2.07

2.8K 219 15
                                    




Los doce majestuosos pt.2

- No veo a papá - dice Diego volteando hacia los lados en busca de Reginald. Un camarero pasa por enfrente de ellos con bebidas y T/n, Cinco y Lila toman unas. La menor siente las miradas de su padre y Cinco posadas en ella con sorpresa

- Ay por favor. Ya tengo 21 años, supérenlo - gira sus ojos y de un trago se termina su bebida - Deberían estar atento a los Doce majestuosos

- Yo reviso arriba - habla Cinco

- Yo el lado derecho del lugar - continua T/n

- ¿Segura? - le susurra el chico y ella asiente - Papá - habla y Diego la ve a los ojos - No hagas nada estúpido. ¿Sí? - sonríe para después retirarse del lugar dejando a su padre y Lila solos. Cinco fue detrás de ella y la toma de la mano jalándola hacia el

- Si estás en problemas solo grita mi nombre - la abraza mientras le deposita un suave beso en la frente

- Lo haré - le dedica una sonrisa y ella sigue su camino mientras que el chico sube las escaleras

Por otro lado se encontraban Diego y Lila quien quería ir detrás de Cinco pero el hombre la detiene

- ¿Qué pasa?

- ¿Tratas de escaparte de nuevo? - la mirada de la morena se desvía buscando al chico pero Diego empuja suavemente su mentón haciendo que lo mirara a los ojos - Anoche ¿A dónde fuste?

- ¿Quieres hablarlo ahora?

- Sí

- Bien. Fui a la farmacia a comprar gasa para tu asquerosa herida ¿Tengo permiso? - le da un sorbo a su bebida - De hecho, me debes un dólar ochenta y nueve . . . O me lo deberías si hubiera pagado - La mirada de la chica cambia a sorpresa y toma a Diego de su corbata empujándolo a la donde todos bailaban - Esa es nuestra canción - Una vez en la pista de baile el momento romántico, la balada perfecta. O eso era hasta que Diego se encontró a alguien familiar en el lugar.

Al otro lado del lugar estaba T/n buscando por todas partes a su querido abuelo, sentía la mirada de todos en ella, era obvio. Su vestido pegado resaltando su figura y ese hermoso collar de perlas acompañado de unos guantes de tela fina para ocultar sus golpes en ellos. Cuando gira su cabeza se encuentra con una pequeña mesa de snacks, felizmente se acerca a ella y había una gran variedad, nachos, salsas, guacamole, fruta enchilada y de más. Decidió tomar una pequeña fresa y meterla en la fuente de chocolate que se encontraba a lado de ella. Sabía tan bien, hacia años que no comía algo tan delicioso, todo de ella estaba concentrado en esa fresa que no se dio cuenta de la mirada de alguien detrás de ella hasta que le tocan el hombro consiguiendo que se sobresalte y le de un puñetazo en la cara

- ¿Qué mierda? - se queja el hombre sobando su nariz

- Carajo perdón, perdón, perdón - se acerca a el

- No te preocupes. Creo que no está rota - se quita su mano dejando ver su rostro y era él de nuevo

- Conner . . . Connor, Connor. Lo siento, son muy parecidos los nombres - se ríe

- Sí - sonríe - ¿Qué haces aquí? - pregunta curioso

- Yo . . . Mi abuelo me invitó, ¿tu?

- Me contrataron de camarero - apunta a su uniforma y ambos ríen - Oye te quería preguntar ¿Por qué no fuiste a la panadería? Te estuve esperando - pregunta el chico

- Oh, si, eso. Pues . . . Surgieron muchas cosas, pero todo bien, creo - sonríe

- ¿Segura?

- Sí, sí Cien por ciento segura, no te preocupes - ambos asienten

UNA TAZA DE CAFÉ NEGRO (five y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora