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Las proposiciones de Luna resultaban atrayentes para Tierra. Sería una oportunidad ideal para devolverle a sus inquilinos terrícolas todo el daño que habían causado en su interior.

-¡Te ayudaré a variar tu eje de rotación! -Esboza una sonrisa maliciosa-. Si no le alcanzan los días con veinticuatro horas, imagina que ahora solo duren seis o cuando más, ocho.

-¿No será demasiado? -Tierra cuestiona dudosa.

-¿Se preguntarán lo mismo cuando te destrozan? -Luna responde a su propia interrogante.

-Algunos no merecen pasar por algo así.

-El ciclo de estaciones estaría acabado. Y ni hablemos de las mareas. -Ignora la indecisión de la anterior.

-Luna, agradezco tu intención...

-¿Hablo con Sol? -interrumpe-. Un poquito de calor extra no les hará daño. -agrega emocionada.

-Todo el daño que permita de una forma u otra me afectará también.

-Un día de estos los dejaré sin luz. Para eso no tengo que pedirte permiso. -advierte.

-Están creando muchas organizaciones para ayudarme. -comenta Tierra, esperanzada.

-Se matan unos a otros siendo familia y esperas que cuiden de ti.

-De igual forma sigue siendo mí problema. -aclara ya un tanto molesta.

-Si cambias de opinión, avísame. -se aleja luciendo su elegante túnica blanquecina.

Los pensamientos extremistas de Luna sacan a flote su verdadera personalidad. El rostro de la pálida, irradiaba pureza. Además de su virginal atuendo que iba muy a juego con su apariencia. Esto no engañaba a Tierra. Tenía claro que el balance del universo estaría perdido si dejaba los asuntos en manos de ella.

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