1720, Lith acababa de salir de su barco, sus tripulantes gritaban ansiosos de tocar tierra y empezar su plan al fin. El sol empezaba a salir por la mar dejando toques dorado en el cielo como si hasta el mundo mismo supiera que se dirigían hacia el mayor tesoro del reino.
Lith alzó la voz para llamar la atención de sus camaradas.- ¡CAMARADAS!, callarse.- Dijo con voz grave, mientras se agarraba a un mástil alto. Quería que la vieran, que la contemplaran, Lith, la pirata que logró alzar su barco y capturar el mayor tesoro.-Hoy, al fín, lo lograremos.
Se escucharon gritos de celebración y vasos de cerveza chocar. Lith se permitió escuchar el barullo unos minutos y luego volvió a alzar la mano para callarlos.
- Ya sabéis el plan, y todo saldrá a la perfección, gracias a mi.- Algunos gritaron en honor a Lith otros siguieron bebiendo sin más, pero sin duda todos estaban de acuerdo con sus palabras.-Os deseo suerte hasta el fin a mi lado y ahora, ¡Bebed por el honor!- Gritó bajando del mástil y bebiendo junto a ellos.
Unas horas después, atracaron el barco en el puerto de la isla cercana al palacio, donde Lith conocía a una hechicera de allí, con la que tenía planeado convencerla para unirla al plan.
- Venga, Henri.- Suspiró Lith cogiendo sus manos.- Te llevarás un cuarto de las reliquias que encontremos por allí, por favor, necesito tu magia.
Henri suspiró mirando a los ojos de Lith, tan oscuros como la mar de noche, con su cabello negro recogido en rastras rozando su clavícula.
-Lith si me ven...Tu escaparías con tu barco pero a mí me capturarían. Sabes perfectamente que me ven como una bruja, no lo entienden y lo entenderán menos si me encuentran saqueando de casualidad su propio reino.- Dijo Henri, desviando la mirada y soltando sus manos mientras se giraba, sentándose de nuevo a meter hiervas en un pequeño saco mientras recitaba palabras inentendibles para Lith.
Lith se sentó en su mesa y la miró. Henri era hermosa, con su cabello marrón claro hasta la cintura, sus pequeñas trenzas y sus ojos azul diamante. Lith no podía dejar de mirarla.
-Antes te encantaba atracar conmigo.
-Antes.-Suspiró.
-Estaré en la taberna con los chicos, puedes venir siempre que desees.-Dijo Lith levantándose y saliendo por la puerta.
-Vale...¡Vale!.Accedo.Pero quédate esta noche aquí.
Lith sonrió complacida y se acercó besándola suave por el cuello.
-Accedo.