola, Ashton—miro a ambos lado y al final lo vuelvo a ver a él—¿Qué haces aquí?—pregunto con un tono bajo.

—Bueno, estaba solo en casa, así que dije—alarga la última palabra—¿Porqué mejor no voy a visitar a mi nueva amiga pelirroja?—su sonrisa se ensancha.

—Ya veo—es lo único que se me ocurre decir.

—Deberías guardas esos—señala los volcanes—Comerlos no está en mis planes.

¿Planes?

—¿Tus planes?—pregunto confusa.

—Perdón, nuestros planes, quise decir—corrige dejándome más confusa—Digamos que estaba pensando, no sé, llevarte por ahí—dice con calma—Si quieres, claro está.

¿Habla en serio?

—No—digo sin pensar.

—¿No?—levanta las cejas—Creo que nunca me habían rechazado tan rápido.

—No puedo—corrijo y hace una mueca—Debo cuidar a mi hermana—agrego y él vuelve a sonreír como si le hubiese dado una solución.

—Has que venga aquí—me pide y lo miro aún más confusa que antes.

Llamo a Hanna sin dejar de mirarlo y ella aparece corriendo por la entrada de la cocina con su típica sonrisa, mostrando el gran espacio que dejaron los dos dientes que se le cayeron. Ella saluda a Ashton alegremente, como si se conocieran de toda la vida.

—Bien, pequeña ranita saltarina—le dice subiéndola en la silla junto a él y a ella parece haberle encantado aquel apodo—Tu querida hermana, aquí presente—me señala pero Hanna se queda viéndolo embobada—No quiere ir de paseo conmigo por que tiene que cuidar de ti—le explica—¿Podrías, por favor, decirle que quieres ir con nosotros?—hace un puchero y Hanna voltea a verme.

Por Primera Vez © (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora