Prólogo

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Hace aproximadamente 100.000.000 de años.

Cuándo Arceus despertó después de haber creado el universo, salió a contemplar su creación.

Recorrió todos los confines de todos los mundos, mientras se alegraba de haber dado paso a toda la vida y su gran diversidad. Pokémon, humanos, y otras criaturas de otros mundos habían aparecido gracias a su poder.

Ya había pasado mucho desde qué se fué a descansar, así que quiso ver cómo había quedado su principal creación: la Tierra.

Ese mundo sería el centro de todo su universo, y era en el que más energía había gastado.

Se alegró al ver que los Pokémon prosperaban, pero algo llamó su atención.

Una grieta en el cielo, había quedado sin cerrar. Era un vestigio de lo que antes fué el universo. Pero esa grieta, no se cerraba.

Arceus no podía permitir que las criaturas de otras dimensiones se apropiáran de su creación, así que llamó al pokémon que había engendrado de la misma distorsión que esa grieta: Giratina. Él intentó cerrar la grieta, pero esta se resistía, había una criatura detrás de ese agujero en el cielo.

La criatura sacó su cabeza, y toda la luz de la zona fué absorbida al instante.

Giratina sucumbió al miedo, y se encerró en su seguro Mundo de la Distorsión, mientras que Arceus volvió a usar el poder que le quedaba para volver a enviar a esa criatura por dónde vino.

Junto a la ayuda de los pokémon con los que creó su universo, el tiempo, el espacio, y el Pokémon original concedieron a Arceus su poder, y él desterró a esa criatura para siempre.

La grieta se cerró, pero el último grito de la criatura resonó hasta llegar al otro lado, lo que afectó de una manera desconocida a la grieta.

Arceus, abatido se volvió a su mundo para reponer energías, mientras que el tiempo, y el espacio volvieron a sus respectivos lugares.

-¿Y que pasó con el Pokémon original?- preguntó un niño a su madre, mientras relataba una historia-

La madre sonrió, y sacó una piedra de color rosáceo del collar que tenía.

-Esto, es el Pokémon original. El primer Mew. El resto de Mew son hijos de este, que también entró en letargo. Se dice que despertará en el momento en el que se le necesite de nuevo. Además, esta piedra poseé cualidades que aún no te puedo enseñar, pero que más adelante descubrirás- dijo, y luego puso la piedra en la mando de su hijo -Tómala, y no te la quites jamás-

El niño miraba aquella piedra con admiración, y cuándo iba a abrazar a su madre, escuchó un ruido de motor fuera.

La madre, escondió al niño en una sala segura, bajo tierra.

-Estarás a salvo, mi pequeño. Te prometo que nos volveremos a ver- dijo llorando- Te lo prometo, de verdad. Pero por ahora, debes cuidar de Mew.- le entregó la piedra, y el niño, atónito, rompió a llorar.

Abrazó a su madre, y aunque no sabía que estaba pasando, simplemente se escondió en esa sala.

Pero pudo escuchar unas voces, y muchos pasos.

Y ruidos de armas cargándose.

-Muy bien, en nombre del Sindicato Obsidiana, denos lo que buscamos, y quizás salga ilesa- decía una voz, masculina y muy tosca.

-¡No!- dijo con firmeza la madre -Sé cómo hacéis las cosas vosotros. Si tengo que morir, moriré en silencio. ¡Nunca le pondréis las manos encima a la Piedra del Origen!-

El niño, que seguía llorando, pensó que con Piedra del Origen, se refería a la piedra rosa que le había dado su madre.

-Bien, si no nos la vas a entregar, nos aseguraremos de que como mínimo, nadie pueda volver a usarla- dijo, con una voz maligna, la figura que se había enfrentado a la madre. Se le podían notar las intenciones.

Los soldados del sindicato, abrieron un agujero en el techo, y un helicóptero soltó una cuerda en la que esa figura se subió, y salió al grito de:

-¡Lamentarás no haber colaborado!-

Cuándo el niño y la madre oyeron el ruido del helicóptero lejos, gritaron de alegría.

La madre se acercó a la puerta dónde estaba el niño, y justo cuándo se escuchaban entre ellos su agitada respiración, un sonido de activación rompió ese momento.

-¡Mierda, Ron, al suelo!- gritó la madre despavorida.

El niño se tiró al suelo sin saber muy bien el porqué, pero un sonido de explosión fuera le resolvió todas sus dudas.

La casa explotó por completo, salvo la sala segura, que notó un leve movimiento.

-¡Mamá!- gritó el niño llorando -¡Mamá!-

Pero nadie contestó.

El niño salió, y contempló el panorama. Toda su casa, dónde había pasado toda su infancia, destruida. Era irreconocible. Y su madre, no estaba por ninguna parte.

Rompió a llorar desconsolado, pero notó un escozor en su mano.

La piedra del origen se puso a brillar, y hasta quemaba un poco.

Pensó, que el poderoso Mew aparecería, para arreglar la situación.

Pero no pasó.

Simplemente, dejó de brillar.

Pero entonces, pudo notar como una presencia salía de entre los árboles que habían al rededor de su casa, (o de lo que quedaba de ella).

-¿Qu-quién anda ahí?- gritó el niño, aún llorando, y muy asustado, por si los de antes volvían.

Cogió un palo, y lo lanzó hacía el árbol.

Entonces, escuchó una voz.

-¡Ah! ¡Me has dado!- gritó la voz, con un tono femenino, pero de niña.

El niño se acercó hasta ese árbol, y luego contempló atónito lo que se escondía tras esa voz.
Solo pudo pronunciar unas palabras ante su asombro:

-Eres... ¿Un Fennekin?-




Arceus y el Usurpador de Luz (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora