Afuera se oía música y los hombres de Lith cantaban felices tirándose las reliquias encima y invitando a bailar a mujeres las cuales Lith no estaba muy segura de donde habían salido, pero le daba igual. Estaba feliz, lo había conseguido al fin. Pero...un vampiro...¿Enserio?
Había planeado que decidiría su precio en las islas del Sur, dónde lo vendería haciéndose con tanto dinero como para poseer 6 barcos más, pero ahora...Solo había estado con el unos minutos pero de repente sentía algo de confusión en su plan por primera vez.
Quería quedárselo y contemplarlo más de cerca, sentir su cabello color oro entre sus dedos y mirar sus orgullosas pupilas color plateado.Decidió que aunque cambiara su plan por su simple deseo, lo más importante era mantener al príncipe en su camarote, al menos hasta la mañana siguiente. Así que empezó a andar de nuevo hasta su barco.
Notó que algo se movía entre las palmeras y hierva cerca del puerto y se agachó. Era él, sin duda.Henri le había dejado unas hiervas en su poderío antes de irse por si tenía problemas y solo tuvo que soplar ligeramente un saquito de hiervas para hacer que la sombra que vagaba a escondidas cayera como muerta en el suelo.
Cogió al príncipe en hombros una vez lo alcanzó y lo llevó de nuevo a su cama. Al rato este despertó, confuso, mirando a su alrededor.-Me temo que no pudo escapar, mi querido.- Lith le contemplaba con una sonrisa burlona, levantada en frente suya, con los primeros rayos del amanecer haciendo brillar su pelo carbón de rastras, ahora corto.
El príncipe sonrió con ironía e intento moverse de la cama dispuesto a volver a salir corriendo pero notó, de nuevo, la magia oprimiendo sus movimientos.
-¿Tanto desea mi compañía despidiada pirata?.-Suspiró intentando mantener su orgullo a pesar de encontrarse tumbado en la cama sin poder moverse.
-Si así fuera, ¿No sería mutuo?.-Lith sonrió irónicamente, sin duda era ella la que estaba llevando el control de aquella situación pero el príncipe no se permitió sonrojarse y simplemente accedió con la cabeza sin decir palabra pero sin apagar su sonrisa burlona.
-Me debería soltar en cualquier caso para poder comprobarlo.- Sugirió el príncipe.
Lith se rió y acercó su rostro al del príncipe, aparecieron pequeñas manchas rojizas en las pálidas mejillas de éste, provocando que Lith sintiera más confusión y a la vez aclaración.
-Te quedarás conmigo, no te venderé, pero deberás acompañarme 5 años de tu valiosa vida en mis travesías, vampiro. Luego...ya se verá.- Esto lo dijo sin pensar, no sabía que opinaría su tripulación, pero su corazón le estaba fallando por primera vez, quería a esa persona a su lado. Quería descubrir más de él, algo en ella le decía que debía quedarse con el. Además aunque al final quisiera venderlo...Dentro de 5 años su reino le pediría con más entusiasmo aún, sería más valioso, aunque sin duda eso era solo una excusa.
El príncipe volvió a su palidez normal y la miró fijamente en los ojos. Él no había planeado volver a el reino en realidad, al menos, no ahora. Allí solo era encerrado día tras día y castigado por ser algo que él no pudo evitar. Sentía el mismo deseo de ella de conquistar mundo tras mundo y mar tras mar, pero ella no lo sabía.
-¿Y si digo que no?.- Los ojos de Lith se llenaron de confusión, sus ojos parecían brillantes y peligrosos, como la mar en plena tormenta, ¿Porque pensaba de ella así? No la conocía pero...Pero él también deseaba conocerla aunque le repudiaba la idea de permitirse sentir esos sentimientos.
-Morirás.- Lith no lo decía enserio, pero le gustaba darle tragedia a sus palabras.
El príncipe puso cara de expectación durante unos segundos, y luego se percató de la mentira que rodeaba esa palabra. Y, sonriendo decidido, con sus ojos plateados brillando, mirando fijamente a Lith dijo:
-Accedo.