11 ━ sun and sea

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CAPÍTULO ONCE
SOL Y MAR

WREN STONEM nació para luchar

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WREN STONEM nació para luchar. Nació para lamer las llamas y salir ilesa. Era una bomba de relojería con ojos hambrientos y palabras afiladas, y estaba harta de dejar que la gente la dañara a ella y a los que amaba. Se había cansado de retorcerse de dolor, de ahogarse en la pena y de llorar por aquellos que nunca volverían. Wren había dejado de fingir que no le quedaba amor en el alma, había dejado de fingir que era un monstruo horrible porque no lo era. Todavía había gente que merecía ser salvada, gente por la que valía la pena vivir o morir y Wren Stonem había dejado de actuar como si ella tampoco mereciera ser salvada.

No era más que una niña que se vio obligada a crecer sin ninguna guía.

Pero ahora Wren lo sabía. Sabía que su redención, su camino de vuelta a la vieja niña que guardaba sonrisas y días de verano en sus ojos esmeralda estaba aquí. Podía salvar a sus seres queridos, a las únicas personas que había amado. Regulus y Severine. Ya no tenía que hacerles daño, no tenía que actuar como si no pudiera volver a ser humana porque un monstruo había decidido que era una presa. Porque la verdad era que si dejaba que ese veneno la consumiera, estaba dejando que Voldemort ganara. Dejaba que el Señor Tenebroso hiciera aún más daño a las personas que ella amaba.

Wren Stonem no permitiría que el Señor Tenebroso destrozara más a su familia. No dejaría que las pesadillas que la consumían desde aquel día de Navidad le rompieran las alas, no dejaría que la gente la arrastrara más.

Wren Stonem estaba desplegando sus alas una vez más, y pronto acabaría con todos aquellos que habían hecho daño a sus seres queridos. La morena había dejado de fingir que tenía un corazón superficial porque eso era mentira. Así que, mientras la joven de diecisiete años salía disparada con sus ágiles dedos en torno a su garganta, sus pulmones jadeando desesperadamente en busca de aire mientras una capa de sudor le cubría la frente, supo que realmente había llegado el momento de la lucha.

En su sueño (o pesadilla), recordaba gritos. Gritos familiares de dolor que habían hecho que los sollozos sacudieran todo el cuerpo de Wren, como si fuera una hoja atrapada por un viento violento. Habían sido los gritos de dolor de Regulus, sus desesperados jadeos de aire cuando algo lo consumía. La chica sabía que era una estupidez, que no debería ir caminando a los dormitorios de los chicos (ni siquiera se le permitía entrar, pero no había ningún hechizo que le impidiera hacerlo), pero Wren sabía ahora que ya nada era sólo sueños. Que nunca habían sido sólo sueños, porque todo lo que pasaba por la cabeza de Wren Stonem iba a parar a la del Señor Tenebroso, y quizás eso era tanto su debilidad como su fuerza.

—¡Reg- Regulus! —gritó Wren, con su voz como un áspero susurro mientras trataba desesperadamente de despertarlo. Algo iba a pasar, algo malo. El chico pálido y larguirucho se levantó de su colchón de plumas, con una mirada incrédula en los ojos mientras intentaba asimilar su entorno con una visión nublada. Y entonces, todo lo que vio fue su esmeralda, y todo lo que ella vio fueron motas doradas. Algo le oprimía la garganta, el corazón le latía en la cara mientras miraba fijamente al chico que aún amaba. Pero, Wren sabía que no era justo. Romperle el corazón y seguir amándolo, pero se había asustado. Aterrada de su propio reflejo, y si no había sido capaz de vivir consigo misma, ¿cómo podría haberlo hecho con otra persona?

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