More than Expected- Harry Potter

𝕋𝕨𝕠

Capítulo 2

—Tres... –masculló el señor Weasley, mirando al reloj–, dos... uno...

Ocurrió inmediatamente: Ailish sintió como si un gancho, justo debajo del ombligo, tirara de él hacia delante con una fuerza irresistible. Sus pies se habían despegado de la tierra; pudo notar a Cedric y a Edan, cada uno a un lado, porque sus hombros golpeaban contra los suyos. Iban todos a enorme velocidad en medio de un remolino de colores y de una ráfaga de viento que aullaba en sus oídos. Tenía el índice pegado a la bota, como por atracción magnética. Y entonces...

Tocó tierra con los pies. Alex se tambaleó contra ella y la hizo caer. El traslador golpeó con un ruido sordo en el suelo, cerca de su cabeza.

—Desde la colina de Stoatshead a las cinco y siete –anunció una voz.

Ailish aún en el piso, levantó un poco su mirada encontrándose con un muchacho de cabello azabache y unos impresionantes ojos verdes. Con algo de recelo Tamar tomó la mano de Harry sin dejar de mirarlo a los ojos, este la jaló un poco hacia él para levantarla. Cuando estuvieron el uno frente al otro, pasó algo que ninguno de los dos podría describir; si le preguntaras al niño que vivió acerca de lo que pasó, solo te resaltaría lo mucho que brillaban los ojos de Ailish y el calor que su mano le brindaba.

Gracias a Merlín todos estaban muy ocupados como para contemplar la dulce escena que se estaba viviendo. Solo había una persona viendo lo que sucedía, el menor de los Diggory nunca pasó por desapercibido las miraditas que el azabache le dedicaba a Tamar, y las miradas que le daba a él antes de que Ailish hechizara a unas chicas que esparcieron el falso rumor de que había perdido su virginidad con Cedric. También se daba cuenta de que el tono de voz de la pelinegra se suavizaba solo un poco al hablar de Potter, pero ella siempre argumentaba que era lástima por todo lo que pasaba. Estaba más que claro que Cedric sabía que ahí había algo más, pero prefería no presionarla, a pesar de eso, Ailish tenía que soportar las burlas que él le proporcionaba.

Habían llegado a lo que, a través de la niebla, parecía un páramo. Delante de ellos había un par de magos cansados y de aspecto malhumorado. Uno de ellos sujetaba un reloj grande de oro; el otro, un grueso rollo de pergamino y una pluma de ganso. Los dos vestían como muggles, aunque con muy poco acierto: el hombre del reloj llevaba un traje de tweed con chanclos hasta los muslos; su compañero llevaba falda escocesa y poncho.

—Buenos días, Basil –saludó el señor Weasley, cogiendo la bota y entregándosela en mano al mago de la falda, que la echó a una caja grande de trasladores usados que tenía a su lado.

Al escuchar la voz del señor Weasley, Harry y Tamar soltaron sus manos y se separaron tan rápido como pudieron. Ailish se dirigió rápidamente al lado de su padre, Harry tenía intención de ir con Ron y Hermione, pero se topó con la mirada de Cedric, este le dio una sonrisa tranquilizadora y burlona que hizo que a Harry se les subiera el color a las mejillas y siguiera caminando. Cuando llegó al lado de sus amigos, les dijo con la mirada que no preguntaran y estos le restaron importancia.