3. La propuesta

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La vida siempre está llena de sorpresas y es por eso que vale la pena vivirla. No importa lo que hagas o en la situación en la que estés, hay algo que te alegra, que te hace respirar un poco de esperanza en un día que sientes que no puedes hacerlo más. Lena sabía que sus días estaban llenos de sorpresas pero muchas veces estar en su familia, ser parte de algo tan grande resultaba realmente agotador. En días así era que tenía a Ale o incluso a Daniel para apoyarla y cambiar su ánimo, hacerla sentir como que valía la pena otro día solo para poder sonreír.

Ella se levantó algo mareada y con un dolor de cabeza de los mil infiernos. El día anterior había terminado con arrebato de ira, se había largado de la casa de su abuelo y se había llenado de alcohol junto a Ale toda la noche. No era para menos que se sintiera como si un tren hubiera pasado por encima de ella y del mundo. Se movió unos milímetros porque su vejiga iba a reventar en cualquier momento, pero Ale estaba acostada junto a ella en una posición que se veía bastante incómoda e irrepetible, ella sonrió al verla. Se movió con cuidado hasta que pudo levantarse, trastabilló hasta el baño y allí se quedó unos minutos, el timbre sonó cuando ella salía y se dirigió hacia allí.

-Supongo que la reunión familiar fue todo un éxito- dijo Daniel en el umbral de la puerta viéndola.

-Como todas las reuniones- se burló ella.

Ella lo dejó entrar. Se dirigieron a la cocina donde Daniel dejó las bolsas que llevaba, una estaba llena con lo que ella imaginaba era el desayuno y otra con café, uno que olía delicioso. Ella gimió antes de tomar el suyo.

-Huelo algo delicioso- dijo Ale saliendo de la habitación con cara de sentirse igual que ella.

-Café y desayuno- anunció ella sonriéndole a Daniel -cortesía de mi novio aquí.

-Tu sí que te ganas tus títulos Danielito- dijo su amiga acercándose -este detalle te quedó divino, si no fueras el novio de mi mejor amiga... tal vez saldría contigo.

-¿Tal vez?- Preguntó Daniel con burla -no lo dudarías.

-No te hagas ilusiones cariño- dijo Ale tomando del café -no soy mujer de un solo hombre.

-Eso no lo dudo- respondió Daniel riendo.

Ellas comieron mientras los tres mantenían una conversación divertida donde Ale le contaba a Daniel todos los detalles de la cena de la noche anterior con su familia. Había sido un desastre como siempre.

-No puedo creer que tu abuelo haya dicho todas esas cosas- se quejó Ale por enésima vez -que hombre tan amargado, el azúcar de tu abuelita le hace falta, ella sí que era fantástica.

-Ni lo menciones, soy yo la que tengo que aguantarlo- se quejó ella -y sí, todos la extrañamos mucho.

-Ahora que ya comieron- comenzó Daniel tomándola de la mano para darle apoyo -me gustaría hablar un momento a solas con Alejandra, si no es molestia.

-¿Qué pasó? ¿Qué hice?- Preguntó su amiga como una niña pequeña con la boca llena -no me digas que tienes que demandarme, no tengo suficiente dinero, me dejarías en banca rota Daniel, tenme compasión. Soy la mejor amiga de tu novia.

-Deja el drama Ale- dijo Daniel riendo y usando el sobre nombre de su amiga -y acompáñame, solo será un segundo.

-Nada sospechoso todo esto- se quejó ella viendo cómo se alejaban y se encerraban en la habitación contigua.

Ella se dedicó a terminar su comida mientras esperaba. Unos minutos más tarde Daniel conversaba con Ale mientras se acercaban de nuevo. Todo resultaba bastante sospechoso y ella solo estaba esperando que le dijeran algo o que Daniel se fuera para que su amiga procediera a contarle la verdad.

El jefe que quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora