El barco atracó en las islas, como habían planeado, casi cuando atardecía.
En el reino seguramente ya se habrían percatado de la falta del príncipe, pero las mares que acaban de cruzar estaban casi envenenadas para los habitantes de aquel reino, nunca se atrevían a cruzarlas debido a la amenaza de numerosos piratas en la zona y aunque la cruzaran, tardarían mínimo dos días en llegar con sus pequeños barcuchos. Tenían tiempo de sobra.Henri salió del camarote y se acercó a Lith.
-Dejé al príncipe dormido.No se levantará casi en toda la noche gracias a las hiervas. Pero, Lith yo...- Henri la empezó a mirar con confusión. Lith se acercó a ella y la miró a los ojos.
-Se lo que me vas a decir, lo mismo que la última vez. Y sabes lo que pienso.
-Lo siento, pero una hechizera nunca sería bienvenida en una tripulación.-Dijo Henri a modo de excusa.
-Sabes que ahora controlo yo, y en poco tendré más poder aun más gracias a todas nuestras reliquias.
-Somos de mundos diferentes.
-Como usted desee, mi damisela.- Lith sentía cierto recelo a la idea de dejarla en su isla y probablemente no volver a verla en unos cuantos años, pero lo suyo era un amor fugaz y tampoco sentía un amor profundo por Henri, lo había sabido desde un principio, pero su largo pelo castaño y sus ojos azul brillante la hacían perderse en su piel siempre que la veía, y ella se permitía ese lujo.
Henri la miró, fingiendo estar desolada y se marchó lentamente con su parte de las reliquias a una de sus casas. Mientras la veía marchar, Lith sonrió, sabía perfectamente que se volverían a decir todo eso un día más, dentro de años tal vez, pero se repetiría.
_____
El príncipe comenzó a despertarse más rápido de lo previsto, notando como sus colmillos empezaban a crecer.
-Oh no...Ahora no...No, no, no.- Se maldijo así mismo e intentó moverse sin mucho ánimo. Para su sorpresa ya no sentía la opresión de la magia que había sentido cuando aquella mujer de ojos diamante estaba a su lado. Solo tenía las cuerdas en sus muñecas y tobillos.
Movió sus brazos llevándose sus muñecas a la boca y rompió la cuerda mordiéndola con sus colmillos. Sus muñecas sangraron un poco pero se empezó a sentir libre al fin. Empezaba a desatarse sus tobillos justo cuando empezó a escuchar pasos.-Joder, joder.-Suspiró, intentando cojear hasta algún sitio próximo en el cual pudiera esconderse. Acabó deciendose por un triste armario el cual no parecía tan triste por dentro, había trajes con diamantes y reliquias de oro de diferentes lugares, todo pareció brillar por la luz de la luna al abrirlo y meterse rápidamente.
Alguien entró en la habitación, los pasos fueron cortos, oyó como cogían algo de la mesa y volvían a salir rápidamente. ¿No se habían percatado de su desaparición? Al parecer no. Aún así, si estaba en un barco como había dicho esa pirata ¿Cómo pensaba salir de ahí?.
Tenía demasiadas preguntas y sus colmillos empezaban a hacerle daño en los labios, sentía demasiada hambre y eso le impedía pensar con claridad. Tenía que buscar comida.
Así que salió del camarote, afuera no había nadie y parecía que estaban atracados en un puerto de una pequeña isla. Lejos se escuchaba barullo pero en el barco aparentemente nada. De repente, escuchó alguien subiendo, iba silbando,andando con zapatos de tacón y parecía llevar un gorro pirata por la sombra que se reflejaba en la cubierta del barco. Daba igual quien fuera...Tenía que alimentarse ya o acabaría entrando en pánico, así que se escondió detrás de la esquina y justo cuando pasaba por allí aquella persona, se lanzó.-¡Por los mares!.-Gritó Lith agarrando de las muñecas ensangrentadas al príncipe, reaccionando rápido a su ataque y defiendose de él.
Este la agarraba a ella del cuello poniendo sus labios muy cerca, casi podía notar su pulso y su sangre correr a través de sus colmillos. Pero Lith le tiró al suelo y puso su espada en el cuello del príncipe.-Eres tú.-Gritó al percatarse de que el príncipe era él que había intentado morderla.- Creí...creía que las historias de los vampiros eran solo...historias.
-Pues ya ves.- El príncipe parecía tener una voz más grave de repente, ya no sonaba inocente y delicado, sangraba por sus muñecas y un hilo de sangre recorría su cuello desde su labio debido a la presión de los colmillos.- Me presentaré de nuevo, dado que antes no me diste tiempo de hacerlo. Soy Balderik, príncipe heredero del reino del Norte, soy un vampiro encubierto por la corte, repudiado por mis padres debido a mi pequeño problema sobre mi alimentación, y pienso salir de su barco ahora mismo.
Lith empezó a reírse.-¿Pequeño problema debido a su alimentación? Has tratado de morderme ahora mismo. Eres un vampiro, matas a la gente.-Dijo Lith, sin dejar de presionar la espada contra este.
-De repudiado a repudiado, diré en mi defensa que usted les roba.- Los ojos de Balderik brillaban de diversión a pesar de la sangre recorriendo tramo a trama cada centímetro de su piel.
Lith no podía creer que estuviera manteniendo una conversación con el príncipe, aparentemente ahora vampiro, pero en parte no podía apartar su mirada de sus facciones y de la sangre recorriendo su cuello y su pecho lentamente. Deja de mirarle así, es tu recluta, tu dinero, se exigió a sí misma y puso la espada más cerca del cuello.
Balderik se quedó inmóvil.-Necesito sangre... Pienso salir de aquí, pero estés de acuerdo conmigo en eso o no, ninguno de los dos ganaremos si yo muero ¿No?.- Dijo esto último con la cabeza alta y orgullo en su voz, pero su voz temblaba y le hacía volver a parecer débil y frágil.
-No oses moverte.- Le espetó Lith y salió corriendo a la cocina de su barco llegando al rato con una cabra medio moribunda.- Toma.- Dijo tirándosela a él y mirando hacia otro lado.
-¿Te da miedo ver cómo lo hago?.-Dijo él, Lith se daba cuenta que estaba intentando parecer alguien a quien temer, pero se veía algo de tristeza en sus palabras.
Lith no respondió, y se limitó a seguir apuntando a ciegas con su espada.
-Duerme hoy en mi camarote, mi tripulación no te puede ver así.-Espeto Lith a Balderik, sin mirarle pero apuntando con su espada a su cabeza, su voz sonaba segura y grave en medio de la noche.
Sin entender muy bien porque, Balderik obedeció.Tumbado en el suelo mirando la luz de luna pasar por su ventana no podía dejar de preguntarse porque sentía curiosidad por lo sentimientos de aquella pirata. Estaba secuestrado y seguramente planeaban venderlo en el mercado negro.
Debía huir.
