CAPÍTULO | 03

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KLAUS ADAMS.

Con impaciencia esperé a que Irina terminará su inspiración de cada rincón del sótano. Y me puse a pensar en todo lo que tuve que hacer para tenerla aquí.

No tuve que trabajar mucho para tenerla tendida a mis pies.

Ella siempre fue fácil, chica estúpida. 

Cuando finalmente sus preciosos ojos aterrizaron en mí.

Sonreí.

—Finalmente has despertado Irina –es lo primero que le digo, mientras me sentaba en la silla que había puesto frente a la cama.

La cabeza de Irina se movió de un lado a otro y con la voz un poco ronca la escuché preguntar.

—¿Qué está pasando?

Cruce los brazos en el respaldo de la silla y apoyó el mentón en mis brazos y sin mostrar ningún tipo de emoción en mi voz hablé.

—Lo que siempre tuvo que pasar desde el principio, preciosa.

Irina parpadeó, con sus manos se masajeaba las sienes.

—No lo entiendo.

Me burlé.

—¿Que no entiendes, Irina? –pregunte y antes de que ella pudiera decir algo continúe hablando —No entiendes la parte en que te he secuestrado, si es así déjame decirte que estás oficialmente secuestrada.

Irina se rompió en lágrimas y en sollozos y disfruté mucho verla llorar y sentí una gran satisfacción porque yo provoque que ella se rompiera.

—¿Porque me haces esto Klaus?, yo te quiero –con absoluta atención escuché a Irina.

Sonreí de lado y miré cómo llevó sus piernas al pecho y las abrazaba.

Me puse de pie y lentamente me acerque a la cama donde estaba ella, me senté en la pura orilla y levanté la mano y la coloque en su suave mejilla,

—Aunque llores, grites y hagas cualquier tipo de rabieta nadie va ayudarte –le hablé con suavidad y lentamente deslice la mano hasta llegar a su mentón y lo apreté logrando un quejido de parte de Irina. 

Tan solo me incliné un poco y roce nuestras bocas.

—Eres un cabrón hijo de puta, ojalá y te pudras en el infierno –susurro Irina, la irá era visible en su expresión. 

Vaya, mi linda Irina ya sacó las garras.

Sin delicadeza solté el agarre de su barbilla logrando que sé golpeará la cabeza con el cabezal de la cama.

De nuevo me puse de pie y con el mentón apunté la mesa de noche.

—Si tienes hambre ahí te dejé algo para que cenes.

Me dí la vuelta y apenas dí unos cuantos pasos cuando la escuché gritar.

—¡Mis padres van a sacarme de aquí!.

No me giré, tan sólo miré la salida.

—No lo creo linda, después de que te quedaste dormida arrojé tus cosas por la ventana y dudo mucho que le hayas contado a alguien sobre mí. Y antes de que se me olvide, le hubieras hecho caso a tu prima.

Sin agregar algo más salí del sótano y cerré con seguro la puerta. 

—¿Ya le llevaste algo de cenar a la chica? –es lo primero que me preguntó mi madre en cuanto entré a la cocina.

De la alacena agarré un vaso y me serví un poco de agua. 

—Si, lo hice.

De un trago me bebí todo el contenido del vaso.

—Espero y hayas tenido cuidado al traer a esa pobre chica a casa –hablo mi madre y en su voz noté la molestia.

—No soy un idiota mamá, nadie inesperado vendrá a tocar a la puerta. 

De eso estoy seguro.

A la hora de la cena mis padres hablaron sobre las vacaciones de invierno que estaban casi tocando a la puerta

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A la hora de la cena mis padres hablaron sobre las vacaciones de invierno que estaban casi tocando a la puerta.

—Ya compré los boletos del avión esta mañana –le comentó madre a mi padre, y sus ojos vinieron a mí —Nos iremos el 21 de diciembre y espero que antes de esa fecha termines esas cosas pendientes que tienes, Klaus.

En el plato dejé el tenedor, con la servilleta de papel me limpié cualquier rastro de la cena.

—Ten por seguro madre que ya me habré deshecho de Irina antes de ese día.

Lavé lo que use para la cena y salí de la cocina, en mi habitación entré al baño y me lave los dientes, me desnudé y me metí a la ducha. No tardé más de 10 minutos y salí del baño con una toalla en la cadera. En el armario tomé un boxer negro y un pantalon de dormir.

Con los dedos me peiné el pelo, de calzado me coloque los zapatos para estar en casa. Me acerque a mi librero y tomé los primeros dos libros de la saga de Harry Potter. Y sin prisa alguna bajé las escaleras y las rodeé, abrí la puerta del armario donde guardamos las maletas, sábanas y todas las cosas que mamá comprá y después ni las usa.

El armario es bastante grande y a mi izquierda está un juguetero de madera con trastos y cajas y detrás del mueble está la puerta que da directamente al sótano, con el mueble ahí ni siquiera parece que haya una puerta detrás, con cuidado moví el mueble y dejé el suficiente espacio para poder entrar y salir del sótano.

Le quité el seguro y abrí la puerta.

En cuanto puse un pie en el interior del sótano, lo primero que miré fue la cena de Irina esparcida por el suelo.

Me detuve aun lado de la cama y miré que Irina estaba hecha bolita.

—En el mundo hay tanta gente que no tiene nada para comer y tú desperdicias la comida tirándola al suelo –le hablé un poco molesto de que se estuviera comportando como una niña pequeña.

Irina no me contestó tan solo se quedó mirando a la pared así que prosegui hablando.

—Como se que te gusta leer, te he traído unos libros para que así no te aburras tanto.

Dejé los libros en la mesa de noche y por inercia le toque el cabello y en cuanto ella sintió mi toque, su cuerpo se puso rígido.

Alejé mi mano de ella y me puse a levantar del suelo los sándwiches y los tiré en el contenedor de basura. Las botellas de agua que puse en la mañana aún están en su lugar, pero una de ellas estaba vacía.

Estaba apunto de irme cuando la escuché preguntar.

—¿En algún momento me quisiste?

Me di la vuelta y miré que se había girado en la cama y me está mirando, por sus mejillas corrían sus lágrimas.

Con absoluta sinceridad le respondí.

—No, nunca te quise y nunca lo haré. Y ahora duerme Irina que ya es tarde.

Y salí del sótano y volví a poner el mueble en su lugar.

OSCURIDAD PERVERSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora