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Renjun tenía una mano en su pecho y otra cubriendo su rostro por el reciente susto de la película

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Renjun tenía una mano en su pecho y otra cubriendo su rostro por el reciente susto de la película.

— Dios... qué susto —musitó.

El pelinegro, a su lado, rió levemente, Renjun desprendía tanta dulzura. Cuando se asustaba daba pequeños saltitos en el sitio, soltando algún que otro chillido y haciendo el ademán de agarrar algo.

Jaemin le tendió el brazo al mayor.

— Agárralo y cuando tengas miendo apriétalo fuerte.

El chino asintió y se aferró a Jaemin lo máximo que pudo, agarrando fuerte su brazo, como le dijo, y también, apoyando su cabeza en el hombro del menor.

Después de un rato, el suficiente para que el rubio volviera a estar tranquilo, otro screamer se hizo presente en la pantalla.

— AH DIOS QUE HORRIBLE QUE HORRIBLE QUE HORRIBLE, ¡TIENE LOS OJOS BLANCOS!

Chilló y se abrazó fuerte al brazo de Jaemin, escondiendo su cabecita ahí mientras el pelinegro se reía de los comentarios de Renjun.

— ¿De qué te ríes? Pero... ¿Tú la has visto? ¡Tenía los ojos blancos! ¿No te ha dado mucho mucho mucho miedo? Porque a mí si. —hizo un puchero.

Jaemin se quedó observando cada uno de los movimientos de Renjun, su pequeño Rennie.

Y no se resistió, de verdad que no pudo resistirse dejar un besito sobre aquel tierno puchero.

— Y... ¿Y eso? —cuestionó el rubio mientras se transformaba lentamente en tomatito-ren.

— Perdón, yo... Eres muy lindo, Renjun —dijo algo avergonzado.

Y otro susto apareció en la pantalla, pero Renjun estaba tan pendiente de Jaemin, que ni siquiera se dió cuenta de eso.

El mayor se acercó otra vez tímidamente y unió sus labios, empezando con un lento vaivén que el pelinegro no dudó en corresponder.

Después de unos segundos se separaron por falta de aire.

Temiendo ir demasiado rápido, Renjun abrió y cerró la boca un par de veces, pero las palabras no le salían. Pensó en cómo podía expresar sus sentimientos sin que sonase demasiado extraño y tras unos segundos de silencio, habló.

— Jaemin, creo que me atraes... Un poquito, es decir, tengo interés en ti, pero no tanto —Renjun se calló unos segundos, prosiguiendo con su habla poco después—. Me refiero a que, ya sabes, tú...

El rubio se calló en cuanto escuchó la risita proveniente del chico a su lado.

— Me siento de la misma forma, pequeñito.

Aquella noche Renjun estuvo pensando en cómo se sentía respecto a su menor, en si realmente sentía atracción pasajera por él o con el tiempo podía llegar a gustarle.

Todo era demasiado confuso para él.

Todo era demasiado confuso para él

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