Playa al atardecer (El inicio de Erika Lovegood)

F

Mi llegada a Brasil fue en un coche que me llevó desde el aeropuerto hasta la entrada de la base. No tardé mucho en familiarizarme en el contorno. Allí, junto a los soldados nuevos, nos quedamos en formación en el patio de la base, donde en pocos minutos se presentó nuestro general. No sabíamos su nombre real; solo se hacía llamar "F". Nos explicó un poco el como funcionaban las cosas ahí dentro. Lo típico de tener cuidado con las relaciones tanto amistosas como íntimas en la base. Entrenar diariamente, evitar contacto con gente del exterior sobre nuestro trabajo, nada de pelos de colores, sexo prohibido, fumar solamente en zonas abiertas como en este caso el patio, apuntar a un compañero está prohibido y dispararle menos, la agresión y la indisciplina te sacarían de allí rápido, entre otros. Tras la charla motivadora de nuestro general, nos dirigimos todos a los barracones. Todos compartimos barracón, y yo me dirigí a una litera pegada a la pared. Escogí la cama de abajo. Justo encima de mí, se encontraba Artemis Fowl, al cual nunca le dirigí ni palabra ni mirada en ese momento. Fue todo lo contrario con Anthony, que nos miramos un par de veces mientras deshaciamos las maletas. Finalmente, cuando estaba a punto de marchar, él se presentó con amabilidad y simpatía. Parecía agradable a simple vista, hasta que Marcus saltó diciéndole que dejara de fingir. Ellos dos empezaron a hablar y yo aproveché para escabullirme de ellos.

Los barracones daban al patio, así que allí me encontraba yo, que me dirigía hacia dentro de las instalaciones para entrenar. No pude marcharme cuando vi a un joven parado en medio del recinto. Estaba mirando a la nada, y eso me hizo preocupar un poco. Le di un fuerte empujón, al cual él se asustó y me miró de arriba a abajo.

– ¿Estas bien? – pregunté extrañada. Él simplemente asintió y me dió las gracias por preguntarle. Sonreí con amabilidad y me presenté al chico. Él hizo lo mismo con algo de desgana. Su nombre era Paul. Estuvimos un buen rato charlando hasta que decidió irse a los barracones. Yo proseguí mi camino hasta la sala de entreno.

Para adelantar un poco; al cabo de casi un mes, comencé a mantener una relación con Paul, cosa que a la mayoría no le gustaba, sobretodo a Björn, pues decía que las relaciones en trabajo no podían llegar hasta ese extremo. En ese momento no tenía mucha relación con él, pero ya se preocupaba por su equipo, supongo porque no quería morir. También llegó Elizabeth a la base, que nos presentamos tras un entrenamiento juntas en el ring del gimnasio. Allí fue capaz de tirarme al suelo, y me inmovilizó con una sonrisa pícara. Dios, me daba tanto asco, y a la vez curiosidad... Me dijo de reunirnos en la torre de control de la base, y bueno... Ahí resultó que era bisexual, y no le costó mucho confesarlo cuando finalmente nos enrollamos juntas. Tres días después, lo hizo con Anthony. Llegó el tiempo en el que yo comencé a hablar con Artemis. Fue un día que yo acababa de salir de las duchas tras un largo entreno. Él leía un libro de poemas, y bueno, me llamó la atención y le pregunté si podría leerme un poco, lo cual él asintió y lo hizo. Nos pasábamos noches completas leyendo juntos, hasta quedarnos dormidos. Éramos buenos amigos. Ya no solo leíamos, sino que comíamos, entrenábamos, reíamos juntos. Además éramos compañeros de litera.
Poco tiempo, como todas las personas unidas con tanto roce y cariño, empezaron a florecer sentimientos el uno por el otro. Él se me confesó una mañana que se quedó dormido en mi cama. Pasé días dudando de quién era mejor, o que es lo que debía hacer... Pero, mis sentimientos me decían que debía estar con Artemis, y cuando decidí seguirlos, rompí el corazón de Paul, marcando así una gran separación entre ambos. Aún así como dije antes, ese chico era un obsesionado con el trabajo, así que aunque me amara tuvo prioridad por el trabajo, y marcamos las distancias de uno y del otro. Me molestó bastante, y me di cuenta que no había sitio para mí en el amor. Me quedé sentada en el banco del patio un rato, pensando sobre todo lo que había pasado, y me prometí no volverlo a vivir. Allí se me acercó Quiet, con una pequeña sonrisa intentando consolarme. Tuve tiempo de conocerla mejor en esos 30 minutos, y a raíz de eso nos hicimos muy amigas. Cada una podía contar con la otra. Me recordaba tanto a Ruth... Tenían los mismos ojos, la misma pasión por el mundo a pesar de tener una vida tan triste.
Recuerdo que todos los días Quiet y yo desayunábamos juntas, y aunque no tuviéramos nada que decirnos, siempre había un tema para hablar. Bueno, es decir... Ehhh... Ella no habla... Pero, ¿se entiende lo que quiero decir? Ella y yo compartíamos gustos similares, y eso significaba un odio increíble a Elizabeth. 

Ya habían pasado los primeros tres meses de que entramos al ejército Brasileño, cuando Elizabeth nos dio cierta información sobre nuestro general. Podía ser un traficante y estar traicionando a todo el gobierno, así que Quiet y yo decidimos detenerlo. Luego caí en la cuenta, de que Elizabeth sabía eso por algo ilegal, y como su compañera, debía de avisar... Nos dirigimos al despacho de F. Tanto Quiet y yo íbamos armadas, y decidimos entrar a la fuerza cuando F no nos respondió. Un instante más tarde, F se abalanzó sobre mi cuello y empezamos a forcejear. Quiet nos apuntaba pero evitó el disparar por miedo a darme. Conseguí liberarme y empezó una pelea. Le di varios golpes, pero no pude contra él. 

Me dió una apuñalada en el brazo y me lanzó a su escritorio dándome contra el pico de la mesa, cayendo inconsciente. No sé más que cuando abrí los ojos, vi a Quiet en el suelo, desangrada, y F igual. No tardaron mucho en aparecer mis compañeros junto a los miembros de alto rango, que me sacaron de ahí. De ese día no recuerdo más qué de nuevo una amiga asesinada, y un general corrupto que ahora había quedado tetrapléjico.