La vida está llena de ilusiones y malas decisiones, o al menos eso era lo que creía Lena Reyes. Siendo de una de las familias adineradas de su ciudad siempre había tenido todo lo que había querido, el dinero para cumplir, pero sin la libertad que corresponde. Su vida era lo que todo el mundo deseaba, hasta que conocían lo que realmente implicaba ser la imagen perpetua de una marca. No, no es nada fácil. La mayor parte del tiempo tienes que ser lo que el público quiere que seas y el resto del tiempo intentar cumplir con las expectativas familiares. Eso en su caso, claro está. Ella esperaba que no fuera así para la población en general, pero no se hacía demasiadas esperanzas, al fin y al cabo siempre hay que llegar a unas metas que no te impones tú.
Su familia siempre había sido una gran parte de su vida, eso era obvio. El apellido Reyes era famoso en todo el país, ya que desde hace generaciones su familia había fundado Tecnologías Reyes, la empresa que los mantenía en el status que todos disfrutaban. Su abuelo era quien había iniciado el sueño, con sus ahorros y ayuda de algunos de sus amigos cercanos había comenzado con televisores, invirtiendo en marcas populares de la época hasta que pudo crear la suya. Había conseguido financiamiento y la empresa había ido creciendo, con el tiempo su fueron añadiendo cada vez más aparatos como celulares, reproductores de música, entre muchas otras cosas.
El último añadido había sido un aparato parecido a lo que se conocía como Alexa, un dispositivo central del hogar. Su hermano, Jesús, era quien lo había sugerido, por lo que su padre, Rodolfo, presidente del departamento de desarrollo, como de muchos otros departamentos, había apoyado la idea y era eso lo que se encontraban trabajando en ese momento. Su madre, Renata, por otro lado, era la presidenta del departamento de publicidad y su hermana mayor, Lily, le seguía los pasos, eran ellas quienes se encargaban de la publicidad a nivel nacional del nuevo aparato que saldría al marcado dentro de tres meses a partir de ese momento.
Los números de la empresa eran exorbitantes por lo que un departamento de finanzas fue necesario, así como un departamento de recursos humanos y el departamento legal. La verdad era que no había necesidad que no estuviera cubierta en Tecnologías Reyes. Sus tíos, los hermanos de su padre, Rodrigo y Rafael, trabajaban en finanzas al igual que uno de sus primos, Ricardo y en ese mismo departamento, en la parte de contabilidad, trabajaba su prima y némesis natural, Lorena.
Sus padres que había incentivado a todos sus hijos a escoger carreras que pudieran utilizar en favor del imperio que hoy en día era la empresa, eran quienes dirigían el circo por órdenes de su abuelo Doménico, que se había retirado el día en que su abuela había muerto. El viejo vivía en una mansión en la ciudad de la que solo usaba la mitad, era obvio que ella no se llevaba bien con él. Todo aquel que se llamara Reyes, nacía con una clase de obligación, su vida siempre estaría ligada a la empresa aunque no lo quisiera. Era por esa razón que su padre había estudiado ingeniería, sus tíos eran administradores, sus primos administradores y contadores.
Las familias finalmente se unían, la de su madre lo había hecho al ser ella una de las publicistas más famosas de la ciudad, por ende había sido contratada en la empresa Reyes, se había enamorado de su padre y resto era historia antigua. Su hermano había crecido para ser un ingeniero como su padre junto a su hermana mayor que era una publicista tan buena como su madre, luego había nacido ella, la niña sorpresa, la que no había sido la planificada. Lena era la que no combinaba con el resto, ella no había querido estudiar ingeniería ni publicidad o administración. De alguna forma había querido tener más independencia por lo que se había decantado por leyes, un departamento que nadie de la familia había cubierto.
Su abuelo, que al principio la había rechazado pudo ver las ventajas de su decisión y de inmediato la alabó, para su descontento. Ella se graduó antes porque sus notas eran realmente altas y desde su graduación había trabajado en la empresa. Eso había sucedido hace más de un año. Era en ese lugar en el que se encontraba trabajando en ese momento, la segunda oficina más grande del lugar. Lena no era la presidenta del departamento legal porque su abuelo había decidido dejar en labor al abogado brillante que tenía años, contratado. Le ofrecía a ella el puesto solo si luego de sus tres primeros años de prueba superaba las expectativas como lo había hecho en la universidad.
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El jefe que quiero
RomanceLena Reyes es una abogada brillante y una mujer exitosa. Tiene la vida resuelta, un excelente prometido y la meta de un cargo de trabajo soñado, todo esto si cumple con las expectativas familiares. La vida puede complicarse cuando tu perfecto mundo...