9.Tortitas

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Hugo

Estamos a viernes y hoy no me toca clase con Emma pero tengo la necesidad de verla, aún que sea por los pasillos.

Nunca me había pasado esto, este sentimiento es nuevo en mí.

Desde que la vi por primera vez, más bien desde que la vi en mi sueño y luego la conocí en persona, no puedo parar de pensar en ella y alomejor está mal, pero no puedo evitar sonreír cuando tengo su presencia cerca, necesito más, más de nosotros.

Es la hora del patio y como cada día Emma está en la taquilla, dejando la mochila para salir a desayunar con Leia.

No es que sea un acosador o alguna cosa así, esque su taquilla está al lado de mi despacho y cada día la veo a la misma hora, por eso sé su rutina.

Me acerco para saludarla pero cuando me voy acercando más, peor la veo, y no es mi visión, es su postura, su estado de ánimo, está mal, lo noto.

-Emma estas bien?-Pregunta absurda, esta llorando.

Parece que no me ha escuchado hasta que le pongo la mano en la espalda y la simple sensación de su piel junto a la mía, hace que se me acelere la respiración, pero ella no se lo esperaba y se asusta.

-Ay Hugo, no sabía que estabas aquí.-Dice secándose rápido las lágrimas.

-Todo bien?-Otra pregunta absurda, pero no puedo evitar preocuparme.

No contesta, solo asiente y sus mejillas rojas vuelven a tener un mar recorriendo en ellas.

Levanto mi mano y con mi pulgar, limpio las gotas que se le están formando en sus ojos tristes, y este hecho le toma por sorpresa, tanto a ella como a mí, que no me lo esperaba, pero no podía contenerme en dejar que llorara.

-Emma no sé qué te esta pasando, pero aquí me tienes.-Digo sincero.

Y tomandome por sorpresa, Emma me abraza, con sus brazos en mi cuello y los míos en su cintura, no puedo evitar sonreír pero a la vez sentirme mal por tenerla llorando en mi hombro.

De verdad quiero ayudarla, necesito saber que le pasa y hacer que se olvide de todo.

-Tranquila Emma...-Digo acariciandole la espalda.

Solo solloza.

Quiero hacer que sonría, necesito que deje de llorar.

-Emma he tenido una idea.-Digo sin saber muy bien que decir.

La separo de mis brazos obligándole a que me mire.

-Si me regalas una sonrisa...te invito a desayunar lo que quieras, donde quieras.-Digo sonriendo.

Emma me mira confusa.

Venga Emma sonríe, sé que puedes porfa hazlo. Necesito verlo.

Y como si escuchará mis súplicas, levanto mi mano formando una sonrisa con mi pulgar y el índice delante de su cara, y ella imita el gesto con sus labios.

Así se hace Emma.

Y solo con su sonrisa, mi corazón empieza a dar saltos de alegría.

-Ahora me invitas a desayunar.-Dice sonriendo mientras se acaba de secar las lágrimas.

-Claro, soy un hombre de palabra.-Digo ofreciéndole mi mano.

La apreta.

-Tenemos un trato.-Dice con su dulce voz.

-Que quieres desayunar?-Pregunto mientras bajamos juntos las escaleras.

-Mmmmm, quiero tortitas.

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