09 ━ it's all confetti now

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CAPÍTULO NUEVE
AHORA TODO ES CONFETI

WREN SE PREGUNTABA si había un después de lo que estaba sintiendo

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WREN SE PREGUNTABA si había un después de lo que estaba sintiendo. Si alguna parte de ella podría llegar al siguiente año, y a los años siguientes. Se preguntaba si alguna vez tendría una vida. Wren había querido alguna vez tener hijos, había querido casarse con el amor de su vida y vivir en la playa como en las vacaciones familiares. Ya no le gustaban tanto las playas. Era casi como si se hubiera quedado sin pareja, pero en realidad no valía la pena. Como si no tuviera sentido que la despausieran porque sólo era un personaje de fondo, y ya no tenía ningún lugar al que ir. Porque ella ya no era realmente Wren Stonem, no realmente. Sólo era el primer horrocrux que Lord Voldemort hizo, y si quería acabar con él, tendría que irse. Con él.
   
Wren no sabía si estaba totalmente preparada para hacerlo, y casi podía reírse de sí misma por haber caído en la trampa de Lord Voldemort.
    
Ni siquiera se había dado cuenta de que había llegado al campo junto a la mansión de Malfoy, pero sus pies la llevaban hacia allí, y las lágrimas intentaban salir desesperadamente de las cuencas de sus ojos. Algo intentaba retenerlas, y lo peor era que no sabía si era ella o... él. Wren no sabía dónde empezaba ella y dónde terminaba él. Todo era gris. El mundo había perdido su filtro, y ahora todo era blanco y negro. Como si hubieran contratado dementores para pintar el mundo y este fuera el resultado.
  
—¡Oye! ¡Oye! Wren, amor, ¿estás bien? —se apresuró a preguntar Regulus, que por fin la alcanzó mientras presionaba sus manos contra los hombros de la chica. Wren retrocedió a trompicones, avergonzada. El chico tenía esa mirada desconsolada, casi como si fuera un cachorro pateado. Wren se preguntó quién se había alejado del chico que amaba, si ella misma o el Señor Oscuro, pero en secreto lo sabía. 
   
—Estoy bien, —murmuró Wren, tratando de alejarse de todo lo que podía. Ya no tenía el control de sí misma, y era peligrosa. No podía arriesgarse... no podía arriesgarse. Y entonces Regulus decía cosas, y Wren no podía entender, estaba destrozada y lo único en lo que podía concentrarse era en el ruido blanco. Pero él no podía ver, no lo veía, porque ella se estaba escondiendo.
   
—Sabes, y-yo... solía observarte en los pasillos de Hogwarts, y sólo sonreía. Porque esa era Wren Stonem, la chica de los ojos bonitos, y la sonrisa sarcástica. La chica que no eligió el camino del odio —comenzó a hablar Regulus, desesperado para que Wren entendiera. Que entendiera por qué le dolía tanto que ella lo apartara. Necesitaba que ella lo supiera.
   
—Tú eras como... mi última cosa a la que aferrarme, mi última esperanza. Era como, era como si ya no tuviera que estar solo, aunque no supieras realmente quién era yo, no importaba, —habló Regulus con pasión, antes de que Wren intentara detenerlo.
   
—Reg-
   
—No, yo... Wren, te he amado desde el primer día que te vi. Y sé que todo eso del amor a primera vista es una especie de mierda, pero... lo hice. Te he amado durante una década y más, yo sólo... Necesito que lo sepas —confesó Regulus, con los ojos llenos de emociones. Nunca había sido alguien que compartiera lo que sentía, no había sido criado así. Pero el chico estaba tan desesperado por tener algo a lo que aferrarse, por cualquier cosa. Y allí estaba siempre ella, y sabía que la amaba. Regulus amaba su sonrisa, sus ojos, todas sus bromas y la forma en que siempre tenía una opinión sobre todo. Regulus Black amaba a Wren Stonem hasta el punto de convertirse en veneno.
   
—No... Regulus... No puedo. No soy yo, no soy Wren... en realidad no. Ni siquiera sé quién... No puedo, —intentó explicar Wren, pero no sabía si podía. Ni siquiera lo entendía del todo, y todo lo que realmente quería era coger la mano de Regulus Black, y bailar con él y reír con él. No, no era seguro. Ese amor... ese anhelo... le haría más daño que el desamor.

—Lo siento. —Fueron las últimas palabras que Wren Stonem le dijo a Regulus Black antes de huir, de correr hacia donde pudiera, donde nadie más pudiera salir herido por ella. Aunque la morena no se conociera realmente a sí misma, sabía que odiaba igualmente su alma, su mente y su corazón envenenados. Wren se odiaba a sí misma.
 
Cuando Wren entró en su habitación después de dar las buenas noches a su madre, fue como si fuera un siglo nuevo desde la última vez que había entrado en la habitación de cuatro paredes consumida por el temor de los recuerdos. Era como si su pasado fuese ahora todo confeti, como si los recuerdos con Regulus fuesen sólo fragmentos de su alma consumida que intentaba desesperadamente volver a ser quien era antes. Mientras deslizaba la caja azul pálido de su cajón, pensó que una vez significó mucho para Wren Stonem, pero ella ya no era realmente Wren Stonem, no realmente.
     
No le quedaba nada.
   
Tal vez por eso no sintió que el corazón se le partía en dos mientras arrugaba la foto de un chico peculiar que había colocado dentro de la caja sagrada unas horas antes. No pudo sentir cómo su cuerpo se apagaba mientras tiraba la foto a la basura, desesperada por no ver más su cara. Necesitaba dejar de verle. Necesitaba una oportunidad para respirar, así que lo convirtió todo en confeti. Rompió su pasado y lo lanzó a su alrededor. Se quedó atascado en sus mechones morenos, en los hilos de su ropa hasta que finalmente se hundió en el suelo y Wren Stonem desapareció. Ahora, ella sólo era fuego apagado. Ya no era nada, ni siquiera una chica capaz de seguir su corazón o su mente.
   
Tal vez eso era lo mejor, porque Wren Stonem estaba agotada de todo este dolor. Pero, la chica sabía que un trozo de su alma seguía dentro de ella. Sólo estaba atrapada en un frasco de vidrio, esperando ser encontrada. Sólo tenía que encontrar el tarro de cristal lleno de confeti. Lleno de la niña llamada Wren Stonem que reía y amaba y coleccionaba mariposas para divertirse.
   
Todo es confeti esperando a ser encontrado.

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