CAPÍTULO OCHO
¿CUÁNTOS FANTASMAS LLEVAS?
LA VIDA NO siempre había sido amable con Wren Stonem. Le gustaba quitarle cosas, cosas especiales que llevaba en el corazón, como su padre y, bueno... ella misma. La muerte venía por la niña cada noche en sus sueños, y cuando se despertaba la vida venía por ella aún más. Cuando Wren tenía ocho años, su padre la había enviado a perseguir mariposas, en un intento de dejarle descansar un minuto, y la niña había corrido hasta un pequeño campo. Todavía podía recordar el olor, un olor tan específico. Uno que era amargo, un mal sabor que abrumaba todo lo bueno que alguna vez residió en ese pequeño campo. Wren recordaba haber intentado ignorar la atmósfera que proporcionaba ese campo, pero parecía asfixiarla. La chica siempre había sido de las que sienten demasiado y no entienden nada de eso. Era una alimentadora, no una comedora, y eso tendía a matarla de hambre.
Pero, de todos modos, así se sentía la mansión Malfoy. Se sentía como si nada bueno hubiera entrado en esa gran casa, y nada lo haría nunca, a pesar de todos los retratos de familia de aspecto amable y todos los libros usados que llenaban los estantes de la biblioteca. Mostraba gestos amables y amor, pero sólo contenía dolor. Me resulta familiar, pensó Wren. Y mientras la muchacha caminaba hacia el aparentemente amplio comedor convertido en salón de baile, se imaginó que era aquí donde debía estar. En una catacumba de dolor, un último esfuerzo por mantener todas sus llamas encerradas para que nadie más que las personas que se lo merecían quedaran atrapadas en el fuego.
Estoy destinada a estar aquí.
—¿Le apetece un baile, señora? Regulus sonrió, sobresaltando a Wren cuando fue a darle una ligera palmada en el hombro cubierto de traje. Se veía bien, vestido con un elegante traje negro azabache con brillantes zapatos de vestir y sus rizos finalmente domados. Aunque, Wren pensó que le gustaba mucho más cuando su pelo era indómito y salvaje, mostrando finalmente el espíritu libre de preocupaciones que era Regulus Black.
—Hmm, ¿y por qué querría bailar con usted, señor Black? —Preguntó Wren, con una sonrisa que tiraba de sus labios al ver que Regulus se inclinaba frente a ella.
—No soy el señor Black, me temo, sólo Regulus, —habló el chico, alargando la mano para coger la de Wren. La morena sonrió ante el contacto, creciendo en su interior un calor que por fin no le quemaba. Su tacto era muy diferente. Un toque reconfortante, se dio cuenta Wren, uno que no la quemaría, ni la congelaría, simplemente... reconfortante. Esperaba que Regulus se sintiera así también.
—Muy bien, chico fantasma, veamos si sabes bailar, —rió Wren, antes de agachar la cabeza y tratar de ocultar la risa. Era raro que se riera, pero descubrió que cada vez que lo hacía por fin vivía. Sin embargo, cuando la muchacha volvió a levantar la vista, sólo encontró unos amables ojos de ébano moteados de dorado que la miraban. Sin juzgarla, sin miradas extrañas, sólo con amabilidad. Ella devolvió el gesto. Como si la pareja siempre hubiera sabido que un vals iba en crescendo, como si estuvieran hechos para ser un perfecto enredo de miembros, Wren y Regulus bailaron. Y pronto el sol poniente se convirtió en una luz de luna a través de los cristales de la gran casa, y pronto llegaría el Señor Oscuro, puntual o no.
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SUN & SEA ━━ regulus black ✓
Fanfictionel sol y el mar eran solo seres esperando morir. . . original de eltyrell traducción por lueaxwin