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Narra Andy

Suena la alarma a las seis de la mañana, siempre me ha gustado levantarme temprano; de ese modo me alcanza el tiempo para prepararme antes de clases, ya que éstas empiezan a las siete y quince. Por suerte la escuela no queda lejos de casa. O, al menos, así parece en auto.

Soy una amante del Kpop, por lo que mi canción de alarma es Okey Dokey de Song Minho En verdad la amo. Y, ¿quién no ama despertar con un buen ánimo por las mañanas?

Me levanto tarareando la canción y me dirijo al baño de mi habitación. Agradezco tener uno, créanme que no soportarían tener que compartir uno con tres chicos. Si piensan en que tengo tres hermanos, están en lo correcto. Y resulta ser que todos son mayores e increíblemente, sus nombres empiezan con la letra “J”. Verán, está Jimin, Jinyoung y Jinhwan ahora que lo pienso hay algo con el inicio “Ji”.

Es todo un lío vivir con ellos, pero tiene sus ventajas el ser la menor de todos y la única chica. Soy la princesa de la casa. Por ello, consigo todos los libros que desee, y les cuento que son varios. Además, me cumplen uno que otro capricho. Que conste, son caprichos de los buenos y siendo honesta, no son muchos. Soy una chica bien.

—¿Eso es verdad? Sí, bueno, dokey yo—sigo cantando aún en la ducha.

Al salir, me dirijo al armario y elijo unos jeans negros un poco flojos, una camiseta sencilla y una de mis sudaderas favoritas color roja. Debo admitir que ésta es mucho más grande que yo, ya que es una de las sudaderas de mi hermano mayor, Jimin. Además, al lado de ellos parezco una minion. Si, así de enana soy.

—Oye, princesita de papá —oigo la voz de Jinyoung—. Mamá dice que ya está listo el desayuno, más vale que te apresures si quieres que te lleve.

—Quieras o no, siempre me debes llevar a la escuela, hermanito —le respondo divertida.

Dejo mi cabello suelto para que se seque al natural, no suelo hacerlo mucho, pero de vez en cuando no afecta. Agarro mi mochila y bajo para ir a desayunar.

En la cocina están mis padres, mis dos hermanos del medió y para mi sorpresa, Jimin también se encuentra en la cocina, recostado sobre la encimera.

—¡Jimin! —corro a abrazarlo—. Que bueno es verte de nuevo.

—Lo mismo digo, enana —sus abrazos son tan reconfortantes, después de todo, es el hermano mayor —. Bueno, veo que has crecido un poco.

—Nada más un poco —afirma Jinhwan con una sonrisa de diversión pura.

Le doy un golpe en la nuca. —Cállate, de igual manera no eres tan alto. Es mínima la diferencia entre tú y yo.

—Ella tiene un punto —Jinyoung choca los cinco conmigo. Sonriendo por la molestia en los ojos de Jimin.

Mis padres simplemente ríen, negando con la cabeza mientras nos ven a los cuatro.

—No saben cuanto extrañaba ver a mis pequeños en una de sus discusiones —dice mamá, con un tono nostálgico. Una sonrisa que muestra orgullo se dibuja en su refinado rostro.

—Por favor, mamá, hace tres meses que me mudé —suelta Jimin, haciendo un mohín hacia ella.

Ruedo los ojos. Será el mayor, pero al que más le gusta hacerle pucheros.

—Y si que te tardaste— decimos al unísono con mis otros hermanos.

Mamá nos mira mal, mientras se acerca hasta Jimin para tomarlo de las mejillas y tratarlo como niño pequeño. Río por lo bajo. Hace tiempo Jimin me confesó que dejaba que le hiciera eso por los beneficios que solía traerle cuando se metía en problemas.