Maldito error

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- Papa...

- Nos tenías muy preocupados - Dijo mi padre dándome un abrazo.

- Lo siento señor... ha sido mi culpa -Dijo Kaos

- ¿Quién eres? ¿Que hacéis aquí? ¿Dónde os habíais metido?

- Estábamos... -Dije dispuesta a contarlo pero fui interrumpida por él pues Kaos quería guardar el secreto como si de un tesoro se tratara.

- Me llamo Kaos y estábamos en esta calle dando vueltas.

- Imposible he estado por aquí dando vueltas, os hubiera visto...

- Papa quiero ir a casa.

- Nos vamos ahora mismo, tu madre está llorando pensábamos que te había pasado algo...

- Lo siento Kaos pero será mejor así... - Dije entre lágrimas. Le abracé y me sentí avergonzada pues mi mente y mi corazón empezaron a luchar. Empecé a escuchar los razonamientos de mi mente y de los miles motivos que había para alejarme. Pero mi corazón solo pedía más... ¿Como hacerle entrar en razón al corazón? Cuando solo grita que nos tenemos que dar una oportunidad. Que es el ahora o nunca.

- Hija, no me gusta este lugar. Es peligroso - Dijo mi padre.

- Lo sé papá, lo siento fue una estupidez.

- ¿Y ese chico quién es?

- Ya te lo dijo papá se llama Kaos.

- Su nombre ya me lo sé, pero te pregunto para ti. ¿Quién es?

¿Cómo decirle que creo que he encontrado a la persona correcta?

- No lo sé ni yo - Dije mirando al cielo.

- Sabes cariño te daré un consejo... El amor es como un tesoro. Lo buscas hasta debajo de las piedras porque es algo que cuesta encontrar pero cuando lo encuentras descubres que entre tus brazos has encontrado el mayor tesoro que nos ofrecen.

- Te quiero papá - Le dije y le abracé.

Después de una larga caminata llegamos a casa, mi madre me abrazó y al rato de hablar me metí en la cama. Necesitaba descansar. Ver las estrellas por la ventana, me relajaba así que con el cansancio conseguí dormir rápido.

A la mañana siguiente... no vi aparecer el sol por la ventana. No quería levantarme de la cama. Seguía sin fuerzas y tampoco me apetecía escucharme. Solo quería estar en mi cama hasta el día siguiente.

- Buenos días ¿Quieres desayunar? - Dijo mi madre con un amplia sonrisa.

No quería preocuparla... no quería decirle que su hija no podía más... exacto tu hija, la que pensabas que era fuerte, la que parecía un maldito huracán que arrasaría allá donde fuera... que era invencible...

- Si mama. Ya bajó - Dije tragando saliva.

Mientras desayunamos, mi hermano empezó a discutir con mis padres. Yo estaba muy enfadada... NO VES QUE SON NUESTROS PADRES QUE NOS AMAN Y QUE HACEN TODO LO QUE PUEDEN POR HACERNOS FELICES. Y tú pierdes el tiempo... un tiempo que jamás se recupera. Molesta, decidí salir a la calle. Necesitaba respirar, empecé a caminar por las mismas calles de cada día hasta que de repente...

- Hola -  Dijo un joven alto, con el pelo negro y ojos castaños.

- Hola.

- Perdona soy nuevo aquí y ando perdido. ¿Sabes dónde puedo encontrar el Coliseo? - Dijo el joven

- Lo siento, pero el Coliseo no está terminado.

- ¿Enserio?

- Si lo siento, no sé cuando estará listo.

- Te estaba buscando... - Grito Kaos desde la otra calle.

- Me dijiste que estaría terminada.

- Lo sé, lo sé...

- ¿Entonces?

- Necesito más tiempo... estamos hablando del coliseo más grande del mundo. ¿Piensas que te harías popular en un pequeño coliseo? Te estoy preparando lo mejor de lo mejor.

- Quiero dar espectáculo.

- ¿Matando? - Dije indignada.

- Roma... no sabes con quien estás hablando.

- Depende como lo mires, para otros soy un héroe.

- Los héroes no matan... los héroes salvan la vida a los demás.

- Perdonala Gladiador. Ella no entiende y no sabe de qué habla.

- No hay nada que perdonar. Encantado de conocerte Roma. - Dijo sonriendo y marchándose.

- ¿Gladiador? ¿Por qué no le llamas por su nombre?

- Porqué su nombre es un misterio, nadie le conoce Roma... ¿Por qué has sido tan grosera?

- Solo he dicho, que lo que hace es matar... no es nada heroico.

- Pero eso hace que la gente venga, y que ellos vengan se convierte en dinero...

- Es dinero manchado con sangre.

- El dinero es dinero.

- Pues no lo es todo...

- TÚ LO ERES TODO. - Dijo Kaos cambiando de tema.

- Kaos... lo siento por lo de ayer.

- Es normal que te sientas así Roma. Tienes que despegar tus alas, si no estarás toda tu vida aquí.

- Bueno quizás sea mi destino.

- A la mierda el destino. Tú eres potencial, mírate y empieza a volar.

- Para ti es fácil. Eres un Alma libre.

- Pues déjame ayudarte. Déjame enseñarte mi mundo y te darás cuenta de que la vida está para vivirla.

- Yo vivo mi vida Kaos.

- ¿Acaso eso es vida? Mírate Roma no hay que ser muy inteligente para saber que te mereces algo más. Te mereces mirar más allá de lo que esta ciudad te permite.

- Vale y dime ¿Cuál es tu plan de vida?

-Simplemente confía en mi.

En ese momento te di mi mano, que representa mi piel, mis huesos, mi sangre y mi alma. Como si la oferta que me habías lanzado fuera un golpe de suerte.  Te entregue mi vida en ese momento, sin pensarlo y sin meditarlo. Simplemente me lance al mar, sin ni si quiera saber nadar. Te entregue mi vida en ese momento pensando que seria mi mejor decisión pero, al poco tiempo empece a ver las cadenas que me pusiste, aquellas cadenas que me apretaban cada vez mas fuertes. Por tu culpa empece a descubrir el dolor y la agonía. Descubrí las noches de insomnio, empece a discutir conmigo misma, empece a odiarme y lo peor empece a dañarme.

Maldigo tu existencia, que yo solo quería tus brazos, no tus puñales.  

Solo puedo decirte mi misma, que lo siento. Siento haberte silenciado, haberte ocultado y por ultimo lo siento por no apartar el arma cuando te estaban apuntando, perdóname por haber apretado el gatillo en vez de esquivarlo.

Ahora intento sobrevivir con lo poco que me dejaste.










Sentirte en ruinas como RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora