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—Chifuyu, Takemicchi, ¿Puedo preguntarles algo? — Sonrió Manjiro viendo a ambos rubios teñidos asentir con la cabeza —. ¿Ustedes están saliendo?
—¡¿Sa-saliendo?! — Gritaron a la vez.
—No me mal interpreten — Dijo rascándose el cuello mostrando leve nerviosismo —, no me molesta en absoluto que lo hagan... Es solo que... Me gustaría confírmalo y...
Todo era una vil mentira por parte del rubio natural. Manjiro había apostado con Ken el si ambos estaban saliendo o no y en esos momentos necesitaba el dinero para unos dorayakis, así que valía totalmente la pena arriesgarse.
Si estaban saliendo, el ganaba. Si no lo hacian, ganaba Ken: era todo o nada.
—¡M-Mikey-Kun, te equivocas totalmente!, ¡Chifuyu y yo solo somos amigos!, ¿O no, Chifuyu?
Matsuno lo miro durante unos instantes, reteniendo una carcajada por la divertida idea que había tenido.
—Ya, Takemicchi... Si Mikey lo pregunta es porque fuimos muy obvios, ya de nada sirve fingir.
Silencio.
—... ¡¿Que?!, ¡¿Chifuyu?!
«¡Ya puedo saborear esos dorayakis!»
Matsuno soltó una risa nasal y tomo la mano del mayor, tratando de mantenerse serio.
—Si, Mikey. Estamos saliendo. — Dijo, y Hanagaki palideció y Manjiro ensancho su sonrísa.
—¡Chifuyu! — Chilló —, ¡Es mentira Mikey-Kun!, ¡No le creas!
Entonces la risa de Matsuno interrumpió al nervioso Hanagaki.
—¡Lo siento, lo siento!, ¡No pude evitarlo! — Dijo soltando la mano de Hanagaki para luego sonreírle al líder de Touman —. No, no estamos saliendo. Jamás saldría con alguien cómo el.
Hanagaki suspiró, entré aliviado y ofendido.
—¡Oye!, ¿Que quieren decir-
—¡Mierda! — De repente grito Manjiro y ambos rubios teñidos voltearon —. ¡No tendré mis dorayakis y ahora le debo dinero a Ken-chin!
—¿Doraya-
Hanagaki no pudo terminar puesto que la mano de Matsuno se estrelló en su rostro tapando su boca.
—¡Takemicchi!, ¡Hay que huir! — Gritó tomándolo por el cuello de la camisa para así comenzar a correr.
—¿Que?, ¿Por qué?
—¡De alguna manera lo hicimos enojar!
—¡¡Vuelvan aquí cobardes!!
Extra:
—Ahora paga.
—¡Noooo, Ken-chiiin!
—Que me pagues, maldición. Y aprende a apostar para la próxima, idiota.
