Poderoso

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Norton 

Tome la carpeta que tenía toda la información de aquella mujer y que previamente había rechazado. Cobraba muy cara las faltas y aunque sabía que Charlotte Phillips era pura, ingenua y mojigata, la mirada que me regalo había despertado a la bestia y aquella noche le mostraría de lo que era capaz. Tenía un pacto, uno que me dejaba ser completamente libre por una noche. Una noche en la que podía alimentar mis bajas pasiones, la misma en donde mi alma oscura recuperaba fuerzas y se hacía más poderosa.

Quite la foto que tenían aquellos documentos y la observe muy de cerca. La señorita Phillips era extravagante y no hablaba de la forma en la que se vestía o en como usaba el maquillaje, su cuerpo era voluptuoso. Sus caderas anchas, su pecho grande y su rostro redondo, no dude en rechazarla con tanto solo ver aquella foto, pero, sin embargo, al mirar sus ojos de cerca, al observar aquellos carnosos labios me había quedado hipnotizado.

Los guardias se apresuraron abrirme la puerta desde que llegamos a la residencia y la frialdad de aquella casa vacía me golpeo. La servidumbre ya no estaba cuando llegaba, era otra de las reglas que había impuesto solo mis guardias podían estar conmigo eran los únicos apartes de mis putas a las que les dejaba ver mi rostro. Uno de ellos me quito la chaqueta y la dejo sobre el perchero mientras yo me aflojaba la corbata y desabotonaba la camisa.

—Ufff el señor Norton está más delicioso, comestible cada día —había olvidado por completo que hoy era jueves y que Marie venia por su dosis de adrenalina.

—Debo ducharme—me apresure a decir y la observe contraer los labios.

—No lo hagas, me encanta tu olor varonil y tú sabor salado cuando mi lengua recorre tu miembro gordo y firme—hice un gesto a uno de mis guardias para que salieran y tomando el control de mando cerré las cortinas.

El vestido cayo a sus pies y como siempre no llevaba nada debajo, se acercó a mi como una gata en celo y sus manos se deslizaron por mi torso desnudo, provocando que mi miembro se ensanchara. Desabotono mi pantalón y bajo con sus dientes el cierre del mismo. Marie era una zorra, una que sabía cómo coger y complacer, una a la que le gustaban mis juegos sucios y la cual no tenía ningún límite. Libero mi erección y colocando un poco de aceite en sus manos comenzó a frotarla.

—Quiero entrar al juego el sábado —dijo lamiendo con su lengua la punta de mi pene y la tome con fuerza del cabello.

—Sabes que no puedes—exclame mientras mi longitud se perdía en su boca y yo la veía frotarse el coño con su mano libre.

Chupo y lamio mientras con su mano resbalosa acariciaba mis bolas. La aparte con brusquedad y la cargue sobre mis caderas llenándola duro con mi grosor, soltó un grito que lleno la habitación y en aquel instante se unieron dos de sus amigas quienes comenzaron a tocarse sin reparo alguno. Una de ellas me miro mientras le abría las piernas a la otra, metía un consolador en su coño y con un estimulador torturaba su clítoris. La observe morder uno de sus pezones y la otra gemía de placer a punto de correrse.

—Las quiero aquí—exigí mientras salía de Marie. Se arrodillaron frente a mí y frotando mi falo con brusquedad me derrame sobre las tres quienes abrieron la boca para recibir mi liquido caliente.

Y sentí la adrenalina correr por mi sangre y sabía que aún no estaba totalmente saciado, pero pronto tendría todo el control y seria al fin más poderoso que nunca.

The Norton's Night (Relato Erótico corto) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora