CAPÍTULO | 01

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LUNES, 16 DE DICIEMBRE, 2019.
IRINA BAEVA.

Hace unos minutos la clase de matemáticas ha comenzado, pero no he podido prestar atención a la clase sabiendo que él está a poca distancia de mí.

A mi lado escuché a mi prima reírse de forma burlona, pero no le dí importancia.

—La verdad no sé qué le ves -Habló Erin en voz baja para que nadie la pudiera escuchar más que yo.

En la silla me giré y la miré a los ojos.

—Erin realmente creo que tú estás ciega, Klaus es guapísimo y me gus...-No alcancé a terminar de hablar cuando Erin me interrumpió.

—Y te gusta lo sé, lo que no entiendo es tu interés por ese idiota egoísta que siempre pasa de tí cada vez que intentas llamar su atención.

La verdad no voy a mentir en parte sí que está diciendo la verdad, cada vez que hace eso siento como mi corazón se rompe en miles de pedazos.

Con fuerza apreté los labios para no decirle las palabrotas que sabía que la iban a herir, de la mesita agarré mi lápiz y seguí resolviendo el trabajo que dejó el profesor Thompson. Erin es mi prima y a la vez es mi mejor amiga, a ella le puedo contar todo lo que me pasa, cosas que no le cuento a mí mamá.

Erin terminó primero el trabajo, y la escuché suspirar.

—Lo siento Irina, eres mi prima y te quiero mucho -por un momento no la escuché pero no mucho después volvió hablar -La verdad no me gustaría verte sufrir por un corazón roto y menos por una persona como él.

Al terminar de resolver el último problema y con una pequeña sonrisa en mis labios la miré.

—Lo sé y yo también te quiero prima.

Dejé el lápiz en la mesita y tomé su mano y le di un pequeño apretón, cuando ella sonrió yo también lo hice.

-Si ya terminaste hay que llevar el trabajo.

Erin tomó su cuaderno y se puso de pie, rápidamente de mi mochila saqué la carta que con tanto cariño le escribí a Klaus. Tomé mi cuaderno y me puse de pie yo también, Klaus estaba sentado en la fila que está a mi lado pero tres asientos adelante. Desde donde estaba podía ver qué llevaba puestos sus auriculares.

Y es malditamente atractivo, sí pudiera lo secuestrará y lo tendría solo para mí.

Sin perder la sonrisa caminé lentamente y con bastante disimuló dejé la carta en su mesa, sin voltear atrás caminé al escritorio del profesor Thompson. El profesor me calificó mi trabajo y después me lo devolvió y regresé a mi asiento, de reojo lo miré y noté cómo sonreía de lado.

Díos, con esa simple sonrisa mi pequeño corazón volvió a la vida.

La primera vez que lo ví quedé completamente flechada por ese chico y rápidamente llamó mi atención y lo que más me encantó fue que cada parte de él gritaba misterio.

Cuando el timbre que anuncia que la clase ha finalizado se escuchan muchos suspiros de alivio en el aula, de forma lenta empecé a guardar mis cosas en la mochila. Mi prima Erin se colgó su mochila en los hombros.

OSCURIDAD PERVERSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora