No más panadera

Recaída

No podía creer lo que veía, ella estaba ahí, podía jurar que era ella, se quedo quieto por varios segundos, con la mirada fija, aguantando la respiración, pudo salir del shock rápidamente, empezó a correr entre las personas, empujando a todo mundo sin quitarle la vista.

Mientras corría no pudo evitar chocar contra un hombre y caer al piso, calvo y de grandes cejas, se le hizo familiar pero no podía quedarse a pensar, se levanto y cuando iba a preguntar si estaba bien el ya no estaba ahí, sin hacerse preguntas corrió a donde la había visto, pero ella ya no estaba ahí.

Cayo de rodillas sobre el piso, podía jurar por su vida que era ella, no la había visto bien pero lo presentía, se levanto antes de llamar mas la atención y se fue rápido mientras se ponía el gorro de la sudadera que llevaba puesta esperando que nadie lo reconociera, ya no quería que lo vieran llorar.

No muy lejos de ahí el hombre que choco contra el rubio iba caminando junto a la ojiazul que estaba algo confundida, se suponía que se verían en una hora y salió casi de la nada diciéndole que tenían que irse.

-¿Paso algo?- pregunto ella realmente confundida.

-Es necesario que termines de aprender a descifrar el libro Marietta, además aun eres demasiado fácil de reconocer para los fantasmas, deberías ponerte algo mas- fantasmas era el termino que usaban para referirse a todo lo que tenia que ver con la vida pasada de la chica, algo que de vez en cuando aun la incomodaba.

-¿Que tienes en mente?- pregunto sin saber a donde se dirigían.

-Siempre pensé que necesitas lentes o un cambio de color-.

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En la mansión Agreste el rubio se encontraba hecho bolita en su cama mientras sollozaba y estaba algo ansioso, todo bajo la mirada preocupada de su kwami, odiaba verlo así, pero aun no perdía las esperanzas de verlo recuperado algún día.

-Plaga ¿Tu la viste cierto?- pregunto el chico sentándose en la cama.

-No lo se chico, no logro ver mucho desde tu mochila- contesto sin saber bien que decir, el conocía la farsa y odiaba mentirle, pero tampoco quería conocer la verdad, no había ido en todo esos meses con Tikki ni su portadora, estaba furioso con ambas por hacerle eso a su portador, lo quería demasiado y odiaba verlo llorar la muerte de alguien que seguía viva, se odiaba por no decirle nada, pero eso rompería las reglas y aunque quisiera no podía hacerlo.

-Se que la vi Plaga, se veía diferente pero estoy casi seguro de que era ella- dijo sumiéndose en su depresión otra vez.

-Talvez deberías olvidar todo esto Adrien, intentar superarlo, Ladybug al fin te hace caso ¿No crees que podrías volver a enamorarte de ella?- pregunto un poco desesperado, no quería verlo así y eso fue lo primero que se le ocurrió.

-Ladybug es mi amiga Plaga- suspiro -Aun me gusta, pero sigo amando a Marinette y seria horrible de mi parte usarla para olvidarla- finalizo volviendo a hacerse bolita.

El kwami solo pudo soltar un suspiro de resignación, solo esperaba que su portador empeorara de vuelta, el no lo merecía.

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Paso una semana antes de que el ojiverde pudo volver a salir, le conto lo que vio a sus mejores amigos, Nino solo lo vio entre entristecido y preocupado, no le gustaba lo que le estaba pasando a su mejor amigo, y Alya lucia algo nerviosa pero lo ocultaba bien, tenia miedo de que allá visto en verdad a Marietta y descubriera el secreto oscuro detrás de todo.