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Me desperté un martes por la mañana cuando sonó la alarma para las ocho. Lisa gruñó a mi lado y gimió mientras se incorporaba lentamente y se pasaba una mano por el pelo. Agarré su brazo y gentilmente tiré de ella hacia abajo, y con eso, lentamente se recostó sobre las almohadas con mal humor.

–Lisa, el funeral comienza a las doce. Tenemos cuatro horas

–Solo estoy preocupada. – Susurró, recostando su cabeza a un lado, frente a mí con el ceño fruncido. –Me preocupa lo que pensarán los niños cuando vean el ataúd, me preocupa lo que voy a hacer cuando vea el ataúd. Me preocupa mi familia lo que digan cuando te vean. –

Sus palabras no me hicieron sentir mejor que ella. Pero no se trataba de mí, nada de lo que estaba sucediendo hoy era de mí. Se trataba de asegurarse de que Lisa , Sydney y Oscar estén bien.

–Solo diles que estoy cuidando a los niños–intenté hacer lo mejor. –Salgamos hoy de aquí y-

–Mi hermana ya sabe de ti. Le dije anoche, dijo que no le gusta el hecho de que tenga el doble de tu edad, pero le dije que no tiene nada que ver con ella para que no diga nada.

–Mierda. –Solo se encogió de hombros.

–Tendrán que acostumbrarse a ello.

–¿Cuándo vamos a decirle a mis padres? –Sacudió la cabeza y se incorporó, particularmente agitada.

–Demasiado en un día. Les diremos cuándo es el momento adecuado". Solo suspiré mientras se levantaba para ducharse. También lo hice y entré con ella, pero parecía un poco cauteloso. Sostenía un Kindle (lector de libros electrónicos) en su mano, y levanté una ceja.

–¿Qué demonios?

–El estuche es impermeable–Habló, y con eso lo dejó.

–¿Y si entran los niños? –Puse los ojos en blanco y me dirigí a la puerta, cerrándola con llave y volví a entrar. –Genial, entonces, ¿me das la espalda?

Se dio la vuelta y creo que fue la primera vez que la miré por completo. –

–Uh ...

–¿Qué? –Negué con la cabeza

–Nada.

Le lavé la espalda y ella se dio la vuelta antes de colocar mis palmas suavemente sobre su pecho.

–Ya no me has llamado papi".

–Eh?

–No lo has hecho. Creo que la última vez fue el día después de que nos encerraron en esa habitación fresca. Desde entonces, no lo has dicho.

–No pensé que fuera muy apropiado, ya sabes, lo que sucedió. Me sentí incómoda. –Sacudió la cabeza con una pequeña risa.

–Lo extraño. Quiero decir, creo que es pervertido. –Me sonrojé e intenté esconderlo con vergüenza, pero ella agarró una de las manos y la puso de nuevo en su pecho. –¿Quién es tu papi?

–Vete a la mierda. –Me reí, encogiéndome ante esa pregunta.

Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me levantó rápidamente, mis piernas se aferraban a sus caderas. Me empujó contra la fría pared de cristal de la ducha.

–¿Quién es tu papi, Jennie? No es tan difícil.

–Es vergonzoso. –Yo hablaba nerviosamente.

Ella puso los ojos en blanco y conectó sus labios a mi cuello. E inesperadamente su pene rozó mi muslo. Jadeé como estábamos ahora en un momento tan acalorado, su lengua lamiendo mi piel antes de que la mordiera.

Llámame papi 2 - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora