Abro los ojos. Está todo muy oscuro, como si hubieran apagado las luces. Hace mucho frío, mis dientes chocan entre ellos una y otra vez. Toco el suelo con mis manos, y logro distinguir lás frágilesy secas hojas del bosque. ¿Aún sigo aquí? Busco mi teléfono en mis bolsillos, y lo enciendo. Alumbro a mi alrededor. No veo nada más que árboles. ¿Dónde está David? Me levanto, me pongo la mochila en un hombro, y con el teléfono en mano, doy unos pasos.
— ¿David?
No contesta nadie. Mi cuerpo se inunda de miedo. ¿Estoy sola? No lo entiendo, David estaba conmigo, no creo que se haya ido y me haya dejado sola en este frío y oscuro bosque. Me invaden cientos de escalofríos a la vez. Sigo caminando hacia adelante, y sigo sin ver nada más que árboles. Las pequeñas piedras que antes había en el suelo, ya no son tan pequeñas. Es bastante doloroso caminar por este terreno. Me paro, y busco un sitio para sentarme. Hallo unapiedra grande y lisa, y me dirijo a sentarme. Antes de que mi cuerpo toque la piedra, escucho un grito. Alguien grita mi nombre desesperadamente, como si me estuviera buscando.
— ¿David? ¡¿David eres tú?!
Vuelve a formarse un horrible silencio. Me siento en la piedra. Realmente no sé que hacer, estoy muerta de frío, no sé como salir de este bosque, no tengo cobertura, ni nadie que me guíe. Estoy perdida. Más perdida que la última vez. Esta vez no hay nadie, ni si quiera el hombre encapuchado. Empiezo a traspirar, el miedo se apodera de mí. Me estremezco. Fui yo la que quise entrar en el bosque, tendría que haberle hecho caso a David, me repito a mí misma una y otra vez. El sudor de mi cuerpo me empapa, y me hielo cada vez más. Los escalofríos me invaden como olas chocando en las pesadas rocas. Quizás me estoy volviendo loca y nadie me busca. Frunzo el ceño al recordar a David. No creo que me haya dejado sola. Empiezan a caer pequeñas lágrimas de mis ojos. Noto como rozan mis mejillas, y me producen más escalofríos. Lloro desesperadamente, nadie puede escucharme, estoy perdida. Me duele la garganta. Paro de llorar. El nudo sigue ahí, preparado para cuando decaiga de nuevo. Me seco las lágrimas con las mangas de mi jersey. Tengo que ser fuerte, no puedo rendirme tan rápido, tengo que... Mi mirada vuelve a inundarse, y vuelvo a decaer drásticamente. Ya no sé porqué lloro. Tengo mucho miedo, quiero salir de aquí. Me vuelvo a secar las lágrimas. Suspiro profundamente. Claudia, estás siendo una blanda, Claudia, tienes que ser fuerte, me digo a mí misma. Me estabilizo, y cierro los ojos. Menosmal que nadie me vio llorar de esa manera.
Vuelvo a escuchar el grito de antes, esta vez más cerca. Abro los ojos rápidamente. ¡Sí! ¡Alguien me busca! Vuelvo a oír mi nombre, cada vez más cerca. La voz me parece familiar, pero no estoy segura de quien es. Enciendo la linterna de mi teléfono, y alumbro a mi alrededor. Todo sigue igual. Sigo alumbrando, con la esperanza de que aparezca la persona que grita. Segundos después, se ve alguien a lo lejos.
— ¡Aquí! ¡Estoy aquí! -Grito no tan fuerte como quería.
Veo como rápidamente la persona se acerca cada vez más, hasta llegar a estar a centímetros de mí. Es David, me alivia saber que es él. ¿Qué hace aquí? ¿No me había abandonado?
— ¡Oh dios mío, Claudia! Pensé que te había perdido. -Dice a la vez que me abraza tan fuerte que me asfixia.
— Da-David... No entiendo nada. ¿Me desmayé?
— Sí. De repente te paraste, soltaste mi mano, y te caíste al suelo. No sabía que hacer, así que fui a buscar ayuda. No encontré a nadie, y cuando volví, ya no estabas.
— ¿Cómo? ¿Ya no estaba? Eso es imposible, me desperté hace un rato y...
— Y no estabas en el mismo sitio donde te desmayaste, ¿no?
— Pu... Pues no.
Frunzo el ceño. Mi cuerpo se inunda de miedo. ¿Eso quiere decir que alguien me movió de lugar?
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Amándote.
RandomLa vida de Claudia Tanner es triste, y sin color. Todos los días hace lo mismo. Va al instituto con su mejor amiga de toda la vida, la cuál le quita todo el protagonismo. Su padre se fue a Amsterdam hace poco más de un año, por asuntos del trabajo...