Es jueves, está por llegar la medianoche y no puedo estar más cansada, pero tampoco puedo dejar de hablar con Nathan. Mis ojos se cerraban y se me cayó el celular en la cara al menos cinco veces.
Mis padres me creyeron cuando les dije que aceptaba su plan para asesinar a Nathan. Lo que no saben es que las últimas noches, mientras ellos creían que dormía, estaba arreglando los últimos detalles de mi fabulosa (bueno, luego de la inteligencia y lógica de Nathan puede catalogarse así) idea. Tal vez sea bastante arriesgada, pero he preguntado por allí y nunca llaman a la policía. Ni tienen pena de muerte por traición, por si acaso.
Mis padres me dijeron todo lo que debía hacer: me iban a dejar en la tarde en la peluquería para arreglarme para el baile, iría a casa donde me cambiaría y a las ocho de la noche vendrían tanto los padres de Nathan como los míos, a vernos, sacar fotos y todo lo que haría una familia normal. Luego nos dejarían solos y me las arreglaría para, literalmente, apuñalarlo por la espalda. Era gracioso que los padres de Nathan hayan planeado exactamente lo mismo.
No puedo soltar el celular, y eso no es muy saludable, pero la conversación estaba muy interesante. Unas horas antes se había estrenado el final de temporada de la serie que vemos juntos, y tenía que compartir todas esas emociones, aunque el sueño me estaba ganando. Pero al final Nathan se rindió, y se durmió. Yo hice lo mismo.
Mi madre me dejó cinco cuadras antes de la peluquería y me dijo que caminara. Las calles estaban casi desiertas, así que caminé por el asfalto corriéndome cada vez que pasaba un auto. Pero una de las veces que me di vuelta, reconocí quién iba al volante. Parece una eternidad desde la última vez que estuvimos juntos. Parece más alto y más grande que antes. Sus ojos parecen iluminarse más. Me siento en el asiento de copiloto, sin decir una palabra. Vuelvo a mirarlo, y ya no me resisto. Me abalanzo hacia él y nos besamos. Apasionadamente. Con desesperación. No quiero estar más lejos de él de lo que estoy ahora nunca jamás. Entre besos, logra articular que "debía irme," pero a ninguno de los dos les importa en este momento. Estuvimos menos de una semana separados, pero han parecido años, casi nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos. Sigo besándolo, hasta que suena mi celular y me sobresalto. Nathan se sorprende y luego empieza a reír a carcajadas, las cuales acompaño, y miro el mensaje.
-Un mensaje de promoción detuvo este momento -exclamé- No lo puedo creer.
-Aunque no quiera, deberíamos seguir después -dijo, arrancando el auto- ¿Qué pasa si la chica te tiñé el cabello y no cambia su color?
Me lo pienso unos segundos.
-Salimos corriendo. Sigo pensando que los bailes son aburridos y pretenciosos, ¿sabes?
-Bueno, trataré de convencerte de lo contrario. He ido a casi todos los bailes solo, no puede ser más aburrido y humillante que eso. La primera vez que fui con una chica te enojaste conmigo. No me hablaste por como, seis horas. Fue un récord.
-Estaba celosa -afirmo, aunque me ruborizo- ¿De qué es el baile?
-Invierno. Todos llevan trajes de colores fríos. Como mi corbata azul.
Lo miro atentamente. Nathan con traje era mil veces más guapo. Él respetaba el azul en su traje, pero yo tenía mucho más que ver con el invierno. Y eso era parte del plan.
El baile no es tan aburrido como pensé que sería, pero no por lo que las personas normales hacían, sino por la adrenalina y por los comentarios que todos venían a hacernos. "¡Al fin se pusieron de novios!," "Todos sabían que se gustaban excepto ustedes mismos," y "Brooke, ¿por qué no te postulaste como reina? Hubieras ganado." Si llegaba a pasar eso me encargaría personalmente de meter la corona por mi ojo hasta sangrar.
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Congelados.
FantasyEl destino decidió que Brooke sería el frío, mientras que Nathan sería el calor; pero también quiso que se enamoraran, cuando sabía que sus poderes eran opuestos. Si quieren estar juntos, como lo han estado toda su vida, deben elegir. ¿Escapar d...