Capítulo 20

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Nos detuvimos mientras él le dejaba su Range Rover al valet del aparcamiento. Se acercó al mostrador y les dio su apellido.

Observé a las chicas de detrás del mostrador reírse y mirarle. Él debió de haberlas visto porque les dedicó su sonrisa coqueta. Hice rodar los ojos.

El botones llevó nuestras maletas y nos guió hasta el ascensor. — Bienvenido al Ritz Carlton, Sr. y Sra. Horan.

Miré a Niall cuando empezó a hablar—: Oh, nosotros no… —Le corté.

—Muchas gracias, lo que mi marido está intentando decir es que no nos quedaremos mucho tiempo. —Niall me dedicó una mirada perpleja.

El ascensor nos llevó a la Suite Presidencial. La puerta se abrió y miré hacia Niall. —¿La Suite Presidencia, de verdad, para una noche?

—No tendré nada excepto la mejor habitación para mi hermosa esposa. ¿No es hermosa mi esposa? —le preguntó Niall al botones con una amplia sonrisa.

—Sí, señor, es muy hermosa. —Miré a Niall y luego le sonreí al botones.

—Querido marido, asegúrate de que le das una buena propina a este joven tan agradable.

Sacó un fajo de billetes del bolsillo y empezó a hojear a través de ellos. Caminé hacia él y agarré un billete de cien dólares y se lo entregué al botones.

—¿Tienes novia o esposa? —pregunté.

—Sí, tengo, gracias señora.

—Ve y cómprale algo bonito, quizás un bonito collar. —Niall me miró y apretó la mandíbula.

—Gracias, señora. Señor, gracias —dijo emocionado mientras salía cerrando la puerta detrás de él.

—¿De verdad, una propina de cien dólares?

—Bueno, es lo que le diste de propina al taxista.

—¿Taxista?, ¿de qué estás hablando?

—La noche que te llevé a casa, tuve que pagar al conductor, y no tenía suficiente dinero, así que cogí tu cartera y le di un billete de cien; eso fue antes de que me dijeras que ibas a follarme realmente duro.

Su mandíbula cayó. —¿Te dije eso?

Sonreí. —Sí, pero estabas borracho, así que te perdono.

Comenzó a caminar hacia mí. —Cien dólares —siguió diciendo mientras sonreía con una mirada juguetona en sus ojos.

—Niall, relájate, es sólo dinero, y tú mismo has dicho que tienes un montón.

Se dirigía directamente hacia mí. Grité y corrí hasta detrás de una silla; él comenzó a acecharme alrededor de la habitación diciendo una y otra vez—: Cien dólares.

Me atrapó cuando corrí hacia la habitación y me lanzó sobre la cama. Se sentó a horcajadas y me sujetó los brazos por encima de la cabeza. Estábamos ambos sin respiración, bajó la vista hacia mí y me miró

fijamente a los ojos. Dejé de luchar y le sostuve la mirada; mi corazón estaba acelerado y mi piel ardiendo. Me dolía el cuerpo por él, y mis labios le suplicaban que me besara. Sostuvo mis muñecas y bajó la cabeza hasta que sus labios rozaron suavemente los míos. Me miró de nuevo y soltó mis muñecas. Acarició mi mejilla con suavidad con el dorso de la mano y me miró a los ojos mientras yo movía mis manos por su pelo. Tragó con fuerza.

Podía oír el fuerte latido de su corazón; se sentía del mismo modo que yo.

Me miró como si estuviera buscando mi alma; luego sus labios tocaron los

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⏰ Última actualización: May 20, 2015 ⏰

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