CAPÍTULO | 02

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Mientras comía mi almuerzo empecé a hablar con mamá.

-Erin me invitó a quedarme a dormir esta noche, ¿puedo ir?

Realmente no me invitó a quedarme en su casa, ya que sola me invité.

Con impaciencia miré como mamá bebía de su vaso y después se limpió las comisuras de la boca con la servilleta.

-Por supuesto que sí cariño, solo pórtate bien.

Le sonreí y con emoción me terminé la comida, después de comer ayudé a mamá con los platos sucios y subí a mi habitación a lavarme los dientes. De mi mesa de noche desconecté el móvil del cargador, cuando la pantalla se encendió miré que tenía un mensaje de WhatsApp de un número que no tenía registrado. No me asusté, tan solo sonreí al reconocer el número de Klaus.

Desbloqueé mi celular y rápidamente abrí el mensaje.

******3645: Yo también te quiero preciosa.

Y las mentadas mariposas comenzaron a volar en mi estómago al leer su mensaje.

Sin poderlo evitar me reí en voz alta y con rapidez le escribí una respuesta.

YO: Estoy esperando con ansias a que llegue la hora para estar contigo.

Al enviar mi respuesta, me llevé el móvil al pecho y de espaldas me dejé caer en la cama y sentí como el celular vibraba en mi pecho.

Levanté el móvil y miré que su respuesta había llegado.

******3645: Yo también estoy ansioso por verte preciosa, esta tarde serás mía por siempre.

Al leer su respuesta, mi corazón palpitó muy rápido.

Por supuesto que sí quiero ser tuya y para siempre.

A las 3 de la tarde me dí una ducha, me planche el cabello, para las 4 de la tarde me maquille un poco y me vestí con una blusa manga larga de algodón con líneas blancas y negras horizontales, unos jeans con pequeñas rasgaduras en las piernas y de calzado me puse unos Converse blancos. Para las 4:47 PM, me rocíe el cuerpo con un poco de perfume y me puse una chamarra negra.
De la cama tomé mi bolsa y metí el móvil y las llaves de casa.

Con rapidez bajé los escalones, me adentré en la sala de estar donde estaban mis padres sentados en el sofá grande viendo una película en la TV.

-Ya me voy a la casa de la tía Emily -les mentí a mis papás.

El rostro de papá se frunció al verme.

-¿Tu prima Erin no se puede venir a quedar aquí en casa? -preguntó papá.

Me reí, por la preocupación de papá.

-No lo sé, pero Erin y yo iremos por un café y después nos iremos a su casa -medio mentí.

Me he dado cuenta que desde que estoy saliendo con Klaus le he mentido muchísimas veces a mis papás y a Erin.

Mamá me sonrió.

-Estas preciosa cariño, diviértete con tu prima y de paso me saludas a tu tía.

-Sí, mami.

Besé la mejilla de mamá y la de papá.

-Por cualquier cosa solo llámanos y estaremos ahí.

-Por supuesto que sí papá, ahora sí ya me voy y nos vemos mañana después de la escuela.

Sin perder tiempo salí de casa cerrando la puerta con seguro, sin prisa caminé al final de la calle donde se encontraba estacionado el coche de Klaus. Con cada paso que daba sentía que mi corazón iba a salirse de mí pecho, es como un mal presentimiento y no sé el porque siento eso.

El coche de Klaus es de color azul eléctrico y sus ventanas estaban polarizadas, rodeé el coche y llegué al lado del copiloto y abrí la puerta. En cuanto estuve arriba del coche rápidamente me llegó el rico olor que desprendía Klaus.

Por seguridad me abroche el cinturón de seguridad y con una gran sonrisa me giré un poco para poder verlo.

-Hola, Klaus.

Sonreí.

-Hola preciosa, antes de que se me olvide te he traído tu café favorito -habló Klaus, mientras me pasaba un vaso de la cafetería de Sol.

Los nervios me ganaron como siempre y me limpié el sudor de las manos en los jeans antes de tomar el vaso que Klaus me ofrecía.

-Gracias.

-De nada cariño, ahora tomate el café antes de que se enfríe.

Klaus encendió el coche y lo puso en marcha.

Ante su insistencia me llevé el vaso a la boca y le dí el primer sorbo, y sonreí al reconocer el toque a vainilla.

Ni siquiera llevamos tanto tiempo saliendo y se acordó de mi café favorito, puede que esto sea una idiotez para otros pero para mí ésto es significativo, que él se haya acordado de algo como esto.

Con mi entrecejo fruncido miré sus manos.

-¿Por qué llevas guantes? -pregunté un poco confundida.

Por supuesto que sí está haciendo frío como el infierno, pero Klaus nunca se ha puesto guantes las otras veces que hemos salido.

Klaus por un momento dejó de mirar la carretera y volteó a verme.

-Me duelen las manos por el frío.

Con esa única respuesta de su parte me bebí el café y miré por la ventanilla.

Me he dado cuenta de que cada trago que le he dado al café, Klaus ha volteado a verme más de 5 veces.

Más confundida miré a Klaus al ver que estacionó el coche a la orilla de la carretera.

-¿Qué pasa? -pregunté y sin poder evitarlo solté un bostezo.

Con rapidez me llevo la mano a la boca para tapar mi bostezo, pero me sentía muy cansada y los párpados me pesan.

Klaus ya sonreía, su rostro estaba muy serio.

-No te resistas Irina, déjate llevar por los brazos de Morfeo.

Mi cansancio le hizo caso a su orden y mis ojos se cerraron, lo último que sentí antes de quedarme completamente dormida fue un viento frío.

No sé en qué momento me quedé dormida pero lo que sí sé, es que me duele la cabeza como si me hubieran golpeado. Los ojos aún los sentía pesados pero hice un gran esfuerzo para poder abrirlos, al principio no veía nada, la vista la tenía borrosa. Con las manos me frote los ojos, y al volver abrir los ojos me quedé completamente paralizada.

OSCURIDAD PERVERSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora