-Realmente me fascinas- pensó Eren en voz alta sin darse cuenta de ello mientras miraba con atención a su compañero pelinegro.
Levi solo fingió no haber escuchado eso, se centró más en supervisar a los niños de aquella guardería; era un día soleado y por consiguiente hacía mucho calor y los niños estaban algo inquietos por eso. El aire acondicionado no funcionaba del todo bien ese día.
- Maesto Ewen, ¿Cuando va a llegar los señiores a reparar el aire?- preguntó Sasha jalando de la manga al castaño.
- En una media hora- constestó mirando el reloj que estaba pegado en la pared del salón. Había dicho lo mismo hace veinte minutos.
- ¿Aun no se ha reportado el hombre?- cuestionó el maestro Levi no podiendo tolerar el inmenso calor.
- No ha contestado mis llamadas,- respondió mientras tomaba a un niño en sus brazos- volveré a llamarlo.
- No hace falta, Eren.- le dijo mientras salía de la habitación para dirigirse al patio- Deberías salir, estás empapado de sudor.
Eren no se había percatado de ello, se apenó de aquella observación que sus mejillas se pintaron ligeramente rosadas pero por su piel morena realmente no se notó. El castaño se llevó a los niños que cuidaba al patio para que ya no se asaran en las aulas.
- ¿Ya va a venir el señor a reparar el aire?- preguntó Armin jalando de la manga de la playera al hombre de baja estatura, éste no supo responderle que solo dijo que más tarde llegaría.
- ¿No tienes calor con esa playera, Levi?- preguntó Eren llegando a un lado suyo.
- Estoy bien- pero parecía todo lo contrario observando que estaba sudando mucho de la frente. El castaño apoyó su cabeza en la del pelinegro y casi lo rodeaba con sus brazos pero, Levi se movió de lugar- No aquí, ya te lo he dicho.
- Es inevitable no querer abrazarte.
- Hablas como si yo fuera un peluche, y será mejor que no sea así, Jeager- comentó el hombre metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
De repente apareció Petra con un niño en brazos que no paraba de llorar, fue hacia el más joven para pedirle auxilio.
- Yo no sé como calmarlo.- expresó la maestra descepcionaba de si misma después de sus múltiples intentos por tranquilizar el infante- Eren, por favor ayudáme.
El castaño tomó al niño, comezó a arrullarlo mientras tarareaba un canción y acariciaba las mejillas del pequeño con dulzura. Sorprendentemente el niño paró de llorar y quedó dormido enlos brazos de Eren.
- Solo tienes que hacer eso- explicó el joven mientras aun arrullaba al pequeño en sus brazos, luego con cuidado se lo dio a la maestra Petra.
- Eres asombroso- dijo fascinada la maestra con una satisfacción plena.- Afortunada será la persona que te tenga como esposo, eres muy dulce.
- Dejen los halagos,- interrumpió el pelinegro, que presenció todo lo ocurrido- Necesitan volver a sus puestos, los niños están muy inquietos así que hay que evitar ser negligentes.
-¡Si!- dijeron los dos en unísono con una postura de soldados y cada uno se fue a una respectiva área para cuidar a los infantes.
No era una guardería grande pero, la mayor parte de los niños estaban afuera porque dentro del inmueble hacía bastante calor y, el señor que se iba a encargar de los abanicos y climas aun no había llegado.
El maestro Levi revisó su reloj de muñeca, aun faltaba otra hora para la salida.
- Sería mejor dar la salida antes- pensó el hombre mientras miraba el reloj, de repente sintió un golpe en la pierna, volteó a ver de que se trataba. Se encontró con la pequeña Mikasa con la misma mirada retadora de siempre, tenía en sus manos papel enrrollado.- Eren no está aquí, mocosa.
- Lo sé.- dijo la pequeña- Al que quiero es a ti,- le dio un golpecito con uno de los papeles enrrollados y esos golpes comenzaron a incrementar en cantidad hasta que Levi perdió su paciencia.
- ¿Qué es lo que quieres?- cuestionó quitándole los papeles enrrollados a Mikasa y dándole un ligero golpecito en la cabeza- Vamos, no soy adivino.
- Quiero a Eren pero, tú, monstruo sin corazón, me lo impides. Él debe estar con niñas, no con niños.
- Eso depende de él, no de lo que tú digas- le dijo cruzando los brazos.
- ¡Voy a derrotarte!- comenzó a darle golpecitos con sus puños en sus piernas.
- Realmente no estoy de humor para esto, Mikasa.- volvió a mirar el reloj,- Luego me cuentas como te fue.- se agachó para estar casi de la misma estatura que la pequeña- pero, dejame aclararte que Eren es mío y nunca podrás derrotarme.
- ¡Yo seré su esposa!- gritó la niña casi con lágrimas brotando de sus ojos.
- No llores.
- No voy a llorar- decía la niña con la cabeza cabizbaja.
La pequeña Mikasa comenzó a llorar, el hombre soltó un suspiro y tomó a la niña en sus brazos; fue al aula que le correspondía a Eren mientras esquivaba los golpes de la infante, Cuando arrivó al lugar vio al joven ocupado con unos niños haciendo manualidades.
- Hola, Levi- dijo viendo al maestro llegar al aula pero, no pudo decir otra cosa porque Levi le dio a la niña para que la tranquilizara y luego se fue del lugar.-......esta bien.- miró a Mikasa- ¿Qué tienes?
- Él me pegó- respondió la niña pegándose al maestro.
Eren se sorprendió de la respuesta, no era posible lo que decía la niña, debía ser otra de sus tácticas. El joven solo le siguió el juego.
En otro lado, Levi iba a la dirección con el encargado de la guardería. No halló a nadie en el lugar, apenas había abierto la puerta de la dirección y sintió que ahí dentro se estaba rostizando aun más, era lógico que Erwin no estaría ahí. Buscó en otros lugares sin embargo no lo encontró por ningún lado, a cada maestro que encontraba le preguntaba por el paradero de Erwin pero, ninguno de lo había visto en todo el día.
- Debió tener otros asuntos más urgentes- supusó el hombre mirándo su reloj, faltaban quince minutos para que terminarán las actividades por ese día.
Levi fue al salón donde estaba el castaño, ya faltaba poco cuando él llegó al lugar; se soprendió al encontrar al joven ojiverde con un velo improvisado con un mantel de mesa y a la pequeña mocosa con una corbata de papel. Cuando la pequeña Mikasa vio entrar al hombre no se detuvo a darle un beso a Eren en la mejilla y luego vio a Levi con una cara de satisfacción, en cuanto al joven, cuando se dio cuenta de la intromisión del pelinegro su cara se llenó de verguenza.
- No es lo que crees,- dijo Eren quitándose el mantel de la cabeza- es solo un juego.
- Lo sé.
- ¿No estás enojado?
- No.
El hombre se acercó a Eren y le susurró al oído las palabras más fuertes para ponerlo totalmente rojo de la cara como un tomate.- ¿Entendiste?- preguntó Levi y el joven asintió.
Los dos vieron como los niños se iban a sus casa acompañados de sus madres, se despidieron de ellos, cuidaron a aquellos que sabían que sus padres iban a tardar un poco más. Los demás maestros se marcharon al ya no haber más niños en la guardería. El pelinegro y castaño se fueron juntos a casa.
- No se te veía nada mal ese mantel- comentó Levi de camino a casa.
- ¡No me voy a volver a poner un mantel en la vida!- exclamó el joven aun con los recuerdos aturdiendolo, no sabía explicarse como es que cedió tan fácilmente a jugar de esa manera con la pequeña Mikasa.
- ¿No te volverás a poner un velo?
- Jamás en la vida.