Capitulo 4

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Ya habían pasado dos semanas desde que Itadori estaba internado en la clínica de Gojo, en ese tiempo Yuuji se había acostumbrado a estar con el peliblanco, a su actitud alegre, a sus bromas pesadas y sobre todo al cariño que le daba. El cuerpo del conejo ya se encontraba bastante mejor, su piel dejó de ser tan pálida adquiriendo un color más sano, su peso corporal ya era aceptable debido a los suplementos y vitaminas adicionales que se incorporaron a su dieta, su pelaje era más brillante y bonito y no había rastro de hematomas o cicatrices.

Era como si nunca nadie le hubiese puesto las manos encima al pequeño chico, su salud física era bastante buena y su salud mental había mejorado más de lo esperado, pero en general se podría decir que estaba bastante bien en esos momentos. Debido a su estado actual, Satoru fácilmente podría darlo de alta, pero por alguna razón se había negado a hacerlo. En ese punto el mayor ya se había acostumbrado a la compañía del conejo y hasta se podría decir que se había encariñado, aunque eso no estuviera dentro de sus planes.

En ese tiempo que habían pasado juntos en la clínica el albino descubrió que Yuuji era un jovencito bastante lindo en todos los sentidos, era realmente hermoso físicamente. Su cabello rosa era algo extravagante pero bonito, sus ojos color miel bastante hipnotizastes y esas orejas largas y esa cola esponjada lo hacían lucir adorable y eso que Satoru no era gran fan de los conejos.

Su personalidad también era única, cuando recién llegó se le notaba inseguro y temeroso. Todo le asustaba o le preocupaba, sus ojos no tenían nada de brillo y era bastante sumiso, además de que sus orejas siempre estaban caídas debido al constante estrés. Se notaba que le inquietaba que Satoru pudiese molestarse con él y para todo pedía permiso incluso para comer o dormir, posiblemente actuaba así por algún suceso traumático en su vida y el cual aún se negaba a contar.

Gojo no se imaginaba lo que el chico tuvo que vivir (En realidad si lo hacía) para que adquiera ese comportamiento, y le molestaba ponerse a pensar o indagar demasiado en ello. Sin embargo, el médico descubrió que Yuuji no era como se mostraba en un inicio, esas eran simples reacciones de defensa que su cuerpo tomaba para afrontar las situaciones negativas o estresantes porque en realidad Itadori era un joven amable, alegre y algo ingenuo.

Sus ojos por fin habían adquirido algo de luz, no se veían tan opacos y su sonrisa era algo que Satoru no sabía que le podía llegar a gustar tanto, el mayor estaba bastante seguro de que Yuuji confiaba en él y por eso mismo se mostraba tan despreocupado a su alrededor.

Eso le alegraba a Gojo, que el pequeño conejo se mostrara feliz y tranquilo. Era bastante agradable y reconfortante tener a Yuuji cerca. Satoru siempre estuvo acostumbrado a estar solo, jamás había tenido una pareja estable o alguna mascota, ni mucho menos un híbrido.

Pero ahora que tenía uno a su lado por obra del destino, no podía evitar que de vez en cuando pasara por su mente lo agradable que era. Por ese motivo se empeñaba en no dejar ir a Yuuji a pesar de que el chico ya se encontraba mejor, se había encariñado tanto en tan poco tiempo que no quería enviar al conejo directo a su perdición fuera de su clínica.

Incluso se había llevado a Itadori a su casa, lo cual tenía sentido ya que el mayor vivía en su clínica. Su vivienda y su clínica eran un solo edificio y estaban divididas solo por una puerta al final de un pasillo, de esa manera Gojo y Yuuji terminaron viviendo juntos.

Actualmente el pequeño conejo trabajaba como ayudante de Satoru en su consultorio, básicamente se había convertido en su asistente porque el híbrido se reusaba a quedarse quieto sin hacer nada mientras el médico hacía todo el trabajo y él simplemente descansaba.

En un principio el peliblanco se negó pero al ver la determinación e insistencia que el más pequeño le mostraba, el médico no tuvo otra alternativa si no aceptar. Gojo se había encargado de conseguir algo de ropa para su asistente, en la cual sobresalía su esponjado rabo, el cual era algo más entre las muchas cosas que le gustaban de Yuuji.

En ese preciso momento Itadori se encontraba en la recepción de la clínica esperando a un paciente programado, el joven había estado muy contento y cómodo los últimos días al lado de Satoru pero estaba especialmente feliz en ese instante al saber quién sería el paciente del día. En cuanto vio unas conocidas orejas negras y un cabello desordenado corrió a encontrarse con el joven.

-Fushiguro!!!- Exclama feliz de verle

-Hola Itadori te ves bien, como haz estado?- Saluda levantando su mano y meneando su cola

-Maravilloso, Gojo me ha cuidado muy bien, también veo que tu herida ha cicatrizado, me alegro mucho por ti-

-Oh, Pero si es mi lobo favorito- Dice divertido un albino intentando no reír a carcajadas

-Por favor quítame esta cosa- Señala el can un cono de la vergüenza que rodeaba su cuello dandole un aspecto algo comico 

-Pasa por aquí, sé que estas molesto pero no tuve elección, Sukuna me llamo diciendo que no dejabas en paz tu herida. Y gracias a eso tuvimos que reprogramar tu cita- Explica el médico llevándose a su paciente a otra habitación

-El idiota solo quería verme sufrir con este maldito cono- Un escalofrío recorre su columna al recordar ciertos acontecimientos

*Flash backs de Vietnam*

-Ah...ahh... para... imbécil...- Gime Megumi perdido entre la vergüenza y el placer por dejar escapar sonidos tan obscenos

-Jaja intenta silenciar tus gemidos ahora, intenta silenciarlos ajajaja, ese collar te hace lucir tan adorable- Se burla Sukuna penetrando más rápido al chico

-Ah!!!...Dios!!!- Se aferra a la espalda de Sukuna dejando marcas en el proceso

Megumi trataba de callar sus gemidos pero simplemente no podía hacerlo por más que lo intentase, no podía tapar su boca por culpa del maldito collar isabelino que le habían colocado e impedía que sus manos llegaran hasta su rostro.

*Fin del trauma*

-Solo quítamelo por favor- Comenta fastidiado y extremadamente sonrojado por el recuerdo

-Está bien, también retirare los puntos de sutura, ya debería estar bien después de dos semanas así que no te muevas-

Durante el proceso de retirar los puntos Megumi medita un poco sobre retomar o no el tema de la última vez. Pero es algo importante para él, su amigo y el propio Gojo así que habla sin pensarlo más.

-Oye, que has pensado sobre Itadori? Realmente vas a dejar que se vaya?- Pregunta preocupado, él sabe que Satoru es una buena persona pero tiene sentimientos encontrados por lo que dijo la última vez junto a Sukuna

- Es bueno que lo menciones porque lo estuve pensando bastante y creo que voy a seguir tu consejo- Explica retirando el último punto de sutura y dejando sus instrumentos de lado

-En serio?!?!- Exclama incrédulo pues no pensó que llegaría tan lejos su petición

-Por supuesto, voy a adoptar a Itadori...bueno, si él se deja claro está, aunque igual pensare en algo en caso de que me rechace porque dejarlo ir ya no es una opción para mí-

-Qué alivio...- Suspira al fin satisfecho, ese era un problema y remordimiento menos en la vida del pequeño can

-Ahí está otra vez, tu cola de nuevo- Señala la cola del lobo la cual se mueve felizmente de lado a lado

-Me traicionas de nuevo!!!- Sujeta su cola para que deje de moverse y evidenciar su estado de ánimo

Antes de irse el lobo se queda un poco charlando con su amigo, regaña a Satoru para que deje de ser tan tacaño y le compre un celular a Itadori y se mantenga en contacto con él y Nobara a lo cual el adulto accede. Llegada la noche Megumi se despide de ambos deseándoles éxito en su trabajo.

-Salgamos la próxima vez Itadori- Sugiere Fushiguro antes de marcharse

-Me encantaría- Sonríe alegre el pequeño conejo ante la idea

-La próxima semana te tocan tus vacunas Megumi, así que ya le notifique a Sukuna. No dejare que vuelvas a escapar- Amenaza el médico

-Joder, lo olvide....- *Guau panic*

Amor InterespecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora