La misma moneda

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La historia me pertenece, los personajes son de Masashi Kishimoto.

Personajes con OoC.

§ Con la misma moneda §

Lo besé duro, con ganas de desquitarme todo el engaño que me habían hecho las personas en que más confiaba.

Mí cerebro me gritó que yo no era de esa forma, pero no me importaba.

Mordí su sensual labio inferior y el jadeó, mí lengua sumerguiendose en su boca con gusto a mentol. Solté la botella y cayó a un lado nuestro, haciendo un ruido sordo. Mis manos escarbando en su pelo sedoso y abundante.

El desconocido tomó mi mentón para separarse de mí beso desesperado. Nuestra respiración agitada. Él dijo algo en irlandés, por el tono duro parecía una maldición.

—Te arrepentirás si no te detienes amor— susurró sobre mis labios con su voz ronca.

Yo negué con la cabeza, mí boca por fin funcionando.

—Ellos me mintieron por mucho tiempo. Hice todo por ellos... — no pude seguir cuando mi voz se quebró.

Él me silenció con un beso más tierno esta vez y yo me sentí derretirme en sus brazos. Volvió a alejarse y me sonrió de una forma juguetona. Parecía un zorro listo para cazar.

—Te acabas de casar ¿o no muñeca?— Asentí, mis manos empujando a su cabeza hacia mí, pero él ni siquiera se movía—. ¿Tu esposo te traicionó?

—Con mí mejor amiga— con la única que había tenido en toda mí vida.

Él me observó con sus ojos celestes fijamente y luego volvió a besarme lentamente está vez, tan lento que era una tortura, una que no quería salir tampoco. Cuando se separó unos centímetros, habló sobre mis labios, sentí su aliento golpeando en mi boca y su acento estaba tan pronunciado que tuve que obligarme a escucharlo atentamente.

—Si quieres pagarle con la misma moneda, te puedo ayudar amor. Sólo tienes que decirlo...

—Por favor— susurré ya embriagada por su sensual boca y sus tiernos besos.

Pasé mi lengua por sus labios, ansiosa de sentir algo de su cuerpo. Él gruñó.

—Eres hermosa amor. Ese imbécil no te merece.

Mi cuerpo tembló cuando sus pecaminosa boca me beso en la mejilla para ir bajando hasta mi mentón. Su mano bajó por mi cuello, mientras la otra sostenía y entrelaza mis dedos con los suyos. Dejé que me ayudará a levantarme mientras adoraba mí piel con su boca, mordisqueó mí hombro desnudo cuando ambos estuvimos parados.

Yo me sostenía de él, de su ancho hombro y su gigante mano, mientras él usaba su brazo libre para rodear mi cintura y pegarme a su cuerpo duro y caliente.

¿De verdad haría esto?

¿Me dejaría follar por un desconocido? Ni siquiera sabía su nombre... pero poco me importaba mientras él me hacía subir por su cuerpo, mis piernas rodeando su cintura. Gemí al sentir su duro miembro a través de la voluminosa falda de mi vestido.

Él se giró cuando comenzó a besar mi boca de nuevo. Yo respondiendo con frenesí, mientras él me jodía con su boca. Su lengua entrando en mi boca, buscando, llamando a la mía.

Seduciendo.

Gemí cuando mi trasero se apoyó en algo, pero no me separé de él. No podría aunque quisiera. Su mano dejando mi mano para juntarse con la otra y subir frenéticamente mí falda. Gruñó cuando la voluminosa tela casi le gana. Gimió en mis labios cuando encontró mis piernas desnudas debajo de la falda.

Temblando, mis brazos rodearon su cuello para rendirme a sus caricias.

Jadee cuando su mano tocó mí coño cubierto por mi braga del mismo color que mi vestido. Él no dudó ni un segundo en correrla a un lado y tocar mis labios mojados.

—No te detengas— lloriqueé en sus labios cuando él encontró mí clítoris con manos expertas.

—No lo haré, muñeca—, respiró—. Pero mirá que mojada estás para mí, mí amor— gruñó.

Sentí mí cara caliente, pero no lo negué, era verdad. Estaba mojada y caliente, lista para un arrollador orgasmo. Él siguió acariciándome, lento y perezoso, me hizo gemir cada vez más fuerte. Su boca se entretuvo en mí cuello, mordiendo y chupando, su otra mano subió para apretar mi pecho a través de la ropa.

Tiré la cabeza hacia atrás cuando uno de sus dedos se hundió en mí coño anelante por algo de él dentro de mí. Su pulgar no dejó mi clítoris mientras comenzaba a follarme con su dedo.

—¡Si! ¡Ah! ¡Si!

Abrí mis ojos a media hasta cuándo su cabeza se separó de mi cuello y lo encontré mirándome profundamente al rostro, mientras sus dedos se aceleraban.

—Hermosa, tu carita mi amor. Que bonita eres. ¿Te correrás para mí, muñeca?

Mí coño se cerró sobre su dedo, listo para el clímax.

—Si, si...— gemí una y otra vez, y cuando sus dedos apretaron mi peson a travez de la tela...

Todo mi cuerpo se tensó, los dedos de mis pies se curvaron mientras mi trasero se levantaba para apretar mi coño en sus dedos. Lloriqueé mientras me corría deliciosamente y por encima de la neblina del orgasmo lo escuché susurrarme:

—Mira eso bebé... Mí amor, me estás matando..

Su acento duro hizo que mi coño estuviera ansioso por sentir su polla en mí interior. Me besó duro mientras empezaba a bajar del clímax cuando la puerta por dónde había entrado se abrió de golpe.

—¡Hinata!

Continuará...

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