02: No quiero crecer.

783 27 18
                                    

Los ojos de Nathan eran muy claros; su color, una extraña mezcla entre gris y celeste, era la razón por la que capturaba tantas miradas. Muchos creían que no eran reales, que debía usar lentes de color, pero lo eran.
Siempre fueron mi debilidad, tan lindos que no podía evitar distraerme mirándolos. A veces fantaseaba, pensando que podría haber un mundo nuevo ahí adentro, que eran demasiado sorprendentes para ser reales.

Pero en ese momento, me recordaban al frío. Estaba presente en mi cuerpo, en mis manos, y sentía que congelaba cada pedazo de mi cuerpo. Obviamente, eso no pasaba, porque estaba segura que mi temperatura corporal debía estar entre los 35º c, pero yo me sentía así. Por el asombro, solo podía repetir una cosa. "Tengo frío."  En cambio, cuando Nathan estaba nervioso, hablaba mucho más de lo habitual, rápido y sin pensar. Mientras yo estaba callada, él no dejaba de hablar sobre el calor que tenía, que necesitaba un baño, que estaba transpirando y demás. Al final, ambos nos callamos, y solo veíamos el agua del grifo. Entonces, él decidió tomar la iniciativa. Abrió la boca y dijo:

-Ponte otra ropa si tienes frío.

Pensé que tendría una idea. Descongelar el agua. Llamar por ayuda. Pero se preocupó por eso. Cuando hablaba así, pensando que yo era más importante que el resto del mundo, a veces pensaba que tal vez yo sentía mas por él que una amistad - yo lo amaba, como amigo y como una compañía de vida, ¿pero capaz nosotros siempre fuimos algo más que una simple amistad aunque no lo admitieramos?

-No puedo hacer nada antes de descongelar toda el agua del grifo.

-¿Alguna idea de por qué se congeló el agua? -él se acercó, y cuando intentó tocarla, se evaporó- ¿Qué?

-Creo que... me voy a desmayar.

Me cuesta mantenerme de pie por lo confundida que me encontraba. No entendía qué estaba pasando, entonces corrí hacia mi cuarto para tirarme en mi cama y poder taparme. Sentía que cada vena y arteria se iba congelando, como si fuera a llegar a mi corazón y matarme. Como en Frozen, cuando Anna casi muere porque se congeló su corazón.

En cambio, cuando Nathan se sentó a mi lado, él parecía ser un incendio andante. Pensé que era por comparación, pero el termómetro marcó 40°C cuando se tomó la fiebre.

Agarré una toalla pequeña y prendí el agua, concentrándome en mojar la toalla y no en el miedo de que se congele. Cuando terminé, exhalé tranquilamente. Lo obligué a que se acueste en mi cama con la toalla en la frente. Bajé una frazada del ropero, y me recosté a su lado tapada hasta la boca.

-No tiene sentido lo que está pasando -empezó a decir Nathan,- aunque tu temperatura corporal es muy baja. Pero eso no puede lograr congelar agua al tocarla. La ciencia no funciona así. No es como si fueras la chica de la película y saldrías a congelar todo mientras cantas.

-Let it go -canté, bromeando, pero cuando abrí mi mano, nieve salió de mi mano cayendo en la cama y volviéndose hielo lentamente.

-No entiendo cómo eso es posible -dijo Nathan, sentándose- Ni siquiera debería ser posible. Va en contra de las leyes naturales de la ciencia.

-No creo que esto pueda ser explicado con la ciencia. Pero preguntale a tu amiga ciencia si sabe cómo no desmayarme en este momento.

-Tranquila, Brookie.

Vuelve a abrirla, solo para verificarlo, y las llamas siguen ahí. Luego de unos segundos, desaparecen.

-Necesito dormir, me estoy volviendo loco -exclama Nathan, tapándose la cara. Luego saca las manos rápidamente- Ya veo que me quemo ahora. ¿Alguien nos está jugando una broma?

Congelados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora