Bruja.
Eso era lo que yo pensaba que era, una completa, hermosa, y seductora bruja.
No me resistía a ninguna de sus órdenes, era como si yo fuese una esclava a su servicio.
Mis sentidos estaban deleitándose de todo su ser.
Le obedecí, y me dirigí hacia ellos, abrí mis labios y succioné. Era completamente delicioso y erótico. Con una de mis manos, masajeaba uno y tiraba de el, y con la otra mano, arañaba su espalda tan tersa.
-Vamos, me gusta que lo hagas. Dame más placer- dijo ella, su voz denotaba que ya se encontraba completamente excitada.
Bajé mi mano a uno de sus glúteos ya desnudos. Exploré cada parte de su sexo, y cuando encontré el lugar indicado, metí un dedo.
Ella se alarmó y yo la miré-
-¿Te duele?-pregunté.
-Un poco, pero sigue adelante-comenzó a mover sus caderas para frotar nuestras zonas.
Después de un rato, ella me dijo.
-Ven, acuéstate sobre mi, pero con tus pies sobre mi cabeza- me indicó.
-¿Qué harás?-.
-No es nada malo-me mostró una sonrisa perversa-ven.
Hice lo que ella me dijo. Ella abrió sus piernas y ella abrió las mías.
-Creo que ya sabes qué hacer, ¿no?. Vamos, haz con tu boca lo mismo que estabas haciendo con tu mano. Yo haré lo mismo-.
Con su lengua iba recorriendo cada parte de mi y yo hice lo mismo. Lamí, succioné y mordí su zona, saboreando sus jugos, metiendo y sacando mi dedo para seguirle dando placer.
Nuestros cuerpos sudaban, pero ninguna paraba de gemir. La sensación del placer floreció en mi, a tal punto de olvidarme de que estaba teniendo sexo con una mujer. La sensación de pánico-y a decir verdad, un poco de asco-volvieron a mí y me detuve.
-Déjame ya-le dije mientras ella seguía con lo suyo-no quiero que lo hagas, por favor. Detente- traté de zafarme de su agarre.
Dejó de hacerlo, hizo a un lado mis piernas y se acercó.
-Deja de joder y admite que te encanta-.
-Claro que no. Yo no... yo no soy lesbiana. Yo amo a mi novio, no a ti-le aseguré.
Me estudió, mirándome de pies a cabeza y luego añadió.
-Ya sé porqué lo amas tanto-.
Se fue hacia su baño.
Yo aproveché para recoger mi ropa y salir lo más rápido de ahí. No quería verla más, y yo estaba completamente aturdida por lo que acababa de pasar.
Nunca antes me había llamado la atención una chica. Y nunca había tenido ganas de tener sexo con mi novio, por lo que yo me consideraba una completa inexperta en el tema.
Consideraba que me había perdido a mi misma al caer a la locura del placer.
Rápidamente bajé las escaleras para encontrarme con la puerta principal. Eran pasado de las dos de la mañana, así que tomaría el riesgo de que algún mirón me viera desnuda.
Al tratar de abrir la puerta me di cuenta de que tenía llave. Maldición. Busqué una ventana para ver si podría salir.
Al ver en todo el lugar, me di cuenta de que ella estaba bajando las escaleras.
-Sabes que no puedes salir, ¿verdad?- vi que traía unas esposas en sus manos. Sentí un cosquilleo muy raro en todo mi cuerpo.
Continuó.
-Es probable que de hoy en adelante seas mi esclava. Mía solamente-.
-Estás loca. Yo no seré de tu propiedad. Tu no me amas. Quien ama no lastima-.
Ella empezó a carcajear.
-Sigue tu propio consejo. Has lastimado a tu novio acostándote conmigo, así que mejor, pónmelo fácil-.
-No, no te lo pondré fácil. Yo no te quiero de esa forma. Evítate un problema y déjame en paz. Abre la puerta-le ordené- Ahora-.
-El hecho de que seas la mejor del salón no te significa que te obedeceré. Al contrario, tu terminarás obedeciéndome a mi-.
Me molesté demasiado. ¿Quién creía ella que era?
-Nunca te obedeceré, ¿entiendes?, ¡Nunca!- la esquivé y corrí hacia su habitación. Claramente, yo era mucho más ágil que ella y más fuerte, por lo que en una lucha de cuerpo a cuerpo, yo tenía las de ganar.
Me encerré en su habitación, echándole el cerrojo. Pronto ella estaba del otro lado tirando de la puerta.
Me vestí lo más rápido que pude y le quité el seguro a la ventana. Cogí mis cosas y salté. Rodé por el pasto, me puse de pie y me eché a correr con todas mis fuerzas.
Me dirigía a casa de mi novio, ya que si me iba a la mía, se daría cuenta enseguida.
Corrí dos cuadras sin descanso hasta llegar a la quinta para estar cerca de su casa.
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Ella:
Maldición.
No sabía cómo era que había tomado valor para hacer ese tipo de cosas.
Siempre me había acobardado ni siquiera era muy capaz de imaginarme cosas estando cerca de ella
-Ale, abre la puerta. Yo... yo lo siento mucho, yo no sé que me sucedió-.
No respondía.
Seguramente estaba completamente enojada por todo lo que hice y por lo que le había dicho.
Realmente estaba demasiado apenada por todo.
-Ale, por favor, discúlpame-volví a llamarla- mira, si quieres paso a dejarte a tu casa. Yo lo lamento y entiendo perfectamente si no quieres volver a saber nada de mi-.
De nuevo no hubo respuesta.
Dejé las esposas a un lado y fui por mi llave de repuesto.
Era consciente de que la había cagado.
Ahora tenía que buscar la manera de que ella no me denunciara, o que al menos no dijera nada.
Siempre había mantenido mi perfil bajo. Nadie sabía nada de mi y yo la verdad lo prefería de esa forma.
Una vez que traté de abrirla, me di cuenta de que la cerró desde adentro, por lo que tuve que empujar con todas mis fuerzas.
Sabía ya que se había marchado, pues en todo ese tiempo, ella no había abierto la puerta. A menos que me esperara con algo para golpearme, lo cual era algo demente.
Cuando logré entrar, el lugar estaba solo. La ventana estaba abierta.
Genial.
Ahora todo se había complicado aún más.
Supuse que estaría en su casa o tal vez había ido con su novio. Así que me cambié para ir a buscarla.
Espero que no se hayan complicado las cosas, al menos no más de lo que ya estaban.
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Vicio Perfecto [TERMINADO]
Teen FictionSe prohíbe cualquier tipo de comentario negativo hacia ésta pequeña historia. Contiene escenas de sexo entre personas del mismo género, por lo cual, si usted querido lector es homofóbico, le pido que pase de largo. SE PROHIBE CUALQUIER TIPO DE COPIA...