Jeon Junghyun, era la personificación exacta de la superioridad y el orden. Físicamente Jungkook era su imagen rejuvenecida, mismo color de pelo, mismos ojos y mismos hombros anchos. Casi idénticos. Y cuánto odiaba parecerse a su padre.
Sin embargo, sus personalidades eran completamente opuestas. Mientras que Jungkook era amable y sensible en muchos aspectos, cualidad que su padre detestaba, el hombre viejo era arrogante y lleno de soberbia, su postura demostraba autoridad, siempre vestía pulcro y tenía una clara tendencia a parecer tranquilo antes de perder los estribos.
El hombre leía el periódico calmadamente mientras veía por el rabillo del ojo a Jungkook inquieto. Sonrió y agarró una de las tantas pipas que tenían en el mueble de la sala de estar y pronunció con voz demandante —Ven a mi oficina a las nueve. No llegues tarde. —dio una última mirada severa a su hijo y se marchó con una carcajada sarcástica.
Jungkook estaba harto, siempre era lo mismo con su padre, el hombre constantemente encontraba la forma de hacerlo sentir mal, tenía una fuerza arrolladora sobre él y Jungkook lo odiaba, odiaba que le afectara tanto porque él quería ser indiferente ante sus dichos pero no podía.
Había hecho de todo para hacerlo sentir orgulloso, incluso había permitido dejar de lado sus propio deseos y quien realmente era para que él fuera feliz. Había aprendido a verse fuerte, a no demostrar sus sentimientos y a ser un hombre pero nunca era suficiente. Y él realmente trataba de verse fuerte porque eso era lo que siempre le habían enseñado pero estaba harto del discurso de ser un verdadero hombre. Porque finalmente lo único que hacía era llenar su cabeza y hacer que sus pensamientos crezcan como una bola de autodestrucción.
"No deberías hacer esto", "Deberías ser más así", "¿Por qué no eres como los demás?" Un hombre. Sentía que la palabra le quedaba grande frente a las expectativas que su padre imponía, sobre lo que debía hacer o no, sobre lo que se consideraba masculino y lo que no.
Y de todas formas ¿Qué demonios era ser un hombre? Para su padre que le incrustaba comentarios en la cabeza. Él no lo era.
Se odiaba a sí mismo, no le gustaba quién era ni en quién se había convertido, a veces se preguntaba cómo diablos Taehyung lo amaba cuando él ni siquiera se quería a sí mismo, él simplemente no era suficiente. No era bueno.
Jungkook suspiró y esperó en la sala de estar hasta que la luz del día dio paso a la noche. Miró por los grandes ventanales de la casa y analizó la situación, la oficina de su padre era sagrada y las veces que se le permitió su presencia, era sólo para anunciar noticias desagradables o llevarse un buen golpe en el rostro.
Miró el reloj de madera al medio de la sala que marcaba las nueve en punto y se dirigió a la oficina de su padre a paso lento, dio dos toques en la puerta y la voz de su padre resonó a través de ésta permitiendo su entrada.
—Padre —Jungkook apenas se había adentrado cuando el hombre viejo se movió rápido, no pronunció ninguna palabra, en cambio lo miró con rabia y de un segundo a otro le propinó una bofetada en la mejilla izquierda haciendo girar su cara. El ardor se hizo presente, sus ojos se volvieron brillosos y permaneció quieto. Esperando la reprimenda, tensó su mandíbula y enfrentó su mirada.
—Me das vergüenza ¿Eres realmente mi hijo? —su padre escupió con ira en sus palabras.
—¿Qué ocurre?—Jungkook lo miró confundido, seguro de que durante este tiempo no había hecho nada para provocarlo, al contrario temía tanto por él y Taehyung que se había asegurado de no molestarlo ni hacer nada que pudiera levantar sospechas de su relación.
—¿Quieres estudiar arte? ¿Arte? ¿Acaso quieres ver cómo somos el hazmerreír de todo el pueblo? —su padre frunció el ceño molesto por la situación y Jungkook botó el aire que contenía en sus pulmones, al menos todavía no era descubierto.
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El Baúl De Los Recuerdos | KookV
FanfictionA principios de la década de 1920, en Inglaterra la alegría por el término de la guerra se hacía presente por todas las calles, cines y bares. La gente disfrutaba de extremo a extremo derrochando dinero y viviendo con locura. La felicidad era palpa...