Sus manos temblaron.
Él solo observó aquella hoja con miedo, sus manos empezaron a temblar, su respiración se volvió pesada, sintiendo las lágrimas asomar por el rabio de sus ojos.
Takemichi Hanagaki miraba con temor aquella hoja con las palabras...
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Un año había pasado.
Manjiro y Takemichi se volvieron parejas. Al de hebras cenizas le costó conseguir el 'si' de su omega pues este se reusaba aceptarlo como un alfa si se seguía comportando como un niño que le han quitado su dulce favorito.
Mikey tuvo que comportarse por unos meses haciendo todo por su omega y que este lo aceptara como su pareja, tuvo que hacer todo por ese rubio de mirada oceana qué tanto lo enamoraba con los pasos de los meses, así llegando al día que le volvió a preguntar a ese encantador omega.
— Takemitchy ya te he dicho antes pero... — pauso mirando esos zafiros que eran como el mar. — Quiero que la marea no se aleje de la orilla de la superficie que permanezca siempre en tierra firme, así como tu permaneces en este corazón. — con delicadeza agarro la mano del rubio y la dirigió a su pecho qué palpitaba muy rápido.
Manjiro siempre será romántico porque encontrar a su destinado fue lo mejor que le había pasado a su vida; mirar ese color de ojos qué caracterizaba el mar siempre traerá tranquilidad en el pecho de su infantil corazón. Manjiro se enamoro de todas las imperfecciones de su omega que a su vista eran perfectas.
Por que lo azul se caracterizaba como algo inegmatico y misterioso, profundidad o pureza; Takemichi era algo puro que quería poseer en cuerpo y alma ese bello zafiro qué sus onix miraban con tanto amor solo deseaba transmitirle su apoyo plenamente.
Que confiara en él era un deseo que el hebras cenizas quería.
— Océano qué llega a la orilla, tu que has dado vuelco a mi vida, acepta a este humano como la tierra que envuelves en tus brazos; ¿puedo permanecer a tu lado?. — el hermoso zafiro que observa tan brillante al amor. Sonrió con la mirada.
Takemichi dejó florecer un hermoso jardín en su interior, aceptando cada nuevo sentimiento que Manjiro hacia crecer en él. Pero en ese jardín solo podía ver un color blanco, unas camelias qué pudo saber que Manjiro Sano era su primer amor, ese alfa le trajo un torbellino de emociones qué quería experimentar junto a él.
Esa flor floreció dentro de ellos y querían seguir sabiendo hasta donde podía seguir viviendo esas lindas camelias que tenían un significado hermoso.
— Es inevitable decir un no cuando tu declaración de amor ahora tiene un significado para mi Manjiro. — sonrió.
El corazón del alfa palpito. Estaba sorprendido que no sabía que decir, en todo este año Takemitchy siempre le llamaba alfa idiota, maldito o estúpido jamás le llamo por su nombre, mucho menos con el de pila que todos le decían. Esta era la primera vez que lo escuchaba de esa hermosa voz.
— Te dejare entrar a este humilde corazón, solo te advierto que es de cristal y se puede romper fácilmente. — se detuvo, su mirada se encontró con los onix del alfa. — Así que cuídalo como si te dieran algo muy preciado.
