Un sueño

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Charlotte

Cuerpos desnudos expuestos a todo tipo de tortura disfrutaban de aquella lujuria y perversidad que envolvía el ambiente: aquello era lo primero que había visto desde que pise aquel salón. El señor Norton me había dado el primer azote y un chillido escapo de mis labios; cuando llego el segundo contuve la respiración y apreté los dientes. Debía admitir que me encontraba excitada, aunque el trasero me escocia.

—Me gusta—me susurro al oído inclinado sobre mí—eres muy obediente y eso me vuelve loco—introdujo su lengua en mi oído y luego la deslizo por cuello.

Sus manos acariciaron mi trasero y se sintió como un bálsamo sobre el calor que abrazaba mi piel. Me levanto de sus piernas y aparto mis pantalones dejándome desnuda de la cintura para abajo y sentí vergüenza por todas las personas allí reunidas, pero todos parecían no reparar en mi presencia algo muy extraño, sin embargo, no preguntaría. El señor Norton me ofreció la mano y me guío a través de aquel salón.

—Nadie puede mirarte—dijo al notar mi incomodidad—Solo yo—trague con dificultad, porque su mirada era como la de un demonio—. Solo mis ojos pueden contemplarte—sus palabras me traspasaron la piel, no entendía lo que provocaba en mi aquel hombre.

Nos encerró en una habitación, apartados de los gemidos y gritos que retumbaban en aquel salón. Lo observé tomar una barra y unos grilletes entre sus manos y no pude evitar el cosquilleo que sentí en el estómago. Los dejo caer al suelo y el sonido del metal me hizo estremecer. Nunca antes había sentido tantas sensaciones en mi vida, nunca antes había sido una completa esclava.

—Levanta los brazos—demando con voz firme y eso hice.

Sus manos recorrieron mi trasero el cual apretó con fuerza y luego se deslizaron por mi cintura provocando que mi piel se erizara. Sus dedos recorriendo mi coño desnudo y contuve la respiración. El señor Norton se mordió los labios y una sonrisa divertida adorno sus labios. Se quitó la máscara y la dejo encima de una pequeña mesa, la cicatriz en su rostro lo hacía ver más intimidante y debía admitir que aquello despertaba en mí, sensaciones impensables.

Me quito la pequeña blusa no sin antes pellizcar mis pezones. Llevo mis senos a su boca y torturo con su lengua la dureza de los mismo, entonces se arrodillo frente a mí y comenzó a colocar los grilletes de la barra en mis tobillos. Las ajusto y luego sus dedos recorrieron mis piernas desnudas y pude sentir el calor emanar de su piel, un fuego que parecía provenir del mismísimo infierno. Tomo mis muñecas y me hizo inclinar hacia delante; luego las sujeto sobre la misma barra que sostenían mis tobillos. Quede totalmente inclinada con las nalgas levantadas y abiertas para él.

—Deliciosa —le escuché decir y sentí su respiración sobre mi culo, sabía que esto iba a descontrolarse y no pude evitar sentir temor.

—Señor Norton—dije con voz inestable y sentí uno de sus dedos rozar mi cavidad y en aquella posición no podía hacer ningún movimiento estaba completamente a su merced.

Sentí un líquido caliente caer sobre mi trasero y un olor dulzón lleno el ambiente. Froto uno de sus dedos sobre mi ano y apreté el musculo ante aquella sensación tan indescriptible. Lo observe tomar un objeto en forma de diamante; vertió y froto el líquido sobre este de una forma tan obscena que me corto la respiración.

—Sentirás una pequeña presión en tu ano, pero te prometo que te gustara—su voz era ronca y profunda, me había calado hasta los huesos, pude sentirla en lo más profundo de mi ser.

Su lengua rozo mi entrada y luego sentí una pequeña presión sobre mi ano. Comencé a transpirar mientras la presión era cada vez más fuerte y de la nada dejé de sentirla. Levante la cabeza para tener noción de lo que había pasado y lo observe morderse los labios, luego tomo unas piezas pequeñas de metal y me las mostró.

The Norton's Night (Relato Erótico corto) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora