Codependencia

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Max nos lleva a casa de Erick, donde será la fiesta. Ha hablado con mucho orgullo durante todo el camino de ser partícipe de mi cambio de estilo que tanto conflicto le genera a Agustina. Hasta cierto punto me resulta divertido escuchar sus reclamos, ha llegado a un punto en el que lo ha dicho todo y aun así habla para que perciba su enojo. Cuando finalmente llegamos, ella cambia su expresión en automático y baja con una gran sonrisa lista para entrar a la casa de Erick.

—Estaba a punto de decirle que se bajara del auto y que se fuera sola —habla Max luego de soltar un suspiro.
—Gracias por traernos.
—Vendré más tarde por ustedes —menciona—. Diviértete.
—No lo prometo —suelto una risa y bajo del auto, él solo niega con la cabeza.

Luego de unos segundos arranca el auto para marcharse. Me quedo mirando la casa de enfrente, siento un crujido en mi estómago que me hace saber que algo saldrá mal, al menos eso quiero interpretar. Tardo en entrar a la casa y termina siendo Erick quien sale para asegurarse de que no he escapado.

—¿Piensas quedarte aquí afuera toda la noche?
—Tal vez —encojo los hombros y miró la casa que está cruzando la calle, hay una gran jardinera con un rosal que cubre todo el frente de ella—. Esas rosas se ven muy lindas, parece que las cuidan mucho.
—Lo hacen, todas las mañanas el papá de Santiago sale a darles agua y lo escuchas hablarles —explica—. Dice que habla con las plantas para que crezcan bonitas, y al parecer funciona, nunca las he visto marchitas.
—¿Santiago vive ahí? —asiente.
—Sé cuánto te emociona saberlo —ríe—. Ahora aceptarás las invitaciones a mi casa solo para ver si te topas con él.
—Agradece que no te está escuchando Agustina o Melissa —niego con la cabeza—. Y, ¿sabes si vendrá?
—Lo invité —responde con una sonrisa—. Pero no lo vi muy decidido a venir, no lo culparía, yo no buscaría ir a un sitio en el que me traten mal.
—Sigo sintiendo que es mi culpa.
—No lo fue —me rodea en señal de apoyo—. Ahora entremos antes de que salgan por nosotros.

Aun cuando la fiesta no tiene mucho de haber comenzado, hay mucha gente, el volumen de la música se encuentra a un nivel en el que es complicado escuchar a la gente hablar. Son pocas las personas que notan el cambio en la ropa que uso hoy, empiezo a cuestionarme si realmente es tan importante para otros lo que haga o si solo se trata de una película dramática que me estoy planteando. Son mis amigos los únicos que encuentran la necesidad de mencionarlo, lo definen como algo extraño y que no me caracteriza.

A diferencia de como lo visualizaba, soy capaz de negarme a beber al punto en el que Melissa termina por llamarme aburrida, no doy mucha importancia a ello, me sirve de soporte saber que seré la única que podrá mantener el equilibrio y que recordará con lujo de detalle cada momento de la noche. Aunque no disfruto con la misma alegría que todos la velada, soy capaz de sentirme satisfecha y orgullosa de haber seguido el consejo de Yoali, miro mi celular y me doy cuenta de que no ha respondido mi correo, soy consciente de que hará nada por contestar rápido considerando que yo demoré más de un día en hacerlo. Empiezo a preguntarme si está aquí, podría ser el chico que está dándome la espalda mientras baila, quizá sea el chico que recién ha llegado a la fiesta, o el que acaba de tirar accidentalmente un vaso; tengo la ilusión de que note el pequeño cambio que he tenido y de que sepa que ha sido gracias a él.

—Agustina dice que no querías venir —habla Valentín mientras se para junto a mi—. Y que como una especie de protesta decidiste ponerte lo primero que encontraste.
—Ella no diría eso —simulo seriedad—. Ella más bien diría que fue como un berrinche.
—Quería suavizar sus palabras —ríe—. Pero en mi opinión, para haber tomado lo primero que encontraste, luces muy linda...te queda este estilo.
—¿Enserio?
—Si, es como ver tu esencia, la Mía imponente y rebelde que siempre he visto —una ligera sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¿Eso percibes de mí?
—Desde que te conocí te he visto así, me atrevo a decirte que me he sentido intimidado a tu lado.
—Eso es nuevo —desvío la mirada reflexionando sobre lo que ha dicho, inclusive pasa por mi cabeza la idea de que pueda tratarse de Yoali.

Los versos de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora