2. "El plebeyo que se convirtió en Guerrero"

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Quien obtiene buenos resultados sin esforzarse tanto, tiene la suerte de su lado.


Sin embargo, para el Plebeyo Solitario, la suerte lo abandonó hace años. Esforzarse era lo mejor que podía hacer y por supuesto, lo único que lo podía mantener feliz.

A pesar de tantas cosas rondando por su mente, el Plebeyo Solitario, siempre mantuvo una gran y acogedora sonrisa en su rostro. Los malos tratos de algunos lo mantenían más fuerte, la sonrisa y agradecimiento de algunas personas lo animaron a continuar esforzándose.


El Plebeyo Solitario amaba hacer cosas y ayudar a quien se lo pidiera. Si eran agradecidos o no, al joven de gran sonrisa jamás le importó. Ayudar a los ancianos a reconstruir sus casas, era más importante que regresar los insultos que le dedicaban cada día.


Pero no todos son de piedra y soportan tanto como el Plebeyo Solitario. Y este ocultaba su debilidad al llorar sin descanso en la oscuridad. Pero llorar no es de débiles, llorar es parte del ser humano, te muestra que eres capaz de sentir y lograr sacar todo lo que oprime al corazón. Lloraba en la oscuridad, así cuando el sol salga por las mañanas su sonrisa también pueda iluminar su día. Todos creían que era feliz y a pesar de sentirse así, no consideraba que su cien por cierto estaba lleno.

Su cien por ciento no se llenaba con amor o lograr grandes cosas. Deseaba llenarlo al sentirse bien consigo, no podía culpar a la pobreza y aunque tuviera parte de la culpa de no llenar su cien por ciento, no era la fuente principal.


El Plebeyo Solitario podía sentir la ira, envidia y descontento de los demás. Quizá por ello, su cien por ciento no se podía llenar. Pues las palabras hirientes y los golpes de la vida, lo han dejado triste todos los días.

Si bien, en la vida hay que sobrevivir a pesar de todo, nadie le advirtió al Plebeyo Solitario que sería difícil. Debía soportar tormentas en forma de insultos, diluvios en forma de disgustos y penumbras en forma de habladurías.


Continuar la vida a costa de malos tratos, envidias e insultos; es lo que el Plebeyo Solitario aprendió. ¿No podía vivir feliz sin preocuparse de lo triste que se sentía por todo lo que decían de él?


A pesar de mostrar todos los días una gran sonrisa, de soportar con alegría todos los insultos. No evitaba que su triste corazón empezara a quebrarse de dolor. Debía soportar más de las cosas que lo hacían feliz. El Plebeyo Solitario no sufría por amor.


Sufría por no sentirse feliz consigo mismo, todas las palabras llenas de insultos lo hacían sentirse inseguro. Por eso el Plebeyo Solitario se convirtió en un Guerrero con Espíritu.


No todos pueden soportar tanta maldad en el mundo. Algunos suelen rendirse ante las plagas del universo. Y otros sucumben ante las mentiras para poder sobrevivir entre tantas víboras.

El Plebeyo Solitario no. Él logró enfrentar sus tristezas, sonrió con júbilo a todas las personas que lo querían destrozar. Una sonrisa es más poderosa que palabras llenas de veneno.


El Plebeyo Solitario es un Guerrero con una armadura brillante.


Y él desea que todos logren crear su propia armadura, quiere que nadie se rinda. Así las lágrimas llenen el alma y cieguen las oportunidades. Siempre se debe mostrar una sonrisa y decirle al mundo con ella, que se soportará tormentas llenas de habladurías, diluvios llenos de envidias y penumbras llenas de golpes.


El Plebeyo Solitario se convirtió en un Guerrero y todos lograrán convertirse en uno también.


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