Las rosas de olor amargo

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En las películas románticas, en la televisión e inclusive en la música, recibir una rosa es visto como un detalle sumamente especial, más si se trata de un ramo con muchas de ellas. Hacen que para el público se convierta en uno de los gestos más románticos y bellos que puede tener un enamorado hacia su amada, pero por supuesto que no puede ser cualquier rosa, siempre son rojas, pues este color siempre se asocia con el amor y la pasión. Esto conlleva a que muchas chicas pasen la vida soñando con el día en que el amor de su vida llegue con un ramo en mano para después de recibirlas, cual escena romántica, acercarlas a su nariz y percibir su agradable aroma con una sonrisa en el rostro, dar las gracias y cerrar con un tierno y mágico beso. Admito que durante mucho tiempo fui parte de esa ilusión, la creí y esperé su llegada con ansias, hasta que recibí mi primer rosa y recordé que el color rojo también está asociado con la agresividad y la impulsividad.

Han pasado un par de semanas en las que escribirle a Yoali se ha convertido en mi parte favorita del día, sin importar cuan malo pueda pintar el cielo para mí, todo se torna mejor cuando pienso en las cosas que él tendrá para decirme. Me intriga el hecho de no saber quién pueda ser, he intento imaginar cómo será, aunque al mismo tiempo me asusta, me he empezado a acostumbrar a él de esta forma, que siento que sería extraño conocer su rostro. Por más que busco pistas para saber quién podría ser, no he llegado a ningún lugar claro.

Llego a casa después de haber escuchado durante todo el camino a Agustina regañándome por no haber respondido una llamada de León esta mañana.

—¿Acaso estás esperando que te ruegue de rodillas? —cuestiona.
—No sería mala idea —respondo—. Tal vez si pasa por esa humillación compense todas las que me hizo pasar.
—Es imposible hablar contigo —alza las manos con fastidio y abre la puerta de casa.

Casi enseguida de que entra se detiene, sigo sus movimientos y ambas nos quedamos mirando un bonito ramo de rosas tendido sobre el comedor, Agustina se acerca con una sonrisa de oreja a oreja para admirarlo a una distancia más corta.

—¿Será que papá le compró rosas a mi mamá? —pregunto mientras camino hacia ella.
—De seguro son de Valentín —dice mientras toma el ramo entre sus manos y mira la tarjeta adherida al papel.
—O de mi papá para mi mamá —aclaro.
—Son para ti —su expresión se torna confundida, no dudo que la mía sea igual.

Para: Mía.

Por ti sería capaz de subir al cielo y bajarte la estrella más bella de todas.

—Ni siquiera tiene nombre —menciono mientras busco algún otro dato en la tarjeta, solo encuentro el nombre de la florería—. ¿Será algún admirador secreto?
—¿No es obvio? Solo León estaría tan enamorado de ti como para traerte rosas —argumenta con emoción—. No está rogando de rodillas, pero este es un acto muy lindo de su parte con el que te pide perdón.
—¿De verdad lo crees? —pregunto sin dejar de mirar el ramo.
—Por supuesto.
—Tal vez tengas razón —muestro una sonrisa forzada y llevo el ramo hacia el bote de la basura.
—¿Qué haces? —pregunta ella con enojo.
—Conservo mi dignidad —le sonrió una vez más y camino hacia nuestra habitación.

Cierro la puerta y me recargo en esta, siento que mis manos tiemblan y no es por una crisis nerviosa, sino por el enojo que me hace sentir León. Ya ni siquiera es miedo, solo lo quiero lejos. Unos minutos después, cuando empiezo a sentir calma, escucho a mi hermana hablar por teléfono con Melissa, ambas se han mostrado indignadas desde que me empecé a distanciar de ellas. Le hablé a Yoali sobre el mal que me hacían y cuánto anhelaba tener la determinación de alejarme, él dijo que lo consultara con Mía Valiente, fue la respuesta más sensata.

Cuando el enojo se empieza a ir, consigo ver las cosas con mayor claridad, León no me obsequiaría rosas, él lo interpretaría como una forma de rogarme. Por un instante pienso en Santiago, últimamente nos hemos tratado con más frecuencia, casi siempre hablamos de las plantas que su papá ama, ¿será que por eso quiso darme flores? No se iba a arriesgar a firmar la tarjeta, pues sabía que Agustina reaccionaría mal si la veía. ¿Debería de buscarlo para darle las gracias? Pero antes de eso, ¿debería de sacarlas de la basura? Pero si lo hago, mi hermana lo notaría y sabrá que no son de León, sospechará. ¿Y si Santiago me pregunta por las rosas? No puedo decirle que las tiré a la basura, se sentiría mal. ¿Por qué asumo que él las envió? Quizás en el fondo, de verdad quiero que sean de él. ¿Y si no fue él?

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2022 ⏰

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