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Jungkook clasificaba los días en: buenos, no tan buenos, pésimos, desagradables.

Los anteriores justo después de casi darle golpes a Dak-Ho, los mantenía en la primera categoría, menos hasta el día de ayer, ese si fue como lo penúltimo anteriormente dicho. Y es que recibió una llamada de los señores Jeon, pidiéndole...no más bien, obligándole por medio de una amenaza que asistiera a una cena, para conocer a su novia.

Si, conocer. Esa mierda de emparejarlo con alguien que no quiere, solo porque le traerá a la familia una buena posición económica. Le enojaba tanto el que lo manejaran a su antojo, pero vamos, no es en vano por lo que lo hace.

No nos preocupemos, Jungkook actuará tal y como es y dejará en claro que nunca saldrá con aquella desconocida, dirá eso hasta que salgan con su juego sucio, entonces hará como si le gustara la idea y cuando tenga a la chica detrás suyo con el tener una cita, y le será malditamente sincero, si es posible hacerla llorar.

Bueno, lo de llorar no.

–¿A qué horas llegará el mocoso?

–Yo pensando que sería una hermosa fiesta de bienvenida, con fuegos artificiales. Oh, esperen, eso es pedir mucho a esta familia.

Jungkook se quitó de mala gana sus zapatos, dejándolos al lado de la puerta. No creyó que además de los señores, se encontraría el padre de uno de ellos.

¿Ya saben cómo terminará este intento de cena?.

–Estás como la última vez que te vi. – el anciano sonrió, luego, lo miró con desprecio – Una desgracia viviendo entre nosotros.

Mentiría si dijera que no sintió su pecho encogerse, al igual que cada uno de esos días que era citado, se sentía realmente miserable, bueno, más de lo que normalmente se decía estando trabajando en aquel restaurante.

Y es que esa era su debilidad, ese hombre de mediana edad, insultandolo lo más que pudiera, cuando en un pasado recibía los tratos más dulces que jamás en su vida creyó tener.

–Me halaga mucho, señor.

Justamente tuvo que tomar asiento en frente suyo.

De su oreja quitó el cigarrillo, sacó de su chaqueta el encendedor y en menos de un segundo ya lo tenía sobre sus labios y expulsando aquél humo.

–Con mucha más razón tenerte como el asesino de los Jeon, mirate, quieres intoxicarnos.

–Dudo que usted muera por algo tan usual como lo es la nicotina. Si no lo hizo antes, mucho menos ahora.

Recordaba que le pedía su caja de cigarrillos y él le pedía que los dejara, sin duda, no quería sufrir la pérdida de su abuelo.

El timbre resonó por todo el lugar. La única mujer entre ellos fue a recibir a la, no, no, no, a los invitados. Siguió dándole caladas y repitiéndose en su cabeza que se tranquilizara, que por más y quería insultarlos a todos, debería de guardar la calma.

–Es un gusto estar aquí reunidos nuevamente.

Pasó su lengua bruscamente dentro de su boca, por la sonrisa llena de malicia que le dedicaban. Eso tenía que ser una jodida broma.

–Hijo, saluda a tu futura esposa. – ni siquiera le dirigió la mirada – No te preocupes, está algo nervioso. Puedes sentarte a su lado.

–¿Y yo?, debo de cerciorarme que no quiera pasarse con mi hermanita.

–Normalmente la silla en la punta de la mesa la dejamos vacía, ya sabes, por...

Le daba asco cuando pronunciaban aquél nombre, aún si eran sus progenitores, no tenían las mejores actitudes y era algo que no le pareciera bien a él.

–Y cuéntanos, ¿cómo has estado, Dak-Ho?

Quién sea y haya pensado en que esto sería desagradable, estuvo en todo lo correcto.

Quién sea y haya pensado en que esto sería desagradable, estuvo en todo lo correcto

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¿Me dejarías amarte? | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora