La belleza detrás de la mentira

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Luego de tres horas, la clase termina y veo a todos salir del salón, es hora del almuerzo, soy de los últimos en salir en compañía de Noel y Jacobo. Puedo percibir cierta preocupación en el rostro de Mía, mi curiosidad me hace preguntarme sobre lo que le sucederá.

Ante mis ojos, se trata de una persona algo superficial, no por nada acepta estar en ese grupo de amigos, ese grupo de personas que trata mal a mis amigos y a mi desde que intenté hablarle a la chica que parecía ser una persona noble. En principio la veía como alguien distinta a ellos, veía como reía junto con sus amigos, pero al mismo tiempo parecía hueca esa sonrisa, sin un sentir en realidad, ella es bonita, muy hermosa, veía algo especial en ella, una luz, pero después de recibir burlas y críticas de sus amigos, mi decepción fue demasiado grande al ver que ella no hizo nada por evitarlo. Intenté justificarla ante mis amigos que me recomendaban olvidar ese flechazo, mi mejor argumento era que no supo que decir ante su novio que se encontraba armando una escena de celos, pero todo apuntaba que ella si era la mala de mi cuento.

—Santiago, ¿nos vamos? —habla Noel mirándome con cierto extraño al verme de pie mirando hacia la salida, ella se ha ido.
—Claro —respondo con una ligera sonrisa y comienzo a caminar.

Desvió la mirada hacia el suelo, es entonces cuando me encuentro con una hoja tirada con lo que parece ser un poema escrito, lo puedo saber por las líneas cortas que forman las palabras escritas en el centro de la hoja, una vez más, mi curiosidad me lleva a inclinarme rápidamente y recogerla sin que mis amigos lo noten. Pasan varios segundos y Mía regresa al aula, esta vez viene sola, sin duda puedo saber que busca algo, lo concluyo por su mirada que inspecciona todo el lugar, se detiene un par de segundos a mirarme, no sonríe ni muestra expresión alguna, puedo ver un ligero rubor en sus mejillas y se da la vuelta rápidamente para salir de ahí, todo indica que no ha encontrado lo que busca.

Durante el almuerzo me dirijo hacia el sanitario, donde saco de mi mochila aquella hoja, tiene una letra hecha a la perfección, el autor ha cuidado cada detalle para escribir, cada verso luce correctamente alineado, pese a que la hoja está maltratada, no ha perdido la buena presentación del escrito. Me llevo una gran sorpresa al encontrarme con un escrito bastante curioso que me hace ser incapaz de describir el sentimiento generado en mí.

Te veo cruzando el fino cristal que lo refleja todo,
por primera vez soy capaz de mirarte sin temor,
no veo un error en ti como suelo hacer.

Por primera vez soy como tú,
por primera vez me gusta ser tú.

Te he culpado y rechazado tantas veces
que simplemente ahora siento vergüenza de que me mires,
soy yo la culpable.

Es entonces cuando despierto y comprendo que nada es real.
No soy capaz de ser como tú.

Llegará el día en el que me atreva a mirarte,
en el que me atreva a mirarme
y sea capaz decir...
"Te quiero"

Por las palabras utilizadas puedo saber que se trata de una chica, y no de cualquiera, sino de una que es infeliz, una chica que no se quiere lo suficiente, una chica que espera poder mirarse a un espejo y decirse a sí misma todas las cualidades que posee, mirarse sin encontrar errores en ella. No puedo evitar preguntarme quien es la chica, ¿quién es esa alma confundida y perdida? Guardo nuevamente la hoja en mi mochila y decido salir.

Al salir del sanitario puedo ver a Mía caminar sin prestar atención en nada, tropieza ligeramente y se encuentra cerca de chocar conmigo. La detengo al llamarla con cierta firmeza esperando a que reaccione, da un ligero salto con el que denota que ha regresado su mente a la realidad, me mira sin saber que decir ni que hacer, miro sus ojos y puedo ver la belleza de la que muchos hablaban. Ella es de mi estatura y delgada, su cabello es castaño claro y está ligeramente ondulado, llega hasta la mitad de su espalda, siempre lo acomoda con delgadas trenzas que le dan un aspecto tierno, su piel es clara y combina con el verde esmeralda de sus ojos.

—El mundo de tu mente es mejor que el real, ¿no es así? —pregunto con una ligera sonrisa.
—Mil veces mejor —ríe apenada—. Disculpa.
—Descuida —sonrío—. Y, ¿te encuentras bien?
—¿Por qué lo preguntas?
—Bueno, no te ves muy concentrada y tranquila.
—Tienes razón —suelta una risa ciertamente nostálgica—. Perdí algo que era muy importante para mí y...no importa, ya lo di por perdido.
—Puedo ayudarte a encontrarlo, ¿de qué se trata?

Me mira y no responde, noto como empieza a jugar con sus manos, desconozco si es que no quiere que sepa lo que busca, o si simplemente no quiere recibir mi ayuda.

—No es nada —agacha la mirada—. Solo es un papel.
—Mía —llama su hermana—. ¿Qué haces hablando con él?
—Yo no estaba hablando con él...es decir...
—Yo le hablé —intervengo con incomodidad, una vez más muestra vergüenza de hablarme.
—Concéntrate en algo importante —dice Agustina me da la espalda—. Valentín necesita ayuda para estudiar y te necesito para que me apoyes.
—¿Me estás pidiendo ayuda para ayudarlo? —preguntan con una ligera sonrisa en tono de burla.
—No te rías de mi, es una estrategia para acercarme a él.

Olvidándose de mi presencia, Agustina se lleva a Mía sujetándola del brazo hasta que pronto se alejan. Percibo como en unos segundos breves se gira a mirarme apenada, por más que quisiera adentrarme en su cabeza para entender lo que pasa por su mente, no puedo. Me planteo la situación que ha mencionado antes de la llegada de su hermana, ha perdido un papel importante para ella, aunque asegura no ser del todo necesario encontrarlo, es evidente que le inquieta.

Por un segundo me planteo la posibilidad de que se trate del poema que he encontrado, que sea ella la chica con complejos, no me sorprendería al ver la torpeza con la que habla cuando sus amigos la cuestionan.

El tiempo en la escuela continúa pasando, a veces es lento y otras no tanto. Cerca de terminar la última clase, el profesor invita a Mia a escribir algunas cosas en el pizarrón, es la alumna que mejores notas tiene, escribe procurando que los círculos de las "o" estén perfectamente hechos, además de que mantiene una línea recta mientras escribe a pesar de que no hay algo que la guie, reconozco esa letra, o creo hacerlo, miro la hoja que he encontrado esta mañana, la letra es demasiado parecida, ¿es ella entonces?

¿La chica que añora aceptar quien es, se trata de la misma que transmite tanta seguridad, la que es admirada por no prestar atención a las opiniones de otros? ¿Cómo sería eso posible? Se trata de una persona que prácticamente lo tiene todo, además, es inteligente, bonita, imponente, es imposible no querer esas cualidades.

Cuando finalmente las clases terminan, no puedo evitar mirarla hasta que se va, ¿realmente será ella?

Paso durante toda la tarde intentando encontrar una explicación que argumente de la manera más lógica que ella pueda no ser feliz con quién es, pero simplemente no la encuentro. Además de que, si es ella, ¿cómo haré para devolverle ese poema? De ser suyo, puede que evada que le pertenece y sienta miedo al saber que alguien ha descubierto sus inseguridades, se podría sentir vulnerable. Pero, si no es ella la autora, estaría entregando un poema a alguien más, y al final la autora terminaría por permanecer en el anonimato.

Por unos cuantos minutos recibo lo que llamo una "iluminación divina", un momento en el que mis ideas aparecen y debo considerarlas antes de que se vayan y las olvide. Ante un poema con una posible autora que lo ha buscado durante todo el día con angustia, me da la opción de arriesgarme y devolvérselo, aún con el riesgo de que realmente no sea ella, elaboro un pequeño plan considerando todas las posibles reacciones.

Un nuevo día ha comenzado, me he levantado más temprano y salgo de casa procurando llegar antes que todos, al menos antes que Mía o sus amigos. Entro al aula que por suerte está vacía, coloco encima del pupitre en el que ella se suele sentar un sobre con su nombre escrito, salgo del aula antes de que alguien me vea y espero a mis amigos para entrar con ellos. Pasan varios minutos y Mía llega sola, al mirar el pupitre se torna extrañada, puedo asegurar que ha concluido que se trata de algún pretendiente. Observa su nombre escrito, cerca de abrirlo vemos entrar a Valentín junto con Agustina, ella guarda rápidamente el sobre en su mochila, puedo ver una capacidad impresionante para cambiar su expresión ante otros, ante su hermana y el otro chico simula como si nada extraño hubiese sucedido y ellos le creen.

Los versos de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora