Llegaron al barco, Lith casi no podía creerselo, todos sus hombres estaban ahí con bolsas y bolsas de reliquias del reino y, además, tenían al príncipe.
Empezó a ordenar que desembarcaran el barco cuanto antes, que debían irse antes del amanecer. Lo decía con seriedad pero se podía sentir su felicidad y orgullo de estar logrando lo que nadie logró.Dejó al príncipe en su camarote, tumbado en la cama, atado por los brazos y le dijo a Henri que le vigilara. Sabía que ella era la que podría luchar más fácilmente contra él, gracias a sus poderes y hechizos, así que ni si quiera lo dudó.
Mientras, Lith salió afuera a vigilar que soltaran cabos y guardaran las mercancías en su barco.
Todavía era de noche pero se podía sentir que el día empezaba a comenzar así que decidieron zarpar cuanto antes, iban a dirigirse a una de las islas, la cual estaba desierta para descansar y luego al sur, con las reliquias y el príncipe.
Ganarían mucho dinero con todo, y mejor aún, ganarían la reputación que se merecían como piratas.____
Al amanecer llegaron a la isla y el príncipe empezó a despertar. La hechizera llamó a Lith y está fue a su camarote. Se puso en frente de la cama mirándole desde arriba y paso su dedo por el cuello del príncipe. Este empezó a moverse dormido, y abrir los ojos lentamente.
-Q-que...Mmm... Mayordomo aún es demasiado pronto.-El príncipe intento estirarse y de repente se percató de que tenía sus manos atadas.- C-como...¡Ahhh!
Dió un salto o, al menos, lo intentó, con todas las ataduras y hechizos que rodeaban su cuerpo era más bien casi imposible. Empezó a mirar atemorizado a todos lados hasta que logró mantener la mirada con Lith.
-¿¡Quién eres?!.- Chilló mirándola sin parar de intentar moverse.
-Encantada de conocerle su realeza.-Suspiró Lith con cierta ironía y superioridad en su voz.- Soy su secuestradora y usted mi secuestro. Ah y, está en un barco pirata.
De repente el príncipe paró de moverse, sus ojos dejaron de brillar y pareció quedarse incluso sin pulso. Henri se levantó de su silla acercándose a él con miedo de que fuera a sufrir algún ataque cardíaco o algo que pudiera llevar a la muerte a su ahora reliquia. Pero el príncipe volvió en sí y dijo.
-No puede ser... cómo...¿Cómo me habéis sacado del reino?
-Bueno pues...El plan fue mío.- Lith sonrió pero sin muchas ganas de seguir hablando con el príncipe.- Ahora duermase su realeza, queda un rato hasta nuestras islas.
Lith se giró y miro a Henri diciéndola que le mantuviera en la cama atado y le volviera a dormir si hiciera falta, que no era necesario que lo alimentase pero que no se muriera antes de llegar. Al príncipe pareció darle otro desmayo al escuchar eso.