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POV Desconocido_

—Claro, ¿Por qué no iba a estarlo? — me encogí de hombros y bebí de mi batido, ¿Quién es tan ingenuo de bebérselo? Atreves de la pajita lo volví a empujar para abajo e hice como que me lo tragaba. —Está muy bueno ¿Qué le pusiste? — la miré de nuevo, me miró confundida.

—Em bueno, frutos rojos, leche, ya sabes ¿te sientes bien? — sonreí de lado.

— ¿Yo? En perfecto estado ¿y tú? — empezó a jugar con los dedos.

—También— empecé a buscar en mi mochila.

—Mira, hoy por la mañana me compré estos polvitos, dicen que le da un olor muy bueno a la casa o al coche, huele de maravilla— hice como que lo olía. — ¿Quieres olerlo? — asintió con la cabeza y le acerqué el pote. Lo olió y al segundo se durmió. —Bien ahora que te tengo en el quinto sueño, vamos a atarte— ¬cogí una silla, saqué la cinta de a mochila y la cargué. —Puta madre como pesa la rata esta— la senté en la silla y la até de manos y piernas, quería escuchar sus gritos así que no le puse nada en la boca. Me senté en el sofá mientras esperaba a que se despertara, la había puesto justo delante de mí.

10 minutos después-

—Mhm que incomodo…— al verse atada abrió los ojos como platos y me miró asustada.

—Hola, hola— la saludé con la mano y una sonrisa sin dientes. — ¿Dormiste bien? — me miró fulminante. Yo solté una leve risa.

— ¡Suéltame! — empezó a retorcerse en la silla, no podría desatarse, solo se lastimaría cada vez más.

—Oh querida, no vas a poder soltarte, solo vas a hacerte cada vez más daño— reí levemente, este asunto me estaba gustando.

— ¡Estás loco/a! ¡Hay cámaras sabias! — seguía moviéndose en las silla.

—De eso ya me encargaré más tarde, ahora lo que quiero es que sufras— me levanté del sofá con la navaja que había sacado de la mochila.

— ¿Qué vas a hacer con eso? — preguntó asustada.

—Eso lo vas a descubrir ahora mismo— la miré con una amplia sonrisa, enseñando los dientes. Empecé a acercarme lentamente hacía ella.

— ¡No me hagas daño por favor! — lágrimas inundaron sus ojos.

—Pero corazón, ese se es mi punto, pero voy a empezar poco a poco, ¿te gustan los tatuajes en la pierna? — no la dejé responder y le clavé la navaja, pero no muy profundo para que no perdiera tanta sangre al instante.

— ¡Ahh! — gritó de dolor, lagrimas salían sin control de sus ojos, me la miraba y no me daba pena. Ver a alguien llorar me la daba, era muy empático/a con la gente, pero el hecho de que fuera ella no me la daba ni un poco.

—Deberías darme pena pero en realidad lo disfruto— con la navaja empecé a dibujar un sol como un/a niño/a pequeño/a en su pierna. Ella lloraba y gritaba de dolor. —Mira ha quedado bonito y todo, ¿quieres una casita también? — ella negó repetidas veces con la cabeza.

— ¡¿Porque me haces esto?! ¡Éramos amigo/as! — solté una carcajada.

—Tú lo dijiste, éramos— me miró a los ojos, intentaba darme pena pero no me daba ninguna.

—Brooke por favor, ten piedad— hice un puchero y me la miré con pena.

—Me empiezas a dar pena, creo que voy a soltarte— me miró con emoción.

— ¿De verdad?

—No— reí. — ¿De verdad crees, que voy a perder la oportunidad de hacerte daño? ¡¿Acaso tú tuviste piedad cuando mataste a mi padre?! ¡No! ¡Exacto! ¡Ahora por zorra vas a sufrir, todo el dolor que me causaste al matarlo! — le rajé el brazo y reí de nuevo.

— ¡Basta por favor! — gritó mientras lloraba a más no poder.

—Mhm, no, vamos a hacer unos dibujitos más— ella solo gritaba y lloraba de dolor.
—Mira has quedado perfecta, bueno tú no, los tatoos— reí. —Uf luego habrá que limpiar todo esto, o no— sonreí de lado. —Ahora llega la parte que llevo esperando desde el principio, tu quisiste meterte conmigo, aquí van las consecuencias— me miró asustada y llorando más fuerte.

— ¿Qué vas a hacerme? — saqué una pistola que me dio Toby. —No por favor, ten piedad, Brooke por favor, hare lo que quieras pero no me mates.

— ¿Lo que quiera? — cargué la pistola, ella asintió con la cabeza. — ¿Qué pasa si te digo que quiero a mi padre y a Layla de vuelta?

—Eso… eso no puedo hacerlo pero…— la interrumpí.

—Me aburres, si no vas a devolvérmelos…— le quité el seguro y le apunté al corazón. —Colorín colorado, tu madre te dio la vida y yo te la he acabado— y sin más apreté el gatillo, verla en ese estado, desangrándose, me sentía de puta madre.

<<𝕞𝕚 𝕡𝕤𝕚𝕔𝕠𝕡𝕒𝕥𝕒>>

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✓ MI PSICÓPATA || P.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora