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Lo siento.

A veces las reconciliaciones tienen un efecto sanador, no solo en nuestros corazones, sino también en nuestras almas.

El perdón trae consigo una fuerza de paz y de tranquilidad en aquellos seres, quienes se permiten darle paso a su vida, dejando atrás las amarguras del pasado y los rencores del ayer.

Para Gilbert, fue más sencillo de lo que creyó posible.

La última semana que pasó visitando a su padre se sintió como si en realidad nunca hubiesen discutido, ni tenido desacuerdos o conflictos a causa de sus diferencias. Iba a verlo en las mañanas en compañía de Anne, con quien ya John lo molestaba diciéndole que su novia era demasiado linda como para ser real.

Aun no eran novios, había estado trabajando en un detalle especial antes de pedírselo, pero con tantas cosas encima —como la final del CNBC, la graduación y estar pendiente de su padre—, lo tenían corto de tiempo.

—No dejes pasar el tiempo, muchacho.— le aconsejó John el día anterior, en una de sus visitas.— Si en verdad quieres estar con ella, díselo.

El joven de rizos se limitó a acomodarse el cabello, distraído.— Su regalo todavía no está listo, papá.

John soltó un bufido.— ¿Y eso qué? Si tardas tanto, no podré verlos juntos.

Pese a que su tono de voz le hacía saber que estaba bromeando, a Gilbert no le hizo gracia.

—No digas eso, saldrás de aquí pronto, ¿entendiste?

El rostro del señor Blythe se ensombreció levemente.— Dejemos los regaños para después, Gilbert.

Duraron tanto tiempo distanciados, tal vez Gilbert ni sabría de su estado de salud de no ser porque se había decidido en buscarlo.

Su padre ya podría estar muerto y él ni enterado.

—Oye,— tosió, sosteniéndose del hombro de su hijo.— te prometo que estaré aquí, esperando a que me traigas esa noticia, ¿de acuerdo?

A Blythe no le gustaba la idea de que le hiciera una promesa.

Sin embargo, le dio su mejor sonrisa.— De acuerdo.

Aunque la salud de su padre se encontraba estable el día de ayer, Gilbert decidió hacerle caso y no retrasar más lo inevitable.

Pedirle a Anne que sea su novia.

Justo ahora iban saliendo del teatro local de Avonlea, después de ver una de las obras favoritas de Anne. Macbeth, tragedia escrita por su dramaturgo favorito, William Shakespeare.

Caminaban abrazados, sin importarle las miradas curiosas por parte de algunos espectadores de alrededor.

—Me sigue sorprendiendo que a una romántica empedernida como tú, le guste más las obras de Shakespeare que hablan sobre tragedias políticas, locura y venganza, en vez de un romance trágico.— opinó el pelinegro, viéndola de reojo.

Anne Shirley era un enigma, en muchas ocasiones ni ella misma podía entenderse, por más que lo intentara.

Más que un cubo de Rubik, la pelirroja podría ser como un rompecabezas transformable, cuyas piezas podían encajar a la perfección un día, y al siguiente nadie le hallaría una forma.

Suerte que a Gilbert le gustaban los rompecabezas.

La ojiazul le sacó la lengua, como una niña pequeña.— Aprendí a las malas que, aunque en un pasado me apasionaban los romances trágicos, no los quiero en mi vida. Además, Romeo y Julieta es terrible, ¡que le costaba a Romeo asegurarse si Julieta en verdad había muerto o no!

Love In The Band | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora