La gota que alimenta el alma

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Presencié una noche tan hermosa para mí, que he despertado con una sonrisa de oreja a oreja y un hormigueo en el estómago que me hace sentir poderoso. Aún no consigo terminar de asimilar que he sido capaz de acercarme a Mía y de intercambiar más de dos diálogos con ella. Cuando regresé a casa me encontraba tan emocionado que ni siquiera recordé que debía de leer su correo electrónico, mamá me esperaba sentada en un sofá de la sala, al ver mi sonrisa prefirió no preguntar, pero sé que querrá hablar sobre el tema en algún momento. Llegué a tirarme en la cama con una enorme sonrisa que podría jurar que se conservó mientras dormía.

Papá se ha sentido muy cansado hoy, por lo que mamá decidió tener un día tranquilo en casa. Luego de desayunar subo a mi habitación para poder leer el correo de Mía, recién noto que tengo dos mensajes, el antes y el después de esa fiesta que al parecer, no fue tan buena para ella.

Querido Yoali,

Supongo que ahora es mi turno de llenarte de correos, aunque tampoco planeo saturar tu bandeja de entrada. Volví de la fiesta, fue una noche difícil, confusa, y al mismo tiempo, supongo que tuvo un desenlace feliz.

Empezaré por la parte sencilla... Usé la ropa que elegí por mi cuenta y no resultó tan catastrófico como creí, casi nadie lo notó, solo mis amigos (y podría decir que lo supieron por las acusaciones de mi hermana). Inclusive Valentín me hizo un cumplido, llegué a pensar que podía tratarse de ti (aún no lo confirmo); esto me hizo plantearme una pregunta "¿Significa entonces que no es tan relevante para otros lo que haga y solo se trata de una historia que me he inventado?", no sé cómo responderla. Y me conflictúa más por el hecho de que fueron mis amigos quienes si lo juzgaron, eso me llevó a otra pregunta "¿El problema son ellos o soy yo?". Sigo reflexionando sobre ello.

Como segunda parte de la noche, no te voy a negar que siento un gran enojo hacia mí. No estoy segura de que sepas quién es León, en caso de que no lo conozcas, me atreveré a decir que eres afortunado. Durante mucho tiempo busqué una palabra que consiguiera definirlo, algo que te hiciera pensar en él con solo decirlo, pronto la encontré: "monstruo", para mi mamá fue una definición algo desmesurada, te confieso que he llegado a considerarlo, pero son sus acciones las que me hacen darlo por hecho. Quizás atribuirle la responsabilidad de mis inseguridades no sea del todo válido, pero es uno de sus principales cuidadores.

Anoche creí que podría con él, estaba segura de que lograría lidiar con su presencia y de que me defendería de cada uno de sus ataques discretamente dirigidos, no fue así. Bastó con acercarse con enojo hacia mí para hacer que la barrera que quería construir se derrumbara, quería llorar, me hizo sentir como una cobarde, dijo ser el único capaz de hacerme sentir valiosa y entonces empecé a preguntarme "¿Realmente es así?". Me preocupa que la respuesta sea afirmativa. Y es que no quiero que sea así, él habló de nosotros como personas "codependientes", pero poner en primer plano los sentimientos y las prioridades de alguien más sobre lo que yo quiero, no es mi ideal, me aterra el hecho de que el sentido de quién soy se pierda hasta un punto más fuerte en el que termine por desvanecerse. Mamá me dijo que era falta de compromiso y un acto algo egoísta de mi parte, pero no sé porque siento que no es así.

Hasta este punto todo pinta como una noche catastrófica que me hizo decirle a mi hermano en mis pensamientos porqué había sido mala idea ir a la fiesta. Salí de esa casa apenas tuve oportunidad, aunque León ya se había dado cuenta de mi fragilidad, no quería que disfrutara esa escena. En cuanto estuve fuera, todo tomó un rumbo diferente, era mejor, me voy a atrever a decir que fue gracias a Santiago, quizá lo conozcas, o tal vez no, no lo sé. Me hizo sentir en paz. Me llevó a cenar la comida de la que hablamos tú y yo, no te voy a negar que tenía miedo, no dudo que lo haya notado, era demasiado evidente como temblaba todo mi cuerpo, incluso creo que por unos momentos fui un poco grosera con él, pero a pesar de una crisis nerviosa, fue agradable poder sentir esa tranquilidad, por varios instantes dejé de sentir las miradas. Si hubiese sentido más confianza hacia él, le hubiera dado las gracias por no mencionar nada al respecto. Al final me llevó a casa, dijo que me veía bonita, aunque pudo haberlo dicho por amabilidad, me hizo sentir que lo que León me había dicho era mentira.

Los versos de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora