8. Operación clandestina

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Ron acaba de dejar la lancha aparcada en el puerto de Ciudad Kantai. Sus compañeros están exhaustos, pero ahora mismo, deben ir rápido a un centro pokémon, porque su Tyranitar se encuentra malherido.

-Tyranitar, sal -Tyranitar salió de su pokéball, pero no pudo mantenerse en pié, de la herida que tenía.

-¡Aaaaah!- Tyranitar se retorcía de dolor, se cayó, y empezó a intentar taparse la herida con sus manos. Notaba las palpitaciones de su corazón, cómo si fueran cuchillos clavándose en su pecho. La herida era profunda, y, aunque por suerte no había tocado ningún órgano vital, estaba peligrosamente cerca del pulmón, y estaba perdiendo sangre.

-Oh no. Esto pinta grave. Creo que si será necesario llevarte al Centro Pokémon. Métete en tu pokéball otra vez, para intentar que la herida no se ponga peor.

Ron metió a Tyranitar en su pokéball, y entonces se giró.

Braixen se encontraba sentada, observando, con cara apenada a su compañero. Mew, también estaba apenado, porque aunque no hubiera establecido contacto con él, lo observó y lo conoció mientras estaba en reposo.

-Bien, ¿Y ahora qué?- preguntó Ron.

-Pues... Lo lógico sería llevarle a un Centro Pokémon, hay uno por aquí cerca que... -Braixen se interrumpió, al escuchar una voz que recordaba.

En uno de los múltiples edificios de la ciudad, una pantalla mostraba la cara de Lylia, sentada en su despacho.

-Saludos a todos. Soy la presidenta Lylia, presidenta de la Fundación Æther. Cómo sabréis, nosotros siempre hemos velado por el bienestar de los Pokémon. Pero hoy, un chico ha amenazado ese bienestar por el que siempre hemos luchado.

-¡Maldita mentirosa! -gritó Mew, furioso. Se transformó en un Magmar, e iba a usar lanzallamas contra la pantalla, pero Braixen le puso la mano delante, y lo negó con la cabeza. Quería escuchar.

-Se llama Ron. Esta es una imagen suya -Lylia señaló una imagen puesta por ordenador, en la que se veía a Ron, en el momento en el que atacaba a los empleados de la fundación.- Este individuo, atacó a nuestros empleados que, inocentemente estaban cuidando de un pokémon muy especial: un Mew. Ron les atacó, y secuestró al pokémon sólo para usarlo en combates. Además, sabemos que siempre va acompañado de una Braixen muy agresiva, que calcina todo a su paso.

Ahora, era Braixen la que quería calcinar la pantalla. ¿Cómo se atrevía a hablar así?

-¡Ambos sujetos se consideran armados, y peligrosos, y pido la colaboración ciudadana para detenerlos, y llevarles ante la justicia! Por el bien de los Pokémon, debemos encontrar a ese chico.

La comunicación se cerró, y entonces Braixen estalló de ira.

-¡SUCIA MENTIROSA, TE VOY A ARRANCAR EL PELLEJO, DESPUÉS DE CALCINAR CADA UNO DE TUS PELOS DE RUBIA DE POTE!- un lanzallamas muy potente salió de su boca.

Entonces, se dió por vencida. Sabía que el Centro Pokémon ya no era una opción, dado que la Fundación Æther financiaba el trabajo de las enfermeras Joy en Alola.

-Genial -dijo Ron, que se daba por vencido igual -En un día, hemos pasado de ser perseguidos por el Sindicato Obsidiana, a ser perseguidos también por la Fundación Æther, y por la policía.

-Ron, Braixen ¡Ahora no es momento de lamentaciones! Tenemos que salvar a Tyranitar -gritó Mew.

-¿Pero cómo? -respondió Braixen -En el Centro Pokémon nos reconocerán, no podemos ir a ningún otro lugar.

Las esperanzas de vida de Tyranitar se agotaban, pero de golpe, cómo un haz de luz en medio de una negra oscuridad, escucharon el ruido de una camioneta que volcaba.

Arceus y el Usurpador de Luz (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora