4. "El pececito que encontró su hogar"

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El mar es tan inmenso, que pocos buscan su verdadero hogar.


El Pececito Feliz nació en un coral lleno de grandes peces. Donde los colores podían hipnotizar a cualquiera, algunos peces aprovechaban esto para engañar y otros, solo querían salir de ahí.

El Pececito Feliz creció sin conocer a su familia. La mayoría de los peces en ese mar, quedaban a la deriva. Muy pocos se aventuraban más allá del coral y otros, se acostumbraron a vivir entre tantos peces a su alrededor.


En el corazón del Pececito Feliz, albergaba un gran deseo de salir. Buscar algo que lo haga feliz, quizá buscaría a su familia, un nuevo hogar donde vivir, una pareja o adoptaría a un pececito huérfano. No lo sabe en realidad, solo siente la necesidad de explorar el gran y oscuro mar.

"El mar es inmenso y lleno de peligros", decían algunos cuando el Pececito Feliz contaba su deseo de salir. "El mar es tenebroso y no tiene fin", comentaban otros que solo se burlaban de sus deseos. "El mar es traicionero, pero también demasiado hermoso", había escuchado decir a la Caracola Triste.

"¿Por qué es traicionero y a la vez hermoso?", se atrevió a preguntar. La Caracola Triste lo miró con ojos llenos de sentimientos. Debía contarle lo que ella sabía, si el Pececito Feliz quería salir, estaba en ella darle o quitarle esas ansias.

"Alguna vez yo igual fui feliz. Tenía una familia y un gran tesoro en lo más profundo de mi caracola", inició su gran relato. Contó cómo decidieron viajar en busca de un nuevo hogar. Cómo sufrieron cuando los remolinos salvajes del mar llegaban a ellos. Cómo debieron esconderse cuando los fieros peces nadaban cerca de su lugar seguro.


Incluso contó cuando su familia pereció.


"Cuando sales a explorar un mundo, tienes en mente que será la experiencia más agradable. Sin embargo, no es así. Allá afuera existen peligros, está en ti enfrentarlos con valentía o simplemente dejarte vencer."

El Pececito Feliz agradeció los consejos y la triste historia de la Caracola. Si bien, sabe que la Caracola Triste le contó su historia, para que supiera a lo que se enfrentaba. Muy en el fondo el Pececito Feliz creía que se lo contó para no dejarlo emprender su viaje.


No era así.


La Caracola Triste sabía que el Pececito Feliz no dejaría que sus deseos de salir en busca de un hermoso hogar, se escapara de sus manos. Contó su terrible historia para que el Pececito Feliz supiera enfrentar los peligro del gran mar.

Lo vio partir y le deseó lo mejor del mundo. Muy en el fondo desea que el Pececito Feliz encuentre un hermoso hogar.

Uno lleno de felicidad, donde se sienta cómodo, donde sepa que la vida pude pasar y él seguirá igual de feliz en ese lugar. Donde lo sienta suyo.

El Pececito Feliz en algún momento pensó en rendirse. Huyó de los temibles peces. Libró los tornados del mar. Pasó hambre y sufrió demasiadas heridas. Quería rendirse, sin embargo, algo dentro de él no lo dejó. Continuó buscando un hogar, uno donde su corazón estuviera tranquilo, donde pueda llamarlo suyo.


Y lo encontró.


No era un hermoso coral como el que dejó atrás. No habían peces hermosos como los que conoció en su largo viaje. No era ni grande ni pequeño. Era perfecto.

Porque su corazón saltó de alegría cuando encontraron ese fantástico coral. Porque se sentía como suyo, como si perteneciera ahí, como si el coral lo llamara para quedarse junto a él.

A pesar de sufrir, de pasar hambre, de sentirse lejos de un hogar. Encontró algo mucho mejor, su corazón bailaba de alegría, sus noches eran tranquilas y sus hermosos días iluminaban lo que ahora era el mejor hogar.


Ahí donde te sientas cómodo, donde eres feliz. Ahí es donde lo llamarás hogar.


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