Solo una persona me había hecho sentir humano, solo junto a él pude sentir que valgo la pena, que era más que un simple gasto de oxígeno, solo junto a él. El viento chocando contra mi cuerpo hacía que mis pensamientos hablaran más fuerte, que los recuerdos surgieran. La vista de Mori Mori era hermosa, eso es algo innegable, esa hermosura era la que peor me hacía sentir, ¿Cómo el mundo puede seguir girando después de tantas cosas horribles que suceden día a día? ¿Será que al estar en la cornisa hace que todos los problemas sean más pesados? Sin querer asumir la situación en la que me encontraba dejé rienda suelta a mis recuerdos.
Estaba angustiado, necesitaba sentir algo y sentirlo ya. No sé en que momento había llegado al baño del segundo piso, ni siquiera entré en un cubículo, quería ver mi rostro cuando la sangre saliera de mis muñecas.
El ardor recorría mi muñeca a medida que el filo del sacapuntas abría paso poco a poco por mi piel, estaba logrando mi cometido, lo que tanto ansiaba; sentir algo, darme cuenta que estoy vivo.
— No no no. — sin notarlo un chico había entrado a los baños.
Que estúpido, ni siquiera el pestillo puedo poner en una simple puerta, soy un desastre, no sirvo para nada. Mi mente no paraba de procesar palabras en mi contra, una tras otra sin parar.
El chico que había ingresado tomó unas toallas de papel del baño próximo y comenzó a hacer presión en mis muñecas, si bien su acción hacía arder de forma intensa los cortes, no podía hacer más que mirarlo; mirar sus ojos miel, su piel banca y tersa, sin marcas aparentes, su cabello del mismo color de sus ojos, era un ángel... un ángel indigno de mirar, pero estaba aquí, ayudándome y preocupándose por mí, intentando detener el sangrado.
Sin darme tiempo a protestar, me arrastró por los pasillos camino a la enfermería, sin detenerse entró en la habitación pidiendo ayuda, pero nadie respondió, el lugar se encontraba vacío, por lo cual el chico sin perder el tiempo comenzó a recorrer los estantes buscando materiales, realmente no entendía su acción, ¿Por qué se encontraba curando mis heridas? ¿Por qué las desinfectó con tanto cuidado? ¿Por qué las vendaba con tanta concentración? Su actuar no tenían ningún sentido, solo era un desconocido para él, yo era basura comparado con el ángel que tanta amabilidad me mostraba.
— ¿Quién eres? — fue lo primero que salió de mi boca, notando como el calor llegaba rápidamente a mis mejillas, sin despegar mi vista de su claros ojos color miel.
El chico pareció bajar de su nube de concentración, para darme la sonrisa más bella que en mi vida había visto.
— Morihoshi Daisuke y me encargaré de que esto. — dice apuntando mis muñecas vendadas. — no vuelva a pasar.
Las lagrimas bajan por mis mejillas al revivir el como nos conocimos, el recordar como ese ángel llegó a mi vida cuando más lo necesitaba, Daisuke... tú me hiciste sentir alguien, sentir que no estoy solo.
Cada día desde esa promesa estaba junto a mi, fines de semana o festivos; navidad, año nuevo, eso no importaba, él estaba ahí para mí, 7 meses han pasado y no soy capaz de decirle que estoy enamorado de él, pero el verlo, tenerlo junto a mi, ver como al estar en un parque duerme en mi regazo, es suficiente para sentirme satisfecho, después de todo esto ya es mucho más de lo que merezco. El pensamiento rondó por mi mente mientras el viento hacía mover los arboles del parque, a causa del frio Daisuke se despertó frotando sus ojos quitando el sueño de su cuerpo.
— Lo siento Tooru, estaba tan cómodo que me dormí. — me mira con algo de tristeza al decir eso, lo que hizo que comenzara a ponerme nervioso ¿Cómo puede pensar eso? Con lo feliz que me hace verlo dormir — ¿Qué clase de persona se queda dormido, cuando están celebrando el cumpleaños de una persona tan importante?
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One-Shots Yarichin Bitch Club
FanfictionNo pude resistirme a crear historias de estos sensuales hombres, espero les gusten.