𝕋𝕙𝕣𝕖𝕖

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Capítulo 3

Con el sol que acababa de salir y la niebla que se levantaba, pudo ver el mar de tiendas de campaña que se extendía en todas direcciones

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Con el sol que acababa de salir y la niebla que se levantaba, pudo ver el mar de tiendas de campaña que se extendía en todas direcciones. Caminaba entre las filas de tiendas mirando con curiosidad a su alrededor. Tamar estaba muy emocionada por dentro porque eso era un poco más de lo que ella quería, descubrir el mundo. Los campistas empezaban a despertar, y las más madrugadoras eran las familias con niños pequeños. Un pequeñín, que no tendría dos años, estaba a gatas y muy contento a la puerta de una tienda con forma de pirámide, dándole con una varita a una babosa, que poco a poco iba adquiriendo el tamaño de una salchicha. Cuando llegaban a su altura, la madre salió de la tienda.

—¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Kevin? No... toques... la varita... de papá... ¡Ay!

Acababa de pisar la babosa gigante, que reventó. El aire les llevó la reprimenda de la madre mezclada con los lloros del niño:

—¡Mamá mala!, ¡«rompido» la babosa!

Un poco más allá vieron dos brujitas, apenas algo mayores que Kevin. Montaban en escobas de juguete que se elevaban lo suficiente para que las niñas pasaran rozando el húmedo césped con los dedos de los pies. Un mago del Ministerio que parecía tener mucha prisa los adelantó, y lo oyeron murmurar ensimismado:

—¡A plena luz del día! ¡Y los padres estarán durmiendo tan tranquilos! Como si lo viera...

Por todas partes, magos y brujas salían de las tiendas y comenzaban a preparar el desayuno. Algunos, dirigiendo miradas furtivas en torno de ellos, prendían fuego con sus varitas. Otros frotaban las cerillas en las cajas con miradas escépticas, como si estuvieran convencidos de que aquello no podía funcionar. Tres magos africanos enfundados en túnicas blancas conversaban animadamente mientras asaban algo que parecía un conejo sobre una lumbre de color morado brillante, en tanto que un grupo de brujas norteamericanas de mediana edad cotilleaba alegremente, sentadas bajo una destellante pancarta que habían desplegado entre sus tiendas, que decía: «Instituto de las brujas de Salem.» Desde el interior de las tiendas por las que iban pasando les llegaban retazos de conversaciones en lenguas extranjeras, y, aunque Tamar no podía comprender ni una palabra, el tono de todas las voces era de entusiasmo.

De repente todo se volvió verde, había llegado a un área en la que las tiendas estaban completamente cubiertas de una espesa capa de tréboles, y daba la impresión de que unos extraños montículos habían brotado de la tierra. Dentro de las tiendas que tenían las portezuelas abiertas se veían caras sonrientes. De pronto oyó su nombre a su espalda:

—¡Tamar, Tamar! 

Era Manson Isaacs, un Ravenclaw de segundo año. Estaba sentado delante de su propia tienda cubierta de trébol, junto a una mujer de pelo castaño que debía de ser su madre, y hermano, Austin, un Slytherin.  Al ver que era él una sonrisa se posó en sus labios, Manson era un niño muy lindo y Ailish se llevaba bastante bien con él, el problema que tenía con acercarse era el lindo chico de ojos negros que no paraba de verla con su hermosa sonrisa. Caminó hacía la familia con una pequeña sonrisa tratando de no verse tan colorada.

More than Expected- Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora