Siempre a tu lado

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Kairi Ahido era un/una chico/chica de 7 años que no hacía mucho llegó al pueblo gracias al trabajo de sus padres, quienes la/lo dejaban solo/sola en casa por varias horas.

Usualmente el/la peliazul salía al pueblo por los víveres y lo que sus padres le encargaban; promocionar el negocio y ayudar a las personas para dar una buena impresión. Una tarea fácil ¿No?. Pero para el/la pobre chica/chico no lo era ya que se asustaba bastante por ver supuestos fantasmas en la casa de las personas, cosa que hacía que ellas también se asustaran y lo/la quisieran lejos.

Ese día no fue la excepción. Kairi había hecho de todo en varias casas y aún no se rendía, por lo que hizo un último intento en la casa de una mujer de mediana edad, ella le dijo que necesitaba la ayudara a mover unas cajas del ático a su cuarto. El problema vino cuando encontró un fantasma en el ático y asustada/asustado salió corriendo sin importarle la caja. 

—¡No hay tal cosa como fantasmas!— gritó la mujer antes de echarte de su casa.

Con lágrimas en los ojos te levantas y limpias tu ropa, la cual está rota por las tareas que algunas personas te han pedido cumplir, las veces que te han echado y por las maldades que te hacen los niños.

Te estás dirigiendo a tu casa, dispuesto/dispuesta a quedarte ahí lo que resta del día, solo que hay un pequeño contratiempo.

—Oups, no era mi intención— dice burlonamente una chica mayor que tú, la cual te ha tirado al suelo.

—No hay problema— dices intentando no sonar molesta/molesto y no causar un problema mayor.

—Oh si lo hay. Ya estamos hartos de tu actitud de loca/loco—

—¿Hartos?—. Antes de darte cuenta ya estás rodeada/rodeado por los amigos de la pelinegra, la cual sonríe burlonamente. —Vayamos al cobertizo de la casa abandonada— dice con una sonrisa en el rostro.

—No por favor, saben que ahí hay algo— lloriqueas en un intento de que tus atacantes te dejen sola/solo o si quiera no te lleven ahí. —Oh vamos, sabes que no hay nada—

—¡Hasta ustedes dicen que se ven sombras!—

—Por eso queremos ver que más hay— dice un chico de cabello rubio.

Forcejeas, lloras, pateas, gritas y ruegas, pero los chicos no te harán caso, al final les parece gracioso verte asustada/asustado por algo, que según ellos no existe ni te puede dar miedo. 

—Nos vemos en una hora— dice antes de encerrarte en el cobertizo. 

Intentas no llorar, sabes que ellos siguen por ahí cerca y si lloras te dejarán más tiempo, aunque no es como que si no llores te dejarán libre. —¿Hola?— susurras mientras tocas la puerta, esperando a que alguien te saque. 

—¡Hola!—dice alegremente una voz desde afuera. —¿Te dejaron aquí?— pregunta con un tono de voz alto. —Sí— tartamudeas un poco asustada/asustado, ya que no sabes quien es esa persona. —¿Eres Kairi Ahido?—

—Sí...¿Quién eres?—

—¡Soy Kyojuro Rengoku!—

—¿El que tiene el cabello como rubio y rojo?—

—Sí. ¿Eres el/la de cabello azul claro?—. Haces un ruido a modo de afirmación, al cual el tricolor suelta una pequeña risa antes de abrirte la puerta. —Un placer— dice con una sonrisa en el rostro. 

—Lo mismo digo— contestas intentando que las lágrimas que estuviste conteniendo no salgan en ese momento. —¿Te gustaría ser mi amiga/amigo?—

—¿No te verán mal?—

—No. Al final no tendrían nada que juzgar; somos solo 2 amigos—. Sientes una calidez que hacía mucho no sentías. No evitas sonreír y abrazarlo, aunque sabes que apenas se conocen y es un poco extraño, lo haces e increíblemente él te abraza de vuelta. 

Entre Demonios Y La Cofradía  (KNY y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora